Este lunes y martes se ha alcanzado la cifra récord de entradas irregulares de personas migrantes desde Marruecos a la ciudad autónoma de Ceuta en un solo día. El registro final de entradas es de 8.000 personas –y 4.000 devoluciones–, muchas de ellas menores de edad, según cifras del Ministerio de Interior.
La mayoría son jóvenes de la región de Castillejos que accedieron a pie, a nado o en balsas, gracias a la relajación de las fuerzas auxiliares y la Gendarmería Real marroquíes.
En Rabat, este acto se achaca al enfado de las autoridades magrebíes con el Gobierno de España por acoger en abril al secretario general del Frente Polisario, Brahim Ghali, ingresado en el hospital de Logroño para tratarse de la COVID-19 y de un cáncer avanzado. El Ministerio de Exteriores explicó en su momento que se trata de una acogida “por razones humanitarias”.
Sin embargo, en Marruecos el Frente Polisario es considerado un enemigo. De hecho, el 13 de noviembre, el Polisario dio por roto el alto el fuego y declaró el “estado de guerra” tras la entrada del ejército marroquí en el paso de Guerguerat, en la frontera con Mauritania.
Por eso, la solidaridad de España se consideró una ofensa que desencadenó la llamada urgente a consultas del embajador español en Rabat, Ricardo Díez-Hochleitner Rodríguezâ; y dos comunicados oficiales del Ministerio de Exteriores marroquí en menos de una semana. En ambas misivas se dirigían a España, pidiendo explicaciones sobre la acogida de Ghali y solicitando que se le juzgase por “crímenes de lesa humanidad”.
Tras no recibir respuestas a varias preguntas lanzadas en el primer comunicado, a los pocos días llegaba un nuevo aviso de Marruecos: “Tomamos nota de esta actitud desleal”. Además, advertía que habría “consecuencias”.
El 26 de abril, Marruecos relajó el control migratorio en lo que muchos interpretaron como un aviso. Ante la pasividad del control de la costa marroquí, entonces cruzaron alrededor de un centenar de personas desde Castillejos a Ceuta. En esa ocasión, los Gobiernos de España y Marruecos reactivaron el convenio de 1992 y devolvieron a los migrantes adultos.
La actual entrada a Ceuta de miles de personas en menos de 24 horas es un hecho único sin precedentes. Sin embargo, en 2014 Marruecos rompió las relaciones en materia de migración y miles de personas de países de África Subsahariana llegaron a España.
Entonces, también se había llamado a consultas al embajador español en Marruecos, Alberto Navarro, porque la Guardia Civil había interceptado al rey Mohamed VI mientras navegaba en su lancha deportiva por El Estrecho.
Este martes, España ha convocado a la embajadora de Marruecos en España, Karima Benyaich. La embajadora ha asegurado que en las relaciones entre países hay actos que tienen consecuencias, “y se tienen que asumir”, en velada referencia a la decisión de España de prestar atención médica al líder del Frente Polisario, Brahim Ghali.
Por su parte, la ministra de Exteriores española, Arancha González Laya, ha evitado relacionar la relajación de los controles en frontera con el desencuentro por la atención médica al líder del Polisario. “No puedo hablar por Marruecos. En todo caso, puedo decirle que nos han asegurado hace unas horas que esto no es fruto del desencuentro”, afirmaba en la Cadena SER.
Tiranteces desde el 10 de diciembre
Actualmente, las tiranteces entre España y Marruecos se arrastran desde el 10 de diciembre. Después de meses organizando la Reunión de Alto Nivel (RAN) que terminaría con una audiencia real de Mohamed VI al presidente Pedro Sánchez, Rabat la canceló alegando motivos sanitarios por la pandemia.
Esa misma tarde y sin haber avisado a España, el entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció en su cuenta de Twitter un decreto presidencial que reconocía la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental. Con ese apoyo de la primera potencia mundial, Rabat esperaba recibir el sostén de otros países, como España.
Sin embargo, la posición del Ejecutivo español fue la de limitarse al derecho internacional y apoyar las decisiones de la ONU. Aunque sí abogó por solicitar al secretario general de la ONU, Antonio Guterres, que nombrase un enviado especial para el Sáhara Occidental, puesto vacante desde enero de 2019, cuando renunció Horst Köhler.
En todo caso, las entradas se han producido por la frontera sur de Europa y afectan también al resto de países europeos. Hay que tener en cuenta que Marruecos tiene congeladas sus relaciones diplomáticas con Alemania desde marzo, en referencia, entre otros motivos, a su posición también sobre el Sáhara Occidental.
De momento, en Rabat se guarda silencio institucional desde que empezaron a entrar sus ciudadanos a España el lunes de madrugada. E incluso los medios de comunicación oficialistas no están informando sobre la situación en el norte del país y en la vecina Ceuta.