Qué está pasando en la guerra de Ucrania: Rusia escala la tensión en el mar Negro tras retirarse del acuerdo de cereales

Icíar Gutiérrez

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Crece la tensión en el mar Negro. Rusia concentró sus ataques en las ciudades portuarias del sur de Ucrania y su infraestructura de cereales, especialmente en Odesa, un punto clave del acuerdo con la ONU que facilitó la exportación de millones de toneladas de grano por mar al resto del mundo. En una escalada marítima, Moscú también advirtió de que cualquier barco que navegue hacia esos puertos será considerado potencialmente hostil, a lo que Kiev respondió con una declaración similar.

Los ataques y las amenazas ocurrieron después de que Rusia se retiraró el lunes del acuerdo del mar Negro y algunos analistas creen que se trata de un intento de obstaculizar la capacidad de Ucrania para exportar cereales por mar. El pacto firmado hace un año, que era uno de los escasos éxitos diplomáticos desde el inicio de la invasión rusa, proporcionaba garantías de que los buques no iban a ser atacados al entrar y salir de los puertos ucranianos bloqueados a causa de la guerra. Permitió, en pleno conflicto, el envío de casi 33 millones de toneladas métricas de cereales y otros productos a través del mar Negro desde tres puertos ucranianos y contribuyó a la reducción sostenida de los precios mundiales de los alimentos.

Cuatro días de ataques consecutivos

Horas después de que Moscú anunció que no renovaría el acuerdo, la infraestructura portuaria de Odesa resultó dañada el martes como resultado de los bombardeos rusos, en medio de promesas de represalias después del ataque del puente de Kerch, que une Rusia con la península de Crimea y donde murió una pareja, en una operación de las fuerzas ucranianas, según reconocieron fuentes de los servicios secretos a varios medios.

Un día después, 60.000 toneladas de grano fueron destruidas en el puerto de Chornomorsk, en la región de Odesa, como resultado del bombardeo nocturno contra esta infraestructura portuaria involucrada en el acuerdo del mar Negro, según las autoridades ucranianas. Eran productos agrícolas que debían haber sido cargados en un buque de gran tonelaje y enviados por el corredor marítimo hacía 60 días, de acuerdo con la información del Ministerio de Agricultura. 

Al día siguiente, el Ejército ruso desató otra noche de ataques contra Odesa, así como contra la ciudad portuaria de Mykolaiv. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, informó de que los militares rusos usaron de lunes a jueves casi 70 misiles de varios tipos y casi 90 drones en gran medida contra Odesa, Mykolaiv y otras ciudades sureñas. 

En la madrugada del viernes, por cuarto día consecutivo, dos misiles rusos alcanzaron graneros de una empresa agrícola en la región de Odesa. Además de herir a varias personas, el ataque destruyó 100 toneladas de guisantes y 20 toneladas de cebada y afectó maquinaria, según el gobernador regional, Oleg Kiper. “Tras tres noches consecutivas de potente terror con misiles y drones contra las infraestructuras portuarias, (Rusia) pasó a atacar las empresas agrícolas de la región”, dijo el líder ucraniano en Telegram. 

Según el Programa Mundial de Alimentos, una tonelada métrica de productos –que incluya cereales, legumbres y aceite– da para que coman aproximadamente 1.660 personas un día.

Horas más tarde, también este viernes, siete misiles dañaron lo que las autoridades describieron como una infraestructura al suroeste de Odesa.

Zelenski afirmó que, en total, desde principios de semana, más de 20 personas, entre ellas dos niños, resultaron heridas en la región de Odesa.

Moscú afirma haber estado apuntando a instalaciones militares. Sin embargo, el secretario general de la ONU, António Guterres, condenó los ataques rusos contra las instalaciones portuarias y aseguró que la destrucción de la infraestructura civil puede violar el derecho internacional humanitario, según su portavoz, Stéphane Dujarric. La oficina humanitaria de la ONU también expresó su preocupación “por la aparente escalada de ataques que afectan directamente a civiles e infraestructuras civiles en el sur de Ucrania”.

