La ofensiva ordenada por el presidente de Rusia, Vladímir Putin, contra Ucrania cumple este jueves un mes, marcado por combates en muchos puntos del país, la destrucción causada por los bombardeos, la huida de millones de refugiados, la pérdida de cientos de vidas civiles y la fuerte condena internacional. Estas son las claves para entender estas cuatro semanas de guerra:
La ofensiva se estanca
Tras negar reiteradamente tener planes para invadir Ucrania ante las advertencias occidentales, Putin anunció el 24 de febrero lo que denominó una “operación especial” con el objetivo de “desmilitarizar” y “desnazificar” Ucrania, un país con un presidente judío que encabeza un Gobierno centrista y elegido democráticamente. Su intención también era, dijo sin aportar pruebas, “proteger a las personas que han sido objeto de genocidio por parte del régimen de Kiev durante ocho años” en el Donbás, al este, donde los líderes de las autoproclamadas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk recién reconocidas por Moscú habían pedido su ayuda.
Aquel jueves, las tropas rusas iniciaron una ofensiva desde varios ejes de la frontera, al este, al sur y al norte. Las autoridades ucranianas aseguraron que también atacaron desde Bielorrusia y con el apoyo de este país. Ucrania activó la ley marcial y prohibió salir a los hombres de entre 18 y 60 años. A los soldados ucranianos se les sumaron decenas de miles de reservistas, agrupaciones de voluntarios y miembros de las unidades territoriales. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, comenzó a dirigirse a diario a la población con discursos en los que insiste en que su país ganará la guerra e interpela a los países occidentales para recabar más apoyo.
Un mes después, parece que el Ejército ruso no ha logrado sus objetivos. Ha conseguido la mayoría de sus avances en las ciudades del sur y el este, mientras sus fuerzas han permanecido más estancadas en el norte y alrededor de Kiev. Según analistas occidentales, su objetivo principal sigue siendo rodear la capital, y aunque los misiles y la artillería están destruyendo edificios en la ciudad, el grueso de las fuerzas rusas permanece a kilómetros del centro.
Se cree que las tropas rusas se han enfrentado a continuos problemas de logística y refuerzos, y Estados Unidos y Reino Unido han recalcado la “fuerte” resistencia ucraniana que se han topado en sus intentos de avanzar. Rusia tampoco ha logrado hacerse con el control del espacio aéreo ucraniano. Pero la guerra no ha terminado y hay expertos que ven probable que las fuerzas rusas pasen a una fase de bombardeo continuado de las ciudades debido al fracaso a la hora de rodear y tomar Kiev y otras urbes importantes.
Preguntado en una entrevista sobre qué ha conseguido Putin hasta ahora, el portavoz del Kremlin reconoció que “todavía no ha logrado” lo que se proponía, pero afirmó que la “operación militar especial”, el eufemismo de Moscú, estaba “desarrollándose estrictamente de acuerdo con los planes y los propósitos establecidos de antemano”.
Negociaciones enquistadas
El estancamiento militar es el telón de fondo de las conversaciones de paz entre Ucrania y Rusia, que continúan sin que de momento se materialice ninguno de los avances que las dos partes habían dicho ver cerca hace ya una semana. Ambas se acusan mutuamente de torpedear las negociaciones. El Kremlin mantiene sus exigencias: además de lo que llaman “desmilitarización” y “desnazificación”, piden que Ucrania no se una a la OTAN, poniendo como condición que acepte un estatus de neutralidad, que reconozcan la península de Crimea como rusa así como la independencia de las autoproclamadas “repúblicas populares” de Donetsk y Lugansk.
Kiev, que busca un alto al fuego y la retirada de las tropas, ha mostrado su voluntad de ceder en la aspiración pertenecer en la OTAN a cambio de lo que denomina garantías estrictas de seguridad con el compromiso de varios países. Pero está menos claro que cumplan con otras concesiones exigidas por Moscú. Zelenski asegura que no se puede comprometer la “integridad territorial” de Ucrania y que cualquier acuerdo estaría sujeto a un referéndum en todo el país.
De la torre de Kiev al hospital de Mariúpol
En un mes de invasión, muchas ciudades ucranianas han sido escenario de explosiones, bombardeos, combates, sirenas antiaéreas, civiles refugiándose bajo tierra e infraestructuras en llamas. En los primeros días de la guerra, el 1 de marzo, las fuerzas rusas bombardearon la enorme Plaza de la Libertad en el centro de Járkov, la segunda ciudad del país. Ese mismo día, un proyectil alcanzó la principal torre de televisión de Kiev, que está cerca de Babi Yar, un memorial que recuerda el fusilamiento de miles de judíos a manos de los nazis.
