13 de marzo, arranca el décimo tercer año del pontificado de Francisco. Doce años desde que el Papa “llegado del fin del mundo” pidiera la bendición de los fieles en una abarrotada plaza de San Pedro, después del terremoto que supuso la renuncia al pontificado de Benedicto XVI. Hoy, el Papa celebra esta fecha desde el hospital Gemelli, adonde llegó hace ahora un mes afectado de una bronquitis que degeneró en neumonía bilateral y que estuvo muy cerca de llevárselo a la tumba.
Durante semanas, los medios de comunicación de todo el mundo se han apresurado a hacer un balance de un pontificado que, pese a todo, todavía no ha terminado. “Queda mucho por hacer”, resaltaban hace unos días fuentes directas del entorno de Bergoglio a elDiario.es. Porque Francisco no piensa renunciar, y ya trabaja en un regreso a Casa Santa Marta que podría darse, estiman nuestras fuentes, antes de que finalice este mes de marzo. Bergoglio vivirá su Semana Santa número 12 como Papa desde el Vaticano.
Y es que, desde que el 13 de febrero Bergoglio 'desapareciera' de la foto virtual planteada junto a Pedro Sánchez o Lula Da Silva no se le ha vuelto a ver en público. Al día siguiente, Francisco ingresaba en el Policlínico Gemelli para tratarse de una bronquitis que, pocos días después, se convirtió en una grave neumonía que puso su vida en riesgo hasta este lunes, cuando los médicos revirtieron el “pronóstico reservado” y comenzaron a hablar, con suma cautela, de un progresivo retorno a sus funciones.
A lo largo de este mes, salvo la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, el secretario de Estado y su segundo, y sus secretarios personales, nadie que no fuera personal médico ha tenido acceso directo al Papa, a quien solo escuchamos un breve mensaje, emitido el pasado jueves durante el rezo del Rosario en la plaza de San Pedro, con una voz gastada y cansada que sirvió como 'prueba de vida' frente a las fake news que habían llegado, incluso, a anunciar su muerte.
Lo cierto es que Francisco comienza a pensar en su regreso a Casa Santa Marta. Una vuelta que podría darse antes de que concluya este mes de marzo, aunque el equipo médico intenta prolongar lo más posible su estancia en el hospital Gemelli, sabedores de que Bergoglio es un mal enfermo, y conscientes de que será muy difícil que el Papa cumpla a rajatabla con sus indicaciones fuera de los muros del conocido como 'Vaticano 3', desde donde Francisco sigue gobernando la Iglesia.
Doce años después, la imagen de un Papa disminuido físicamente planea en el Vaticano. Y las preguntas se suceden: ¿Podrá Francisco seguir conduciendo la Iglesia pese a sus limitaciones físicas? ¿Estará capacitado para tomar decisiones clave, desde el diaconado femenino a la profunda reforma en materia de moral sexual? ¿Volverá a viajar el Papa? ¿Cuándo le veremos en público?
Con todas las cautelas propias de un enfermo de 88 años, cuyo estado de salud puede venirse abajo en cualquier momento, fuentes vaticanas apuntan a que este jueves no será posible ver al Papa con motivo del aniversario de su elección, aunque no se descarta algún tipo de comunicado del pontífice agradeciendo a los fieles sus oraciones, y planteando su deseo de regresar pronto al Vaticano. Ahora mismo, Roma confía en que Francisco pueda presidir el rezo del Ángelus –seguramente todavía en el hospital– el domingo 23 de marzo, y sea ahí cuando se le vea por primera vez, más de un mes después de su ingreso.
Para entonces, los médicos confían en que la “terapia respiratoria y motora activa” que está llevando a cabo desde hace diez días le permita leer sin dificultades la reflexión y el posterior saludo. Una hipótesis nada descabellada plantea que Francisco regrese al Vaticano a finales de marzo, y que pueda, incluso, participar en alguno de los actos de Semana Santa. “Queda un mes para el Domingo de Ramos” apuntan desde Roma quienes confían en ver al Papa presente en algunos de los actos de la semana más importante para los católicos. Se descarta, desde ya, su asistencia al Via Crucis o la tradicional visita a una cárcel, lavatorio de pies incluido, del Jueves Santo, pero podría plantearse su asistencia a la Vigilia Pascual y, tal vez, si la recuperación va bien, que pronuncie la bendición Urbi et Orbi el Domingo de Pascua.
En todo caso, sí parece claro que Francisco tendrá que asumir una drástica reducción de su agenda pública y privada, que hasta su ingreso era impropia de un anciano de su edad, algo que preocupa a sus íntimos, sabedores de que el Papa necesita el contacto con la gente y con los fieles. No obstante, fuentes cercanas admiten, agradablemente sorprendidas, que Francisco está cumpliendo a rajatabla las indicaciones médicas. “Le ha visto las orejas al lobo, y es consciente de que todavía tiene que completar la obra de su pontificado”, aseguran quienes le conocen.
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