“Hoy es un día de triunfo”. Así comenzó, en la noche bogotana, su discurso de aceptaciónde la victoria el líder de la coalición de izquierda Pacto Histórico, el sexagenario senador y economista Gustavo Petro, ex egresado de la aristocrática Universidad privada Externado, ex militante del M-19 (la más intelectual y urbana de las guerrillas colombianas), ex alcalde de Bogotá, dos veces antes candidato presidencial derrotado. Estaba flanqueado por la joven y cuadragenaria Francia Márquez, militante ambientalista afrocolombiana, su compañera de fórmula y candidata a vice.
Por primera vez en 75 años de historia colombiana, la izquierda llegaba viva como la formación política con mayores y mejores oportunidades para rivalizar en una segunda vuelta en las elecciones de Colombia. Y por primera vez en 25 años, el balotaje será entre fuerzas nuevas, que no deben su triunfo, ni deberán la presidencia, a las viejas maquinarias clientelistas locales y regionales.
La izquierda nunca había ganado una elección en Colombia. Y con ocho millones y medio de votos ganó el Pacto Histórico, con dos millones y medio de votos sobre el segundo, Rodolfo Hernández, esta vez sí ganó. La participación fue del 54 por ciento. En 2018, y en las anteriores, la participación no llegó ni a la mitad del padrón
Sergio Fajardo, el candidato centrista derrotado, que salió cuarto, lo dijo: “La doble victoria de Petro y Hernández es la prueba de que en Colombia ha vencido la ruptura”. Y este “ha sido el hilo narrativo en la elección en Colombia. Una pregunta: '¿Es la ruptura o no?' Si estamos en un momento de ruptura o no hacia unas nuevas formas de hacer política en Colombia. No es un proceso nuevo porque podemos ver ya indicios y resultados electorales que apuntaban a eso, a ese cansancio. En el año 2018, por ejemplo, fue la debacle de Germán Vargas Lleras, que era el candidato que tenía todas las maquinarias”, dice Laura Ardilá, periodista de La silla vacía.
El olvidado Vargas Llera fue vicepresidente y ministro del gobierno del presidente Juan Manuel Santos -uribista primero terriblemente ortodoxo, aunque después burlonamente heterodoxo al momento de conducir las conversaciones de La Habana que llevaron al Acuerdo de Paz con la empecinada, selvática guerrilla de las FARC. El delfín del ex delfín de Álvaro Uribe quedó cuarto, con menos de un millón y medio de votos, en las presidenciales de 2018. En ese balotaje, cuando el más reciente delfín uribista, el hoy presidente saliente Iván Duque Márquez, un abogado de la Universidad privada Arboleda, todavía casi treintañero, se impuso, como candidato del Centro Democrático, sobre la coalición que entonces lideraba Petro, Colombia Humana - Unión Patriótica.
Si la del domingo fue la victoria de dos figuras contra las candidaturas del Establishment, el Pacto Histórico de Gustavo Petro ya prepara su campaña para el 19 de junio como una menos soprendente, más tradicional cruzada contra la derecha. Así la empezó a armar el domingo mismo la jefatura de campaña del Pacto Patriótico, desde el icónico Salón Rojo del bogotano Hotel Tequendama, que es propiedad del Ministerio de Defensa, y que es donde el candidato de la izquierda había instalado su cuartel general.
La cruzada de la izquierda enfrenta el inconveniente de que la figura a la que cuadraba ese papel teatral, el candidato derechista neo conservador (en política social y alianza hemisférica con EEUU) y neo liberal (en economía), el ex alcalde de Medellín Federico 'Fico' Gutiérrez, sufrió una humillante derrota en la zona cafetalera, atávico bastión de la derecha, y no llegó al balotaje. Fico Gutiérrez y su candidato a vice Rodrigo Lara anunciaron que en segunda vuelta votarán por Hernández y que su partido ocupará una función de “veeduría” aunque no de co-gobierno. “Petro no le conviene a Colombia”, resumieron. Tienen cinco millones de votos. Que no son endosables, pero que no serán para Petro.
El rival inusitado
El candidato contra el que deberá enfrentarse es el septuagenario ingeniero Rodolfo Hernández, ex alcalde de la muy parquizada ciudad norteña de Bucaramanga, que lidera una novedosa, acaso demasiado novedosa, Liga de Gobernadores Anti-Corrupción, sin historia, creada ad-hoc para esta coyuntura electoral. Y que lleva como compañera de fórmula a la académica Marelen Castillo, una bióloga quincuagenaria doctorada en Florida, EEUU.
El senador Gustavo Bolívar es el menos radical -o el más, según se vea- de la nueva izquierda. “Sin los demonios no se puede gobernar”, es una de sus frases más célebres, por lo repetidas. Se refiere a la hospitalidad necesaria, en una alianza electoral, para vencer. Está en la minoría, dentro del Pacto Histórico, que consideran que es más fácil derrotar a Hernández que a Gutiérrez en un balotaje. Porque Hernández no tiene “maquinarias”, ni una, a su favor, dijo. Es decir, que el Pacto Histórico sí las tiene...
En contra de todo cuanto se decía antes de la elección, Hernández ganó no sólo en las ciudades, no es un fenómeno urbano, no son 'cinco locos detrás de un Facebook Live queriendo ser presidentes de la República'. A este carácter de candidatura juvenilista que con las redes se armó su casi octogenario rival aludió Petro en el discurso de acapteción del la victoria: “La corrupción no se combate con frases de Tik Tok”, dijo. La primera seguidora de Hernández en las redes es su madre, casi centenaria.
Ha muerto el uribismo. No hay persona colombiana menor de 30 años que haya presenciado un balotaje presidencial que no estuviera definiido por la polarización con la derecha, desde hace dos décadas triunfante, del 'Plan Colombia'.
La última foto política de la campaña es la de Ingrid Betancourt subiéndose al tren de la victoria y a la candidatura de Hernández, y abrazándose físicamente con él. Es la primera vez, dijo la ex candidata presidencial y ex secuestrada de las FARC refiriéndose a la de Hernández, que pasa a segunda vuelta una candidatura sin maquinaria, sin pactos.
Un perfil publicado por O Globo une Hernández con Trump y con Bolsonaro. Los aúna a los tres, según el diario del Establishment brasileño, un desprecio por cierta clase política, una radicalización del discurso público, una simplificación de los mensajes, y figuras sin ninguna figuración electiva anterior al frente de países dificilísimos de manejar.
Al final del día, la Policía colombiana dio en su parte diario la noticia de una sola muerte con motivo de las elecciones. En la región del Meta, disidencias de las FARC asesinaron a un funcionario electoral. Medellín, Barranquilla, Cali, la costa, donde Fico salió segundo, son regiones donde 'los anticorruptos' pueden crecer. En el Meta, Rodolfo Hernández ya ganó.
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