El 3 de marzo, una pequeña plaza de la ciudad de Chernígov fue alcanzada por múltiples bombas, causando graves daños a los edificios cercanos y matando a civiles en ataque documentado en el que se cree que la mayoría de las víctimas estaban haciendo cola para comprar comida. Esa noche, la central nuclear de Zaporiyia, la más grande de Europa, fue bombardeada y las fuerzas rusas tomaron el control, al igual que hicieron el primer día de invasión con el área de la central nuclear de Chernóbil.
El 6 de marzo, cerca de Irpin, en los alrededores de Kiev, fuerzas rusas dispararon proyectiles de mortero que alcanzaron un paso de evacuación y mataron a varios civiles que intentaban huir.
El 9 de marzo, las imágenes devastadoras del hospital materno infantil atacado en Mariúpol dieron la vuelta al mundo. Varias personas murieron, incluida una de las mujeres fotografiadas y su bebé. Una semana después, el 16 de marzo, las autoridades denunciaron un nuevo ataque ruso en una piscina pública y en el Teatro Dramático de Mariúpol, donde más de 1.000 personas se habían resguardado de los intensos bombardeos que han hecho estragos en la ciudad. El 19 de marzo, una escuela de arte que albergaba a unas 400 personas fue destruida por un bombardeo. Aunque se han sacado a algunos supervivientes de los escombros, el número de víctimas sigue siendo desconocido en ambos casos y muchos detalles no están claros.
Ataques contra infraestructura civil
Moscú ha negado haber atacado a civiles y afirma que sus ataques aéreos y su ofensiva terrestre y marítima tienen por objeto destruir la infraestructura militar ucraniana. Pero se sabe que colegios y guarderías han sido alcanzados por los bombardeos, así como hospitales. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha verificado 64 ataques a la atención médica –a instalaciones sanitarias, ambulancias, personal y pacientes–.
Numerosos bloques de viviendas están destrozados. Alrededor de 3.780 edificios residenciales han sufrido daños parciales y 651 han sido completamente destruidos en el país, según el jefe adjunto del Servicio Estatal de Emergencias de Ucrania. La ciudad de Kiev dice que más de 70 bloques de viviendas en la capital han resultado dañados. El Ayuntamiento de Járkov afirma que 778 edificios residenciales han quedado destruidos por los bombardeos. En Mariúpol, las autoridades dicen que el 80% de las viviendas han sufrido daños.
La ONU ha recibido información de varios casos de uso de municiones de racimo por parte de las fuerzas rusas, incluso en zonas pobladas, en concreto en Donetsk y Járkov. Estas bombas están prohibidas por un tratado internacional por su efecto indiscriminado.
Amnistía Internacional y Human Rights Watch han documentado posibles crímenes de guerra por parte de las fuerzas rusas –también han pedido a Ucrania que proteja a los prisioneros de guerra como indica el derecho internacional humanitario–. La Fiscalía de la Corte Penal Internacional ha iniciado una investigación sobre presuntos crímenes de guerra y de lesa humanidad. EEUU ha declarado este miércoles formalmente que considera que miembros de las fuerzas rusas han cometido crímenes de guerra y que muchos de los sitios atacados han sido claramente identificables como de uso civil.
Además, cuatro periodistas que cubrían la guerra han muerto desde el inicio de la invasión rusa.
Casi 1.000 víctimas civiles confirmadas
El número de civiles que han fallecido en el conflicto es difícil de verificar. Los servicios de emergencias ucranianos informan con frecuencia de la cantidad de cuerpos sin vida que sacan de los escombros de los bombardeos. La oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos ha confirmado la muerte de 977 civiles y 1.594 heridos. Este dato aumenta día a día, y la oficina cree la cifra real puede ser considerablemente mayor, ya que aún no incluye las cientos de víctimas que han denunciado ciudades como Mariúpol, donde las autoridades afirman que han muerto más de 2.300 personas en los ataques.
En menos de un mes, el número de víctimas civiles confirmadas equivale al 70% de todas las muertes civiles confirmadas en los últimos siete años de combates en el este de Ucrania, según Naciones Unidas.
Entre los civiles fallecidos confirmados por la ONU, 81 eran menores de edad. Las autoridades ucranianas dicen que han muerto 121 niños.
Más de 3,6 millones de refugiados
Desde el primer día de invasión, cientos de miles de refugiados han escapado del país en busca de seguridad, a un ritmo que Europa no presenciaba desde la Segunda Guerra Mundial. Más de 3,6 millones de personas han huido hasta ahora a los países vecinos, según la agencia de la ONU para los refugiados (Acnur). El 90% son mujeres y niños.
La enorme mayoría, 2,1 millones, han salido por Polonia, pero también por otros países que comparten frontera como Hungría, Moldavia, Rumanía, Eslovaquia y Rusia. Los trenes que van a la frontera han estado repletos y ha habido largas colas de tráfico en las carreteras que salen del país.
