Italia celebrará elecciones anticipadas el 25 de septiembre tras la dimisión de Mario Draghi

Mariangela Paone

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“A veces incluso los corazones de los banqueros centrales se utilizan...”. Mario Draghi, visiblemente emocionado, ha comentado así el aplauso que ha recibido a la Cámara este jueves poco antes de dirigirse al Palacio del Quirinale para reunirse con el Presidente Mattarella. Después de la larguísima jornada de ayer que empezó con la oferta a los partidos de renovar el pacto de Gobierno que se rompió hace una semana y acabó con la decisión del Movimiento 5 Estrellas, de la Liga y de Forza Italia de no votar la confianza, Draghi ha tirado la toalla, confirmando su renuncia al jefe del Estado. Italia va a elecciones el próximo otoño. El presidente Mattarella ha anunciado esta tarde que el Parlamento queda disuelto y se votará el 25 de septiembre. Una disolución anticipada de las Cámaras que, ha dicho el jefe del Estado, “siempre es la última opción, sobre todo cuando, como en este momento, cuando hay obligaciones importantes que hay que cumplir”.

“Voy a ver a Mattarella para comunicarle mi determinación”, había dicho el primer ministro. Y poco después había anunciado formalmente el final de su etapa en Palacio Chigi. Un comunicado del Quirinale había zanjado definitivamente las especulaciones de las últimas horas: el Gobierno se queda en funciones. Mattarella podía haber decretado la disolución del Parlamento y haber pedido a Draghi que se quedara hasta las elecciones en el pleno de sus funciones ya que el miércoles formalmente superó la moción de confianza, con tal solo 95 votos a favor y 133 presentes, menos de la mitad del total de los senadores. Pero la cuerda se había tensado demasiado el miércoles y la decisión del jefe del Estado devuelve la responsabilidad a la política.

“Necesitamos un nuevo pacto de confianza, sincero y concreto, como el que nos ha permitido hasta ahora cambiar el país a mejor. Los partidos y ustedes los parlamentarios, ¿están listos para reconstruir este pacto?”, había preguntado ayer Draghi a los parlamentarios después de que la semana pasada el Movimiento 5 Estrellas abriera la grieta en la coalición de un Gobierno de unidad nacional que englobaba a todos los grande partidos menos la extrema derecha de Hermanos de Italia. Por la mañana, como atestiguaban la bolsa en verde, la hipótesis más acreditada era la de una prosecución de la experiencia de Gobierno sobre la base de un programa preciso y claro y con la condición, puesta por Draghi, de no estar sometido a chantajes y ultimátums.

Pero a lo largo del día pasó de todo y al final, en la campaña electoral permanente en la que el país vive, la mayoría ha colapsado sin remedio. La respuesta a la pregunta de Draghi era negativa. Los partidos no estaban listos para un pacto de Gobierno “sincero y concreto”. Tampoco lo están para las elecciones, porque los eventos de los últimos días han ahondado las divisiones que los atraviesan y los cismas que vivió en las últimas semanas el M5S podrían ampliarse a otras formaciones. Para empezar ya ayer por la noche la ministra Maria Stella Gelmini, una de las representantes más destacadas de Forza Italia, anunció que dejaba el partido de Silvio Berlusconi. Y a ella se ha sumado este jueves otro histórico del partido, el también ministro Renato Brunetta.

Desde las elecciones de 2018 es el tercer Gobierno que se quema en el Parlamento. Ahora el país va hacia un adelanto electoral inédito, porque nunca se ha votado en otoño, un tiempo dedicado a asegurar la preparación y la aprobación de los presupuestos.