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Guerra comercial

La economía china aguanta los primeros embates de los aranceles de Trump

El presidente de China, Xi Jinping, en el encuentro con más de 40 consejeros delegados y altos ejecutivos de grandes empresas multinacionales en Pekín.

Ignacio J. Domingo

elDiario.es —
30 de marzo de 2025 20:40 h

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Pekín dio en la tecla. Esa sinfonía que Europa busca con su reformulación de las estrategias geopolíticas, económicas y comerciales para impulsar su productividad, ganar competitividad y perfeccionar el funcionamiento operativo de su mercado interior que reclaman los ex primeros ministros italianos Mario Draghi y Enrico Letta, y encontrar su lugar en un mundo en estado de máxima ebullición. Sin contar con su tradicional aliado desde la Segunda Guerra Mundial, EEUU, que se ha convertido en una de las notas discordantes de esa obertura por su capacidad para desacompasar el bienestar del Viejo Continente, la mayor de las conquistas sociales europeas.

China y la UE, llamados a rivalizar entre sí y frente a la Casa Blanca en esta desaforada carrera por la hegemonía global disfrazada de seguridad nacional, se esmeran en lograr el mismo desafío: hacer todo lo que sea necesario para combatir la beligerancia estadounidense que ha desatado la Administración Trump. La diferencia es que mientras la UE sigue modelando el secreto de su fórmula mágica, el régimen de Xi Jinping ya dispone de un “plan de acción especial” en marcha que, además, muestra sus primeros frutos. El Congreso Nacional del Partido Comunista de China le dio carta de naturaleza, pero su concepción llevaba tejiéndose varios meses y se intensificó al consignarse la victoria de Donald Trump en las urnas.

Ya entonces, Xi avanzó que el gigante asiático emplearía su “bazuca” fiscal de mayor calibre para espolear la economía a tasas del 5% y espantar al fantasma de la deflación, maniobra que está siendo del gusto de los mercados. Si el comportamiento bursátil es un buen termómetro de las medidas económicas a corto plazo, los inversores le han dado el certificado de calidad al más de medio billón de dólares que va a desplegar a lo largo de 2025 el arquitecto económico del Gobierno chino, su ministro de Finanzas, Lan Fo'an, que empieza a tener una ascendencia notable en el seno del politburó de Pekín. Así lo constata el tecnológico índice Nasdaq Golden Dragon China que evoluciona en máximos del último trienio. Y lo que resulta más paradigmático: su eclosión surgió tras la fulgurante irrupción de DeepSeek, la versión de alta calidad china del ChatGPT estadounidense, en los parqués internacionales, que propició el primero de los dos lunes negros que Wall Street ha protagonizado en el incipiente segundo mandato trumpista.

El ecuador de los 100 primeros días de gestión del líder republicano no ha sentado nada bien a EEUU. La sucesión de órdenes ejecutivas, casi todas enfocadas a una escalada de aranceles que atenta contra cualquier lógica del libre mercado y acredita, por contra, las tesis proteccionistas más recalcitrantes, ha revertido los flujos de capital y acabado -o, al menos, pausado- con otra doctrina asentada en el clima inversor, la de la excepcionalidad estadounidense, ese factor nada científico y casi de ciencia ficción que admitía la supremacía bursátil americana solo por el mero hecho de cotizar en Wall Street. Pero las tecnológicas, la renta variable y los grandes índices del gran centro financiero global han visto trasladar el atractivo de sus valores hacia otras latitudes; en especial, China y, también en gran medida, Europa, que también ha acaparado una parte de los flujos de capital fugados de EEUU.

Un escudo financiero de doble coraza

El colchón financiero del gigante asiático, que podría sobrepasar los 850.000 millones de dólares en caso de emergencia económica grave -el tamaño del PIB de Taiwán- anunciado por el Partido Comunista Chino ha coincidido en el tiempo con otra rebelión del mercado; en esta ocasión, por el zumbido que anticipa una probable recesión en EEUU por la influencia de la política comercial de Trump. O, en el mejor de los escenarios, un largo y tortuoso episodio de estanflación.

China ha empezado, en este contexto, a emitir señales de alivio económico que justificarían esta euforia contenida de los inversores hacia sus valores empresariales. El tamaño inicial del resorte fiscal parece haber sido el adecuado. Al menos, para contener los daños directos y colaterales de la primera oleada de aranceles de Washington y sostener el despliegue de recursos que Pekín emprendió en septiembre pasado para espolear el consumo y combatir la deflación y la pérdida de potencia de una economía que se precipitó varios trimestres por debajo de la frontera del 5%.

Las medidas orientadas al impulso de la oferta con gasto público exigen cautela, advierte Mark Williams, analista de Morningstar, porque “relajar las presiones deflacionarias llevan tiempo” y requieren inyecciones periódicas de anabolizantes financieros. Quizás la muestra más elocuente de ello sean los decenios de lucha contra la evolución negativa de precios a la que se han visto sometidos los gobiernos de Japón sin que aún se haya quitado el cartel de enfermo económico mundial. Aunque, como en el caso de Alemania, la certeza de que sus autoridades se han puesto manos a la obra para vigilar el consumo y estimular esta rúbrica de la demanda interna supone ya un aliciente al gasto de los hogares.