La Unión Europea ha activado por primera vez la directiva de protección temporal, que garantiza la residencia automática y los derechos básicos a quienes huyan a suelo comunitario. En España, 13.062 personas han conseguido los papeles hasta ahora.
Pero dentro de Ucrania, un número aún mayor de personas, cerca de 6,5 millones, están desplazadas como consecuencia directa de la guerra, según la Organización Internacional para las Migraciones. Por tanto, el número de personas que han dejado sus hogares puede ascender a 10 millones. Ciudades como Kiev o Chernígov calculan que la mitad de su población se ha ido.
12 millones de personas sin suministros básicos
Además de quienes han tenido que huir, la oficina humanitaria de la ONU (OCHA) calcula que más de 12 millones de personas siguen varadas en las zonas afectadas sin poder salir por los combates, la destrucción de puentes y carreteras, y la falta de recursos o información. Estas personas están casi completamente aisladas de los suministros básicos, como alimentos, agua y medicamentos. Muchas permanecen atrapadas en zonas donde el conflicto sigue escalando y los servicios esenciales se han visto interrumpidos.
La situación humanitaria en el este sigue siendo la que más preocupa a la ONU. Más de 200.000 personas no tienen acceso al agua en la región de Donetsk y, en Lugansk, los constantes bombardeos han destruido alrededor del 80% de algunas localidades, dejando a casi 100.000 sin electricidad. La escalada, dice OCHA, ha exacerbado las necesidades que se habían acumulado durante ocho años de conflicto armado.
La sitiada Mariúpol, al sureste, ha sido escenario de los peores horrores de la guerra y las organizaciones humanitarias alertan de sus condiciones agónicas, con decenas de miles de personas atrapadas por los intensos combates desde hace varias semanas sin lo más básico para la supervivencia, como comida, medicinas, gas o electricidad, en muchas ocasiones soportando temperaturas bajo cero. La gente se refugia en sótanos sin calefacción. Como falta el agua corriente, muchas personas han recurrido a derretir la nieve o a utilizar el agua de los radiadores.
Las autoridades ucranianas también han llamado la atención sobre la situación humanitaria de ciudades como Chernígov al norte, o la ocupada Jersón, al sur. En total, Ucrania calcula que en los primeros 15 días de marzo llegaron 102.038 toneladas de ayuda humanitaria procedente de otros países, cargamentos que, dicen, se procesan en centros logísticos y se envían a las regiones.
Los intentos de abrir corredores humanitarios
En uno de los únicos avances en las negociaciones, Ucrania y Rusia acordaron el 3 de marzo establecer corredores humanitarios para llevar suministros y ayudar a civiles atrapados a salir de determinadas zonas mientras las acciones militares, en teoría, se detienen temporalmente. Pero su aplicación ha sido lenta y limitada, y ha habido muchos intentos fallidos entre acusaciones de violaciones al alto al fuego. Siguen haciendo falta rutas con suficientes garantías para la evacuación segura de la población.
Cada mañana, las autoridades ucranianas anuncian las rutas acordadas para la jornada, y por la noche hacen balance. Según sus datos, decenas de miles de personas han sido evacuadas por corredores humanitarios abiertos en varias regiones, entre ellas Kiev o Sumy.
La situación desesperada de Mariúpol ha centrado la atención en los múltiples intentos de abrir corredores humanitarios desde la ciudad sureña. Casi 50.000 personas sí han logrado salir de allí conduciendo sus propios coches en dirección a Berdiansk para después llegar a Zaporiyia, según las autoridades –que dicen que este tramo sigue sujeto a intensos combates–. Pero Kiev ha acusado sistemáticamente a los rusos de impedir que los convoyes con ayuda humanitaria o los autobuses de evacuación lleguen a la ciudad.
Las autoridades ucranianas también han acusado en los últimos días a Moscú de deportar por la fuerza a residentes de Mariúpol a territorio ruso.
Rusia, por su parte, ha dicho que más de 360.000 personas han cruzado su frontera, una cifra que incluye personas que supuestamente han sido evacuadas y las que lo han hecho por su cuenta.
Guerra de cifras de soldados muertos
En las estimaciones de las bajas militares hay un vacío importante de información y las disponibles oscilan mucho. Son cifras sobre las que hay que tener cautela en una guerra en la que unos quieren enfatizar y otros minimizar las pérdidas, según los analistas.
Moscú no ha actualizado sus cifras desde el 2 de marzo, cuando informó de la muerte de 498 soldados rusos. Los militares ucranianos aseguran que Rusia ha perdido alrededor de 15.600 efectivos –las autoridades dicen que hay más de 500 prisioneros–. Un diario pro-Klemlin cifró este lunes en 9.861 los soldados muertos rusos y unos minutos después lo borró, explicando que fueron hackeados. La BBC ha compilado una lista de 557 muertes de militares rusos confirmadas. La inteligencia estadounidense ha dado una estimación conservadora de que 7.000 soldados rusos han fallecido en el conflicto.
