Kamala Harris juró su cargo y es la primera mujer vicepresidenta en la historia de EEUU. La jueza Sonia Sotomayor, la primera magistrada hispana del Tribunal Supremo, fue la encargada de tomar el juramento de Harris, realizado a su pedido sobre dos biblias: una que perteneció a una amiga cercana y otra que perteneció a Thurgood Marshall, el primer juez afroamericano del Tribunal Supremo del país.
La vicepresidenta ahora en funciones eligió ropa de los diseñadores también afroamericanos Christopher John Rogers, de Nueva York, y Sergio Hudson, de Carolina del Sur. En el inicio de la ceremonia de investidura se hizo escoltar por Eugene Goodman, uno de los oficiales de la Policía del Capitolio que lideró la salida de los simpatizantes de Trump hace dos semanas.
A los 56 años, Kamala Harris no cabe en ningún estereotipo político estadounidense: hija de inmigrantes y producto de su sueño americano, fue criada como feminista y progresista, pero rompió el techo de cristal una y otra vez con una mirada pragmática del poder que le garantizó un arco aliado muy heterogéneo.
Cuarenta horas antes de asumir como vicepresidenta, Harris presentó su renuncia como senadora al gobernador de su estado, el californiano Gavin Newsom: “No es un adiós, sino un hola”, escribió a poco de convertirse en la titular de la cámara alta del Congreso y el voto que dirimirá en cada votación el empate que dejaron las urnas.
Su historia familiar le ganó muchas veces el apodo de “la Obama femenina”. Nació en 1964, tres años después del expresidente y, como él, es hija de inmigrantes, formada en Derecho en una reconocida universidad y dueña de un innegable carisma y de un discurso difícil de encasillar.
Con información de agencias