Impacto en los precios

Guterres aseguró que los ataques “contradicen los compromisos contraídos” por Moscú en el llamado ‘Memorando de Entendimiento’ sellado con Naciones Unidas, que estipula que Rusia “facilitará la exportación sin trabas de alimentos, aceite de girasol y fertilizantes desde los puertos del mar Negro controlados por Ucrania”. 

Los bombardeos están teniendo repercusiones “mucho más allá” de Ucrania, indica el portavoz de Guterres. “Ya estamos viendo el efecto negativo en los precios mundiales del trigo y el maíz, lo que perjudica a todos, pero especialmente a las personas vulnerables del sur global”. Según explicó, tras los últimos acontecimientos en la guerra hubo una fluctuación de los precios. “Suben, bajan. Eso no es bueno para el mercado. Y lo que no es bueno para el mercado es malo para la gente que está en una posición vulnerable, que no puede permitirse alimentos, que no puede permitirse subidas de los alimentos. La mayoría de esas personas están en el Sur global”. 

El jefe de la diplomacia de la UE, Josep Borrell, tildó de “barbárica” la actitud de las fuerzas rusas por los “masivos” ataques aéreos a la infraestructura del puerto de Odesa durante varias noches consecutivas. “No solo se retiraron del acuerdo del grano, sino que además lo están quemando”, dijo Borrell. “Si este grano no solo se paraliza sino que (también) se destruye, significa que habrá escasez de alimentos, de grano en el mundo”. 

Amenazas a los barcos del mar Negro

En plena ola de ataques, el Ministerio de Defensa ruso anunció que pasará a considerar a todos los buques que viajen a puertos ucranianos en el mar Negro como potenciales portadores de material militar y, por tanto, objetivos militares.

En respuesta, el Ministerio de Defensa ucraniano publicó en un comunicado que todos los barcos que se dirijan a los puertos rusos o ucranianos ocupados por Rusia podrán ser tratados por Kiev como los que transportan carga militar. “Al amenazar abiertamente a los barcos civiles que transportan alimentos desde los puertos ucranianos, lanzar ataques con misiles y drones contra la infraestructura civil en ciudades pacíficas y crear deliberadamente una amenaza militar en las rutas comerciales, el Kremlin ha convertido el mar Negro en una zona de riesgo”, dice el texto.  

“Todo esto nos aleja de nuestros intentos por reabrir estas rutas y sacar al mercado todo lo que necesitamos, que son alimentos y fertilizantes ucranianos y rusos. El secretario general proseguirá sus esfuerzos, pero también tenemos que asegurarnos de que no se produzca una escalada tanto en las acciones como en la retórica”, declaró el portavoz de Guterres a la prensa el jueves.

Tras el anuncio de Moscú, Washington afirmó que el Ejército ruso se está preparando para posibles ataques contra buques de transporte civil en el mar Negro. “Nuestra información indica que Rusia colocó minas marinas adicionales en los accesos a los puertos ucranianos”, dijo el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Adam Hodge. “Creemos que este es un esfuerzo coordinado para justificar cualquier ataque contra barcos civiles en el mar Negro y culpar a Ucrania por estos ataques”. 

Analistas occidentales no tienen claro hasta qué punto las fuerzas rusas tienen la intención de atacar embarcaciones civiles en el mar Negro, aunque creen que el Kremlin probablemente considera que este anuncio tendrá un efecto paralizante en la actividad marítima en el mar Negro y creará condiciones que recordarán el bloqueo total de los puertos ucranianos al comienzo de la invasión.

La inteligencia británica piensa que es probable que la flota rusa del mar Negro desempeñe ahora “un papel más activo para interrumpir cualquier actividad comercial que continúe”. “Sin embargo, las operaciones de bloqueo de la flota rusa estarán en peligro por los vehículos de superficie sin tripulación y los misiles de crucero de defensa costera ucranianos”, publicó el Ministerio de Defensa de Reino Unido.

Según esta misma fuente, Rusia “pretende disuadir a toda la marina mercante de los puertos ucranianos”.