Por su parte, el presidente Zelenski dijo la semana pasada que 1.300 soldados ucranianos han muerto.
Occidente apuesta por sanciones y armamento
Los países occidentales, principalmente Estados Unidos, la Unión Europea y Reino Unido, han ido endureciendo sus sanciones para ejercer presión sobre Moscú, que ha reconocido el impacto en su economía. Estas medidas incluyen sanciones a bancos y oligarcas rusos así como la retirada de algunos bancos rusos del sistema bancario internacional Swift. Reino Unido y la UE también han prohibido la exportación de bienes de lujo, como coches o joyas, en un intento de afectar directamente a las élites rusas.
Washington y Londres también han prohibido las importaciones de petróleo ruso. Alemania ha suspendido el gasoducto ruso Nord Stream 2. La UE, que ha mutado durante la invasión, ha bloqueado también las emisiones de los medios rusos Sputnik y Russia Today (RT). Algunas sanciones se han extendido a Bielorrusia por su papel en la invasión.
Los países occidentales están entregando armas a Ucrania. El Gobierno ucraniano ha pedido en repetidas ocasiones a la OTAN que imponga una zona de exclusión aérea sobre el país, una medida que la alianza ha rechazado tajantemente, alegando que supondría una confrontación directa con los aviones rusos, lo que podría conducir a una guerra “en toda regla” en Europa, involucrando a muchos más países. La OTAN sí ha desplegado miles de fuerzas defensivas terrestres y aéreas adicionales en la parte oriental de la alianza y activos marítimos en toda su área.
El presidente de EEUU Joe Biden ha reiterado que Putin está barajando recurrir al uso de armas químicas o biológicas en Ucrania, aunque el Pentágono no cree que tal escalada sea inminente. El Gobierno estadounidense también ha advertido sobre la posibilidad de que China brinde asistencia militar a Rusia, algo que Pekín y Moscú han negado. China ha expresado su preocupación por la crisis en Ucrania, pero se ha negado a condenar las acciones rusas o hablar de invasión.
Fuerte condena internacional
La diplomacia se ha acelerado durante la invasión y el aislamiento económico y político de Moscú ha ido en aumento. El 2 de marzo, tras un intento fallido en el Consejo de Seguridad, la Asamblea General de las ONU aprobó una resolución de que condena la invasión rusa y demandaba a Moscú que pusiera fin y retirara inmediatamente y sin condiciones sus tropas del país vecino. Cinco países votaron en contra y 35 se abstuvieron, entre ellos China. Después de 26 años como miembro, Rusia ha dejado de ser parte del Consejo de Europa, la principal organización de derechos humanos del continente.
El 16 de marzo, la Corte Internacional de Justicia (CIJ), el máximo tribunal de Naciones Unidas, ordenó a Rusia suspender “inmediatamente” sus operaciones militares en Ucrania, pero el tribunal no tiene medios reales para hacer cumplir sus órdenes. El secretario general de la ONU, António Guterres, ha dicho que continuar la guerra es “moralmente inaceptable, políticamente indefendible y militarmente absurdo”. “Esta guerra no se puede ganar. Ucrania no puede ser conquistada ciudad por ciudad, calle por calle, casa por casa. El único resultado de todo esto es más sufrimiento, más destrucción y más horror hasta donde alcanza la vista”.
15.000 detenidos por protestar contra la guerra en Rusia
Este mes también ha estado marcado por la disidencia contra la guerra dentro de Rusia. La imagen de la periodista Marina Ovsyannikova, que irrumpió en un telediario con un cartel en el que se día “no a la guerra, no crean en la propaganda”, se convirtió en un símbolo y muchos alabaron el gesto. No ha sido la única.
Desde el comienzo de la ofensiva, las autoridades han detenido a 15.085 personas en protestas en contra de la guerra, según informa OVD-info, organización especializada en el seguimiento de arrestos y la defensa de detenidos. Putin ha calificado de “quintacolumnistas” y traidores a los ciudadanos que se oponen a la invasión.
En lo que expertos de la ONU consideran una “medida alarmante para amordazar y vendar los ojos a toda una población” y someter al país a un apagón informativo total sobre la guerra, una nueva ley castiga lo que las autoridades consideran como información falsa sobre el Ejército ruso con multas y penas de hasta 15 años de cárcel, se han bloqueado canales de televisión y se ha restringido el acceso a medios extranjeros como la BBC y hay periodistas rusos que se han marchado del país. La Justicia rusa ha prohibido en el país las actividades del gigante tecnológico Meta, matriz de Facebook, Instagram y WhatsApp, y califica a la empresa de “organización extremista”.