Faltan tan solo dos días para que Lula da Silva asuma la presidencia de Brasil. El 1º de enero dará inicio a su tercer mandato, después de haber pasado por los juicios del Lava Jato, finalmente anulados, y por un largo período de prisión que duró desde abril de 2018 a noviembre de 2019. Es por eso que habrá grandes festejos en la asunción, incluido un festival de música con los 60 cantantes de Brasil más renombrados. Y no fue por acaso que bautizaron la fiesta como “Festival Brasil del Futuro. La Alegría Va a Asumir”. De la ceremonia oficial solo resta un interrogante: ¿quién va a colocar la banda presidencial en Lula?.
Hay una respuesta inmediata: el todavía jefe de Estado Jair Bolsonaro ya avisó que él no hará ese traspaso, como es usual. Tampoco cumplirá esa misión el vice saliente, Hamilton Mourao. Queda por ver si se acepta que la transferencia la haga el titular del Senado, Rodrigo Pacheco, o como imaginó el Partido de los Trabajadores, serán representantes de las organizaciones sociales quiénes cumplan con ese papel del rito tradicional. En cuanto a Bolsonaro, no se sabe si partirá mañana rumbo a Estados Unidos o permanecerá en Brasilia; una incógnita que aún se mantiene.
Hace dos semanas, el mandatario saliente se reunió con un miembro de la Corte Suprema, José Antonio Dias Toffoli, en una cena que compartieron además algunos políticos. El magistrado y los aliados le pidieron que hiciera algo para desmovilizar a los bolsonaristas, que mantienen campamentos en las puertas de los cuarteles militares de varias ciudades. El esfuerzo fracasó, pues Jair Messias no aceptó el encargo: “Yo no movilicé nada, y por lo tanto, tampoco tengo nada que desmovilizar” replicó. Aun así, juramentó que no iría a embarcarse en “ninguna aventura”.
La policía del Distrito Federal realizó una operación para eliminar esos focos de resistencia bolsonaristas. Sin embargo, fracasó su primera embestida en las puertas del Comando del Ejército, culpa en gran medida de la inacción de los militares. Los agentes policiales fueron cercados por los manifestantes, y debieron retirarse, según dicen, para evitar males mayores.
Los temores por lo que pueda ocurrir en los actos del 1º de enero distan de haber desparecido. Es que se espera la presencia de unas 300.000 personas, según cálculos del Grupo de Transición comandado por el vicepresidente electo Geraldo Alckmin.
Ese equipo reclamó el cierre de la Esplanada de los Ministerios, una ancha avenida a cuyos costados se elevan los edificios de las distintas carteras. La razón es descartar, a través de una revisación exhaustiva, eventuales amenazas de bombas.
El gobierno de Brasilia, que debe decidir al respecto, ya dio su respuesta positiva, en función especialmente de los 65 jefes de Estado, que estarán presentes. A la Policía Federal Caminera le corresponde velar por la seguridad de esas personalidades mundiales, entre quienes se encuentran desde los presidentes de Alemania y Portugal, hasta los de Bolivia, Perú y Argentina.
La policía federal brasileña resolvió extremar los cuidados respecto de los grupos bolsonaristas. Y ayer detuvo otros cuatro sospechosos de provocar actos vandálicos el 12 de diciembre, cuando Lula y Alckmin fueron diplomados como presidente y vice. Pero las investigaciones continúan, especialmente sobre aquellos contactos de los ya encarcelados. Se trata de “delincuentes” que habitan no solo en Brasilia sino también en otros estados provinciales como Pará, Mato Grosso, Ceará, San Pablo y Río de Janeiro. Ya está en curso la orden dada por Alexandre de Moraes, juez del Supremo Tribunal Federal, para detener preventivamente a 11 personas.
Un integrante del cuarteto detenido la víspera, Klio Damiao Hirano, se dedicó los últimos dos meses a transmitir a través de las redes sociales el desarrollo de las protestas. En una de ella, pidió: “Si usted es patriota, lo precisamos aquí” en referencia a la entrada del Palacio de la Alvorada, residencia oficial brasileña, que de hecho ya fue dejada por Bolsonaro. Ese mismo pseudo periodista indicaba: “Pedimos al Ejército para que entendiera lo que estamos pleiteando; lo que pedimos para nuestro presidente (Bolsonaro). Vamos a esperar ¿no? Misión dada, misión cumplida”.