El think tank Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW, en inglés) cree que el Kremlin probablemente ve el acuerdo de cereales como una de las pocas vías de influencia para obtener concesiones. Debido a que la mayor parte del grano de Ucrania se cosecha en julio y agosto, escriben los expertos, los ataques de Rusia a los puertos y las instalaciones agrícolas “pueden complicar aún más la capacidad de Ucrania para liberar espacio para los granos recién cosechados”. “Los ataques cada vez más intensos del Ejército ruso contra la infraestructura portuaria y de granos de Ucrania y las amenazas de escalada marítima probablemente sean parte de un esfuerzo del Kremlin para aprovechar la salida de Rusia de la Iniciativa de Granos del mar Negro y obtener amplias concesiones de Occidente”, dice el ISW.

Pocas esperanzas de exportar por el mar Negro

Joseph W. Glauber, investigador principal del Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI), explica a elDiario.es que los ataques de Rusia a las instalaciones portuarias ucranianas y su anuncio sobre los buques implican que “ninguna aseguradora estará dispuesta a ofrecer seguros” a los transportistas, uno de los cabos sueltos que dejó la retirada rusa del acuerdo del mar Negro.

“Las últimas acciones de Rusia echan por tierra cualquier esperanza de que las exportaciones desde los puertos ucranianos del mar Negro puedan continuar sin un acuerdo”, dice Glauber, que explica que se tendrán que encontrar rutas alternativas, “sobre todo los ‘carriles de solidaridad'”, las rutas a través del territorio de la UE por las que se está ayudando a Ucrania a exportar su cereal –por carretera, ferrocarril y a través de los puertos del Danubio–.

“Esas rutas son costosas –la mayor parte de las cuales serán absorbidas por los productores ucranianos en forma de precios más bajos– y crearon tensiones con sus vecinos de Europa del Este”, dice el experto, que añade que la guerra ya repercutió “por desgracia negativamente en la producción ucraniana”. “El Departamento de Agricultura de EEUU prevé para Ucrania una producción de trigo y maíz de solo 30 millones de toneladas. Esos volúmenes podrían ser manejados por los ‘carriles de solidaridad’ pero, de nuevo, a un coste muy elevado”.

El ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania, Dmitro Kuleba, pidió a la Unión Europea que todas las rutas disponibles para las exportaciones de cereales funcionen a plena capacidad. Borrell señaló que será necesario ampliar los llamados “carriles de solidaridad”. Polonia, Rumanía, Hungría, Bulgaria y Eslovaquia se opusieron a la entrada de productos agrícolas ucranianos en respuesta a las protestas de sus agricultores. Kiev tacha las declaraciones sobre cualquier restricción como “inaceptables”.

Además, Ucrania propuso a la ONU y Turquía continuar el trabajo del corredor de cereales en un formato tripartito, incluidas las inspecciones de barcos en el Centro de Coordinación Conjunta (JCC, en inglés), según el ministro de Exteriores. 

Este centro, situado en Estambul, era el encargado de facilitar el paso seguro de los buques comerciales en virtud del acuerdo de cereales y de las inspecciones conjuntas (de todas las partes) destinadas a garantizar que los barcos solo transportaran alimentos. En la actualidad, el JCC no está operativo después de que Rusia informó oficialmente de que se retiraba de él, y como consecuencia no autorizó la entrada de barcos en la zona, de acuerdo con Naciones Unidas.

En estos momentos “hay conversaciones muy activas”, explicó Kuleba. El portavoz de Guterres se limitó a decir que el jefe de la ONU “continuará explorando todas las vías posibles para garantizar que el grano ucraniano, el grano ruso y el fertilizante ruso estén en el mercado mundial” y que haya precios estables. “Hay varias ideas que están sobre la mesa. Lo que puedo decirles es que esto es operar en una zona de guerra”, respondió Dujarric a la prensa. 

Moscú dice que volverá al acuerdo solo si se cumplen sus demandas sobre sus propias exportaciones de alimentos y fertilizantes. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, que jugó un rol clave de mediación en esta área, mostró esperanza de que sus conversaciones con el presidente ruso, Vladímir Putin, conduzcan al restablecimiento del pacto.