“El mundo vive un momento de múltiples crisis: pandemia, cambios climáticos, desastres naturales, tensiones geopolíticas, presiones sobre la seguridad alimentaria e incertidumbres energéticas”. Así fue el escenario internacional que el presidente Luiz Inácio Lula da Silva describió en su discurso ante la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe. A eso le añadió otra evocación pesimista: “Las amenazas a la democracia representativa como forma de organización política y social; todo lo cual redunda en un cuadro inaceptable de aumento de las desigualdades, la pobreza y el hambre”.
Pero luego de esta pintura con grises oscuros, el mandatario brasileño decidió jugarse por una perspectiva positiva de salida. “Estas crisis son las que demuestran el valor de la integración. La pandemia de Covid-19 puso en evidencia los riesgos asociados a la excesiva dependencia que tenemos de insumos fundamentales para el bienestar de nuestras sociedades”. Con un espíritu muy adverso a los extremos, Lula decidió moderar los conceptos. “Eso no significa, en modo alguno, que debamos cerrarnos al mundo. Sí destaca que nuestra integración global tendrá los mejores resultados si nos integramos en la región”.
Eso no significa, en modo alguno, que debamos cerrarnos al mundo. Sí destaca que nuestra integración global tendrá los mejores resultados si nos integramos en la región
Tal como ocurrió en sus dos primeras gestiones (entre 2003 y 2010), en su tercer mandato el presidente brasileño repite la apuesta: “Nuestra estrategia de desarrollo debe caminar paso a paso con la reducción de la desigualdad en sus diversas dimensiones: educación, salud y trabajo”. En su visión no es factible crecer y desarrollarse con índices inaceptables de pobreza y hambre, ni tampoco “convivir con la desigualdad y la violencia de género”.
En ese contexto, al mandatario brasileño le emergió su tradicional pragmatismo: “Estoy convencido que, con espíritu pragmático y con base en la colaboración de organizaciones y agencias especializada, como la FAO, OMS Y CEPAL, nosotros tenemos mucho para contribuir. Y una de las contribuciones que puede dar la región para un orden mundial pacífico, basado en el diálogo, es el refuerzo del multilateralismo en la construcción colectiva”.
El presidente del Brasil está convencido que la región, con América Latina y el Caribe, es pacífica y “repudia el extremismo y la violencia política”. Para él “ese espíritu de solidaridad, diálogo y cooperación, no puede ser más actual y necesario”. En ese marco, Lula defendió el diálogo con la Unión Europea, la India, China, ASIAN y la Unión Africana. Especialmente convocó a superar el pasado colonial, pues “la presencia intolerable de la esclavitud marcó profundamente nuestras sociedades, muy desiguales y con tensiones autoritarias que desafían la democracia”.
En un breve recorrido de su experiencia presidencial y como político, recordó que “los sucesivos gobiernos brasileños desde el retorno de la democracia nos empeñamos con fuerza en la cooperación. La lamentable excepción fue en los años recientes, cuando mi antecesor tomó la decisión de retirar a Brasil de la CELAC”. En 2008 fue la primera vez que los jefes de Estado y de Gobierno “nos reunimos sin ninguna tutela extranjera, para discutir nuestros problemas y buscar soluciones propias”. Precisamente, le tocó a Brasil ser la sede de esa conferencia inaugural, en el Nordeste del país. El gobernante, que lleva 24 días en el poder, sostuvo a modo de conclusión: “Nada debe separarnos, porque todo nos aproxima”.