Josh Hawley, un senador por Misuri de 41 años, ha dedicado los últimos cuatro de su carrera política a posicionarse como uno de los herederos políticos de Donald Trump. Se ha intentado presentar como un sucesor más sofisticado que sabe conciliar el nacionalismo de derechas con políticas económicas populistas. Se espera que en las elecciones presidenciales de 2024 se postule como candidato.
El pasado miércoles, Hawley se convirtió en el primer senador republicano, al que pronto se sumó Ted Cruz, en anunciar su intención de oponerse a la certificación de los resultados de las elecciones. Los demócratas, así como varios de sus compañeros republicanos en el Senado, criticaron la decisión de Hawley por considerarla irresponsable, incendiaria y cínica.
No hay ninguna evidencia creíble de fraude en las elecciones presidenciales, algo que Hawley, un abogado formado en la Universidad de Yale, presumiblemente sabe. Sin embargo, siguió defendiendo su voto contra la certificación del resultado electoral como un gesto simbólico. Asimismo, recordó que los demócratas también cuestionaron la victoria republicana en las presidenciales de 2000, 2004 y 2016. De camino al Capitolio el día de la votación para la certificación, levantó el puño para saludar a los partidarios de Trump que se concentraban en la zona y que acabaron asaltando el Capitolio. En declaraciones a la NBC, un estratega republicano se quejó de que el senador parecía “bobo”.
A diferencia de Donald Trump, Hawley no animó directamente a la multitud que asaltó el Capitolio. Pero su maniobra para empañar la legitimidad de las elecciones sin duda avivó las llamas. Ahora, con un balance de cinco personas muertas, excrementos humanos esparcidos en las paredes de un edificio que muchos estadounidenses consideran casi sagrado, y los llamamientos generalizados para que Trump renuncie al cargo o se enfrente a un proceso de destitución, Hawley puede haber tenido éxito en su empeño por presentarse como un mini Trump y, por este motivo, se enfrenta a una fuerte reacción en su contra.
Aunque ha condenado la violencia en el Capitolio, Hawley ha optado por redoblar sus esfuerzos por cuestionar los resultados de las elecciones. En un comunicado emitido después del asalto, afirmó: “Nunca me disculparé por dar voz a los millones de votantes de Missouri y del resto del país que están preocupados por la integridad de las elecciones... Este es mi trabajo, y lo seguiré haciendo”.
El ascenso de Hawley
A medida que crecen las críticas a Trump, la pregunta es si Hawley, que de la noche a la mañana se ha convertido en un paria en la capital del país, sufrirá un revés político a causa de su agresiva apuesta de complacer a una minoría de estadounidenses que defienden a Trump incondicionalmente. Entre esta minoría figuran los teóricos de la conspiración de Qanon, una conspiración de la extrema derecha que asegura que existe una trama secreta contra Donald Trump y sus seguidores. El hecho de haberse posicionado en el lado de los insurrectos, aunque sea indirectamente, puede haberlo distanciado definitivamente de muchos estadounidenses.
En declaraciones al periódico St. Louis Post-Dispatch, el mentor de Hawley, el exsenador republicano John Danforth dijo que, “apoyar a Josh y poner todo su empeño para que llegara al Senado ha sido el mayor error que ha cometido en su vida”. La editorial Simon & Schuster ha cancelado la publicación de un libro de Hawley. Varios congresistas demócratas han pedido la dimisión de el republicano y de Cruz, como también lo ha hecho el periódico del estado de Hawley, el Kansas City Star (Kansas City está en Misuri).
En los últimos años, la estrella política de Hawley ha experimentado un ascenso inusualmente rápido. Debido a sus credenciales intelectuales archiconservadoras, su disposición a dejar de lado las ortodoxias económicas de los seguidores de las políticas de Reagan para lanzar mensajes más populistas y su desfachatez, Hawley ha sido a menudo presentado como un triunfador, más inteligente y, tal vez, por esa razón, más peligroso. “¿Y si los republicanos regresan en 2024 con una versión más inteligente, más astuta y más sabia de Trump”? se preguntaba el periodista político Mehdi Hasan en el medio The Intercept del año pasado. “No se dejen engañar, progresistas. Josh Hawley no es su amigo”.
