Macron arrebató a la izquierda la presidencia de la Asamblea francesa con los votos de la derecha

Amado Herrero

París —

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La macronista Yaël Braun-Pivet fue reelegida este jueves como presidenta de la Asamblea Nacional francesa en una votación secreta marcada por el suspenso que se decantó a su favor gracias a los votos de los diputados de la derecha. La candidata del partido Juntos por la República (formación del presidente francés) superó al diputado del Nuevo Frente Popular, el comunista André Chassaigne, en la tercera votación (220 votos a 207).

Tras las legislativas de 2022, Braun-Pivet había dimitido de su puesto en el Gobierno –entonces era ministra de Territorios de Ultramar– para ser la candidata del partido presidencial de la Asamblea, pero en contra de la opinión del propio Macron, que prefería a otros diputados de su formación. No obstante, en aquel momento, Braun-Pivet se impuso y fue elegida en la segunda vuelta con 242 votos. A lo largo de la pasada legislatura su actividad como presidenta estuvo marcada por varias disputas con diputados del partido de izquierda Francia Insumisa que criticó su gestión del hemiciclo, en particular por el número de sanciones impuestas contra ellos (incluidas algunas por desplegar banderas de Palestina).

Primera mujer en ocupar el cargo, había dejado claro, desde que fue reelegida diputada en la noche electoral del 7 de julio, su intención de presentarse a la reelección, pese a la pérdida de la mayoría parlamentaria de su partido. “Durante estos dos años, luché día y noche para que la Asamblea Nacional no quedara bloqueada, para que se respetara a todos y cada uno de los diputados”, había defendido Braun-Pivet en los días previos a la votación, haciendo referencia a la situación de mayoría relativa en la que se encontraba la coalición presidencial desde hace dos años, con 250 diputados electos, 82 más que en la actual.

“Las últimas semanas fueron extremadamente tensas y vimos un país preocupado y fracturado. Hoy tenemos una enorme responsabilidad”, afirmó Braun-Pivet, en su primer discurso ante la cámara, tras ser reelegida. La presidenta recordó que hay “cuestiones importantes en juego” en esta legislatura, que “nuestras decisiones y acciones pueden cambiar vidas, como bien nos dijeron los votantes. Tenemos que escuchar estos mensajes y encontrar soluciones con nuevos métodos”. Braun-Pivet añadió que “esta asamblea es más representativa del pueblo francés, pero también está más dividida”, explicando la necesidad de encontrar “compromisos”.

Desde la primera vuelta, Braun-Pivet contaba con el apoyo del partido presidencial (antes llamado Renacimiento, rebautizado recientemente como Juntos por la República) y sus aliados del partido centrista MoDem. La otra formación de centroderecha, la del ex primer ministro, Édouard Philippe (Horizontes), decidió presentar una candidatura alternativa con la diputada Naïma Moutchou. El diputado del grupo Libertadas, independientes, Ultramar y Territorios (LIOT), Charles de Courson, el parlamentario que más tiempo lleva en la Asamblea, también fue candidato. 

En los días previos, los presidentes de los grupos y los diputados multiplicaron las conversaciones y los acuerdos en los pasillos del Palacio Borbón, para negociar posibles apoyos y posibles retiradas de candidaturas, en especial pasada la primera votación. En los últimos días, los diputados de la derecha gaullista (ahora bajo el nombre La Derecha Republicana) designaron a Philippe Juvin como candidato a la presidencia. Juvin fue reelegido en su circunscripción tras la retirada del candidato presidencial en la segunda vuelta y es una de las figuras del partido más favorables a acuerdos con el centro. Su retirada y los votos de su formación a Braun-Pivet han sido decisivos.

El voto favorable de los diputados conservadores a la candidata macronista se inscribe en un momento en el que los medios franceses publicaron que el nuevo líder del partido gaullista, Laurent Wauquiez, prepara un documento que sirva de pacto legislativo para una posible alianza con Emmanuel Macron y la formación de un Gobierno –en minoría– que agrupe a conservadores y centristas.

Aislamiento de la izquierda

Al conocerse los resultados de las últimas legislativas Emmanuel Macron declaró que esperaría a “la estructuración de la Asamblea” antes de tomar cualquier decisión sobre el nombramiento de un nuevo primer ministro. Esa afirmación convirtió la elección de la presidencia de la cámara en un importante indicador, en particular en relación al Nuevo Frente Popular, que sigue reclamando la legitimidad para formar gobierno por ser la coalición con más escaños.

Para los diputados de izquierda, la elección del candidato a la presidencia de la Asamblea había supuesto un respiro de las crecientes tensiones sobre la designación de un candidato a primer ministro que represente a todos los partidos de izquierda. Las formaciones del Nuevo Frente Popular (Francia Insumisa, Partido Socialista, Europa Ecología-Los Verdes y Partido Comunista) se pusieron de acuerdo sobre la designación del diputado comunista de Puy-de-Dôme, André Chassaigne.

