El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, gobernará el país por un cuarto de siglo. El presidente del Consejo Supremo Electoral (YSK), Ahmet Yener, afirmó que el 98% de los votos fueron contados en su sistema, y que Erdogan va en cabeza frente a KılıçdaroÄlu, con el 52,1% de los sufragios frente al 47,9% de su rival, el socialdemócrata Kemal Kiliçdaroglu.
Erdogan apareció encima de un colectivo en Estambul y dio las gracias a los turcos por haberle mantenido en el poder. “Para los próximos cinco años, nos entregaron a nosotros la responsabilidad de dirigir el país”, dijo Erdogan ante sus seguidores en Estambul tras entonar con ellos una canción.
En ese sentido insistió en que el resultado –también el de las elecciones parlamentarias que se celebraron junto a la primera vuelta de las presidenciales el pasado 14 de diciembre, en las que su Partido Justicia y Desarrollo (AKP) fue el más votado– es un fracaso para el CHP, la formación socialdemócrata de Kiliçdaroglu, en la oposición.
Recordó que la siguiente cita con las urnas será en 2024, cuando se celebran elecciones municipales en el país.
“¿Están preparados para ganar Estambul en 2024? Debemos seguir trabajando”, exhortó a sus seguidores en un discurso que se asemejaba a un nuevo mitin electoral.
El presidente turco, además, estuvo repartiendo dinero a sus simpatizantes en el colegio electoral donde depositó su voto. El jefe de Estado en funciones repartió billetes por valor de 200 liras (9,3 euros) mientras estrechaba la mano de sus partidarios.
En su primer discurso en Estambul, Erdogan hizo que sus partidarios abuchearan a KılıçdaroÄlu y a la comunidad LGBTI+. “Quiero dar las gracias a todos y cada uno de los miembros de nuestra nación, que una vez más nos confiaron la responsabilidad de gobernar el país durante los próximos cinco años. Este bendito camino no quedará inconcluso. Bye Bye Bye Kemal (KılıçdaroÄlu). Supongo que el CHP le hará responsable. Los ganadores tanto de las elecciones del 14 de mayo como de las del 28 de mayo son todos nuestros 85 millones de ciudadanos. Dijimos 'ganaremos tanto que nadie perderá'. Así que hoy sólo Turquía es la ganadora”, dijo ErdoÄan.
Erdogan volvió a “acusar” a los partidos de la oposición, incluidos el CHP y el HDP de ser “pro-LGBT” y dijo que “los LGBT no pueden colarse en el AKP [el partido del presidente]”.
El primer ministro húngaro, Viktor Orban, se apresuró a felicitar a Erdogan antes de que hubiera resultados oficiales. “Felicidades al presidente ErdoÄan por su incuestionable victoria electoral”, expresó.
El pasado 14 de mayo ninguno de los candidatos consiguió la mayoría necesaria para acceder a la jefatura del Estado en la primera ronda de las presidenciales, que se celebró junto a las legislativas.
Ese día Erdogan ganó rozando la mayoría absoluta al obtener el 49,5% de los votos, frente al 44,9% de Kiliçdaroglu, con una participación en las urnas del 89% en el territorio turco, y del 86% si entran en el cálculo también los más de tres millones de ciudadanos residentes en el extranjero.
Un cuarto de siglo
El presidente Erdogan ganó todas las elecciones a las que se presentó desde 2002 y, de confirmarse estos resultados, seguirá siendo presidente otros cinco años más, pudiendo alcanzar el cuarto de siglo como máximo dirigente del país. Por su parte, Kilicdaroglu lleva 13 años al frente de la formación kemalista CHP, tiempo suficiente para perder cinco elecciones generales y dos presidenciales contra el todopoderoso presidente islamista.
Estas eran las elecciones más difíciles para Erdogan y estaban consideradas por muchos analistas como las más importantes de Turquía desde 1950. Eran la oportunidad de revertir el autoritarismo del régimen personalista del mandatario o, por el contrario, dar la luz verde para que siga por ese camino.
Después de 20 años en el poder, prácticamente toda la oposición se había unido en torno a un solo candidato para unificar el voto y las encuestas situaban a Kilicdaroglu como favorito. Sin embargo, Erdogan dio la sorpresa y logró un cómodo margen de cinco puntos porcentuales sobre su rival, sin alcanzar la mayoría absoluta que hubiese evitado el desempate de este domingo.
El voto ultranacionalista
En un intento por intentar arañar los votos del ultranacionalista Sinan Ogan –que en la primera vuelta quedó tercero con un 5%– en la campaña para la segunda vuelta, Kilicdaroglu endureció su discurso sobre los migrantes y refugiados. “No abandonaremos esta patria a la mentalidad que nos han traído 10 millones de refugiados ilegales”, afirmó. “La frontera es nuestro honor. Con este flujo de refugiados no podemos proteger nuestro honor. Esta riada de gente irregular se infiltra en nuestras venas a diario y amenaza nuestra supervivencia”. Sin embargo, el cortejo ultranacionalista -que, a su vez, tiene un difícil encaje con el apoyo absolutamente necesario que le brinda el partido prokurdo HDP- no parece haberle favorecido.
Unos días antes de las elecciones, Ogan se decantó públicamente por Erdogan, con el argumento de la estabilidad y gobernabilidad, ya que el partido del presidente, el islamista AKP, ganó también el 14 de mayo las elecciones parlamentarias, en las que sí logro hacerse con mayoría absoluta y controlará, junto a formaciones aliadas, 321 escaños de los 600 del Parlamento.
Condiciones poco igualitarias y justas
La importancia de la cita quedó reflejada en la elevada movilización de la primera vuelta, con una participación del 89%. Sin embargo, aunque la carrera fue disputada, no fue justa ni equilibrada, según denunció la misión de observación de la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa) porque Erdogan y los suyos controlan los medios y buena parte de las instituciones. “El actual presidente y los partidos gobernantes han tenido una ventaja injustificada”, señaló la organización.
“La democracia turca está demostrando ser asombrosamente resistente. Estas elecciones tuvieron una alta participación y ofrecieron una posibilidad real de elección. Sin embargo, Turquía no cumple los principios básicos para celebrar unas elecciones democráticas”, dijo Frank Schwabe, jefe de la delegación de observación del Consejo de Europa. “Figuras políticas y sociales clave están en prisión incluso después de sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, la libertad de los medios de comunicación está gravemente restringida y existe un clima de autocensura. Turquía está muy lejos de crear unas condiciones justas para la campaña electoral”, indicó.
Una muestra del clima tenso vivido durante estas elecciones fue el incidente protagonizado por diez diputados españoles, entre los que estaban Jon Iñarritu (EH Bildu), Ismael Cortés (Podemos) e Isa Chacón (CUP), que acudieron a Turquía con una delegación internacional de observación/acompañamiento organizada por el partido prokurdo HDP. Los españoles fueron retenidos durante horas por la Policía en la ciudad de Siirt, hasta ser trasladados al aeropuerto de la localidad para viajar a Estambul y, desde allí, abandonar el país, tal y como les indicaron que hicieran las autoridades turcas.
El HDP organiza a menudo este tipo de delegaciones internacionales para denunciar su situación y la represión del Gobierno de Erdogan, que considera a los kurdos una amenaza para su hegemonía. Durante su mandato, el presidente se ha embarcado en una de las aventuras bélicas más cuestionadas de la historia reciente de Turquía, con la intervención en el norte de Siria y la ocupación de facto de parte de los territorios de población kurdosiria.