A diferencia de Trump, un magnate inmobiliario sin experiencia política previa y estrella errática de reality shows, Hawley tiene un impecable currículum conservador. Estudió en la Universidad de Stanford y en la facultad de derecho de Yale, trabajó para el presidente del Tribunal Supremo de los Estados Unidos, John Roberts, y fue profesor en St Paul, una escuela privada masculina de Londres conocida por educar a la élite británica. En 2016, fue elegido fiscal general de Misuri. Después de sólo dos años en el cargo, fue elegido para el Senado de los Estados Unidos en 2018, al derrotar a Claire McCaskill, una demócrata de centro a la que Hawley pintó como una demócrata de izquierdas que había quedado desfasada.
Un republicano distinto
Hawley, el miembro más joven del Senado, es conocido por sus trajes de corte elegante y por sus ganas de salir en los medios de comunicación. “En una ciudad llena de gente sedienta, Josh Hawley es un hombre que se arrastra por el desierto de Kalahari”, escribió el año pasado Charles Pierce, columnista político de Esquire. “El lugar más peligroso para posicionarse en Washington DC es cualquier espacio entre el senador Josh Hawley y un micrófono que retransmita en directo”.
Hawley es un cristiano evangélico conservador que se opone al aborto apasionadamente y es conocido por criticar a la “élite cosmopolita”. De manera inusual para un político republicano, ha llamado a investigar y posiblemente terminar con las principales tecnológicas de Silicon Valley y ha criticado a grandes empresas como Walmart por pagar mal a sus empleados.
En diciembre, formó una alianza inesperada con la congresista demócrata Alexandria Ocasio-Cortez y el senador socialista Bernie Sanders en un intento infructuoso de conseguir una partida de dinero más elevada para luchar contra la pandemia del COVID-19. Hawley llegó a afirmar que las ayudas de 600 dólares que el Congreso finalmente aprobó eran un insulto para todos los ciudadanos que sufrían las consecuencias de la crisis sanitaria.
El tema favorito del senador es la amenaza que representan las grandes tecnológicas. Ha presionado al gobierno para que investigue a Facebook y Google por vulnerar la legislación antimonopolio y de protección al consumidor y ha descrito a las redes sociales como adictivas y “un parásito” para la sociedad. En 2019, presentó un proyecto de ley en el Congreso que limitaría automáticamente el tiempo en las redes sociales a 30 minutos diarios, a menos que los usuarios decidieran unilateralmente pasar más tiempo en estas plataformas.
El proyecto de ley, que no tuvo éxito, también pretendía prohibir funciones como el “scrolling ilimitado” y la reproducción automática.
Como cabría esperar, el ala libertaria del movimiento conservador recela de Hawley y de su entusiasmo por utilizar las palancas del Estado para imponer la moralidad. La revista libertaria Reason ha llamado a Hawley “un demagogo de primera” o la máxima expresión de ser “Karen”, el nombre de mujer referido peyorativamente a un estereotipo de mujer, generalmente blanca y de mediana edad, que cree tener el derecho a exigir más de lo que le corresponde y siempre se está quejando.
Es cuestionable hasta qué punto Hawley es en realidad un populista, o incluso de izquierdas, en sus posiciones económicas. Se opuso al aumento del salario mínimo en Misuri y ha apoyado la legislación antisindical. Pero sabe captar el pulso de los votantes y las tendencias, y es muy consciente del hecho de que el partido republicano, históricamente el partido de los más educados y ricos, se está convirtiendo cada vez más en el partido de la clase obrera.
Reajuste político
Hawley parece apostar por un reajuste político, en el que Trump fue el principio, no el final, de un fenómeno político. El senador de Misuri ha trabajado a destajo para posicionarse como una voz para los estadounidenses de clase trabajadora y socialmente conservadores.
La idea de que Hawley, educado en universidades de élite e hijo de un banquero, es un hombre del pueblo puede ser difícil de aceptar. No obstante, Trump, un multimillonario, se presentó con éxito a la presidencia pintándose como una persona ajena a las élites y critica con la casta.
La pregunta ahora es si el ansia de Hawley de conquistar a los votantes incondicionales de Trump ha ayudado a sus ambiciones de 2024 o las ha perjudicado. Sus acciones pueden ser populares con parte de su base republicana en Misuri, un estado que Trump ganó por un margen de más del 15%.
Parece menos probable, sin embargo, que el público estadounidense en su conjunto sea comprensivo. En declaraciones a NPR, el senador Ben Sasse, republicano de Nebraska, se quejó de que Hawley ha hecho “algo realmente estúpido”. “No ha sido más que un show para llamar la atención. Una idea espantosa, espantosa”.
Traducido por Emma Reverter.