Chassaigne es el presidente del Grupo de la Izquierda, Democrática y Republicana (GDR), que agrupa a representantes progresistas de los territorios franceses de ultramar, además de los comunistas. Es una figura muy conocida en la Asamblea Nacional, donde ejerce desde hace 22 años y se esperaba que su figura y su experiencia le permitiesen captar votos más allá de sus propias filas.

Al finalizar la sesión, el diputado denunció que “el voto de los franceses había sido robado por una alianza contra natura”, en referencia a un posible acuerdo de conservadores y macronistas a cambio de los votos decisivos. El político comunista afirmó que el NFP se siente “orgulloso de haber librado juntos esta batalla, de habernos puesto de acuerdo sobre el nombre de un candidato único”. “Defendimos nuestro programa”, agregó.

De hecho, el candidato del NFP llegó en cabeza en la primera vuelta, por delante del candidato de extrema derecha y de Braun-Pivet, que llegó en tercer lugar. Pero las retiradas de los candidatos de derecha y de la diputada de Horizontes ya apuntaban a que en la segunda vuelta Braun-Pivet saldría en cabeza y la situaban como favorita para un hipotético tercer escrutinio.

La extrema derecha, en busca de alianzas

La Agrupación Nacional, el partido de Marine Le Pen, presentó a su propio candidato, Sébastien Chenu, vicepresidente durante la última legislatura. Conscientes de no tener suficientes votos para ser elegidos, la formación de extrema derecha esperaba negociar la retirada de su candidato o el voto de sus diputados, según los medios franceses.

A cambio esperaban conseguir acuerdos con otros grupos en el reparto de otros cargos clave en la Asamblea. La condición que puso el partido de Le Pen es que los candidatos debían “apoyar las instituciones y la pluralidad”. Una forma de criticar los intentos de establecer el cordón sanitario que defendían los partidos de izquierda, que habían defendido pactos con la coalición macronista que pudiera dejar fuera de las comisiones a los diputados de Agrupación Nacional. Pero finalmente –y contra todo pronóstico– Chenu mantuvo su candidatura en la tercera vuelta.

Partido con más diputados, la formación de Le Pen reclama dos vicepresidencias, uno de los tres cuestores (responsables de gestionar los servicios financieros y administrativos) y una secretaría. Agrupación Nacional también reclama la presidencia de la Comisión de Finanzas, que debe adjudicarse el sábado 20 de julio y que el reglamento de la Asamblea indica que debe ir a la oposición. El problema es que, en la situación actual, sin gobierno ni mayoría clara, nadie puede decir todavía quién es la oposición.

Críticas al Gobierno

La persona que ocupa la presidencia de la Asamblea Nacional está considerada la cuarta figura más importante del Estado, además de marcar el ritmo político de la Cámara Baja. Organiza el trabajo parlamentario, dirige las deliberaciones, mantiene el orden de la sesión y puede suspenderla, entre otras prerrogativas. También puede acudir al Consejo Constitucional para que dirima si las leyes aprobadas son acordes o no a la carta magna.

Aunque la elección no está directamente ligada al nombramiento del próximo primer ministro, el entendimiento entre diputados macronistas y conservadores añade más incertidumbre sobre un posible pacto que complique los intentos de la izquierda de llegar al poder. No obstante, los expertos subrayaron que esta elección es ante todo un acuerdo de funcionamiento de la cámara y que no es necesariamente trasladable a un acuerdo de gobierno ni a una mayoría a favor de un proyecto político.

Con una configuración inédita en la Asamblea Nacional –en ausencia de mayorías claras– la elección de un nuevo presidente supone un momento particularmente importante en la legislatura y sirve de barómetro del equilibrio de fuerzas entre los distintos bloques. El resto de los puestos clave de la Mesa de la Asamblea se cubrirán entre el viernes y el sábado.

Ese contexto hizo que la votación reciba una especial atención, en un momento crucial, de mucha incertidumbre sobre cuál será el color del próximo gobierno y en el que el actual ejecutivo que preside Gabriel Attal se encuentra en funciones. El hecho de que Attal y varios miembros del Gobierno hayan participado en la votación fue criticado por el resto de formaciones políticas, que consideran que atenta contra la división de poderes.

La jornada de este jueves aportó algunas imágenes llamativas. Como marca la tradición, el diputado más joven de la Asamblea –en este caso Flavien Termet–, de 22 años, elegido por la extrema derecha- fue el primero en votar y esperó junto a la urna para estrechar la mano del resto de diputados. Muchos de los parlamentarios del NFP (todos los de Francia Insumisa) se negaron a hacerlo.

Por otro lado, el diputado ecologista Sébastien Peytavie, primer parlamentario francés en silla de ruedas, lamentó en un tuit no haber podido votar directamente en las dos primeras rondas y “haber tenido que confiar su voto a un ujier” porque el hemiciclo no está adaptado. Finalmente pudo depositar su papeleta en la urna en la tercera votación, entre los aplausos de todos los diputados presentes en el hemiciclo. Desde su elección en la anterior legislatura, Peytavie se sienta en primera fila, junto al tradicional banco de los ministros, en lugar de en el banco con sus compañeros de grupo.