Los datos más recientes invitan a un cierto optimismo en Pekín, con un tirón modesto, aunque de momento de solo 3 décimas por encima del 5%, de la producción industrial que parece querer salir de su bache de la segunda mitad de 2024. Al igual que las ventas minoristas, que repuntan al 3,8%, otras 3 décimas más que su ritmo del pasado ejercicio o el ligero aumento de la inversión en activos fijos, y anticipan un incremento trimestral del 3,2%. Además de indicadores como el de la importación de semiconductores, que ha remontado un 4% y presagia una mejoría de salud a prueba de aranceles en este transcendental sector de los chips de alta gama en plena carrera competitiva por liderar la tecnología IA.

Todo ello ha propiciado que Citigroup avance “lecturas estables de la actividad” en el comienzo de 2025, con “señales de solidez” a lo largo de todo el año, “a pesar de los vientos comerciales huracanados” procedentes de EEUU que se trasladan también al sector exterior, con unas ventas en los dos primeros meses de 540.000 millones de dólares, récord en una sucesión bimestral, y que, en gran medida, tuvieron como destinos preferenciales a sus vecinos de la Asean y a la UE.

A lo que hay que unir la confianza trasladada oficialmente a los empresarios por Xi Jinping. Muy en especial, a sus compañías tecnológicas, aunque también al otrora defenestrado cofundador de Alibaba, Jack Ma.

Hay luz al final del túnel inmobiliario

El combate contra el persistente colapso inmobiliario y contra una inflación que ha vuelto a caer en territorio negativo en 2025 no permite a Pekín cantar victoria. Aún está por ver si la medida de duplicar el respaldo estatal a la compra de viviendas, dotado con 41.400 millones de dólares, surtirá o no efecto. Igual que el saneamiento de los activos tóxicos que la banca estatal china ha de extirpar todavía de sus libros contables. Pero las familias empiezan a acumular ahorro y valor patrimonial y los balones de oxígeno que ha necesitado el sector que originó la crisis económica con la quiebra de la promotora Evergrande y que aireó los primeros vestigios de un crecimiento del PIB por debajo del 5% en décadas han dado paso a ciertos signos alentadores de demanda interna que inducen a pensar que planes oficiales como el de las ayudas para adquirir artículos de hogar pueden encender la mecha consumista.

De hecho, para Goldman Sachs, “la narrativa ha cambiado en 2025 porque los indicadores de actividad comienzan a alinearse dentro de una senda de dinamismo”. Para sus expertos, este incipiente vigor de la segunda economía global resulta crucial para abordar el Día de la Libertad Arancelaria que Trump ha proclamado para el próximo 2 de abril con nuevas y más sofisticadas subidas de tarifas comerciales; en especial -avisa el banco de inversión-, los aranceles recíprocos.

El salto tecnológico del ‘gigante asiático’

Más contundentes son los analistas de Bank of America, para quienes China ha recuperado la confianza inversora [perdida en todo 2024] “a pesar de las represalias comerciales” del Gobierno Trump. En su opinión, esta predilección de los mercados se asienta “en los avances tecnológicos que muestra China, en intangibles como el éxito de la película NeZha2 o en el restablecimiento del diálogo entre Pekín y su sector privado” alentado por Xi. Eso sí sus expertos apelan a la prudencia ante la fuerte demanda de flujos de capital que sigue teniendo un amplio margen de captación de fondos tras las fugas del pasado año.

Para Raymond Yeung, responsable de inversiones en el gigante asiático del banco australiano ANZ y autor del ensayo La carta del triunfo de China: las criptomonedas y su papel decisivo en el comercio chino-estadounidense “en el escenario actual, apostar por un objetivo de crecimiento del 5% ya resulta ambicioso”, aunque Pekín necesite apoyar el dinamismo para cumplir con este desafío a lo largo del ejercicio.

Entre otras razones, porque en la cruzada arancelaria de Trump ha empezado a emplear armas de doble filo. Entre otras, la que intenta doblegar su dominio marítimo con tarifas millonarias a compañías mercantes cuando un buque procedente del gigante asiático amarre en algún puerto estadounidense. O toque siquiera instalaciones portuarias en su puerta trasera, América Latina. Con BlackRock como el brazo financiero armado de la Casa Blanca tras adquirir 43 puertos a la china CK Hutchison; esencialmente, los que vigilan la entrada al Canal de Panamá. O el retorno de la amenaza de elevar los aranceles a los BRICS + que se atrevan a desafiar la hegemonía del dólar al Despacho Oval cuando el billete verde ha manifestado los primeros vestigios serios de anemia desde la llegada de la Administración republicana, avisa Warwick McKibbin, investigador en el Instituto Peterson.

Del otro lado, queda pendiente de comprobación los costes de las represalias chinas a empresas estadounidenses declaradas “no confiables” y los procesos judiciales antimonopolio abiertos en los juzgados de la Competencia del país, con Google como estandarte de las acusaciones por el uso de prácticas dominantes. Stephen G. Brooks, experto en Política Exterior americana enfatiza que esta competencia geoestratégica entre ambas superpotencias “esconde riesgos de ruptura de la globalización” y una disputa encarnizada por el liderazgo tecnológico mundial.

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