El récord de deshielo marino experimentado en la Antártida en 2022 produjo una catástrofe reproductiva en las poblaciones de pingüino emperador del mar de Bellingshausen. Según informan investigadores de la misión británica en la Antártida (BAS), cuatro de las cinco colonias de estas aves en el oeste del continente antártico perdieron a todos sus polluelos. Y la situación solo empeoró desde entonces.
En un trabajo publicado este jueves en la revista Communications Earth & Environment, el equipo liderado por Peter Fretwell informa de la alta probabilidad de que ningún polluelo haya sobrevivido en cuatro de las cinco colonias conocidas de pingüinos emperador en el centro y este de esta región tras examinar imágenes satelitales que mostraban la pérdida de hielo marino en los sitios de reproducción, mucho antes de que los polluelos desarrollaran plumas impermeables.
A principios de diciembre de 2022, la extensión del hielo marino antártico había alcanzado el mínimo histórico anterior establecido en 2021, la más baja en el registro e imágenes por satélite de 45 años. La pérdida más extrema se observó en esta región al oeste de la Península Antártica, donde hubo un 100% de reducción de hielo marino en noviembre de 2022. Las imágenes de la región desde el satélite antes y el después, hablan por sí mismas:
“Nunca hemos visto que los pingüinos emperador no consigan reproducirse, a esta escala, en una sola temporada”, explica Fretwell. “La pérdida de hielo marino en esta región durante el verano antártico hizo muy poco probable que sobrevivieran los polluelos desplazados”. Esto se debe a que las aves dependen de la existencia de hielo marino estable en la zona que eligen para la puesta, que se produce en el invierno antártico de mayo a junio. Los huevos eclosionan después de 65 días, pero los polluelos no empluman hasta el verano, entre diciembre y enero.
Hasta 10.000 crías ahogadas
¿Qué ha pasado entonces con las crías? “Los polluelos que hayan caído al agua se ahogarán a menos que sean lo suficientemente grandes y fuertes como para regresar a un flujo de hielo”, explica Fretwell a elDiario.es. “Incluso entonces, a menos que estén lo suficientemente desarrollados y hayan comenzado a tener plumas impermeables, existe una alta probabilidad de que se congelen y mueran si se sumergen. Suponemos que si el hielo se rompe debajo de ellos habrá una mortalidad total o casi total de los polluelos”. Y, aunque no tiene cifras exactas, Fretwell estima que en esta zona podrían haber muerto unos 10.000 polluelos.
Desde 2016, la Antártida tuvo los cuatro años con las extensiones de hielo marino más bajas en el registro satelital de 45 años. Entre 2018 y 2022, el 30 por ciento de las 62 colonias conocidas de pingüinos emperador en la Antártida se vieron afectadas por la pérdida parcial o total del hielo marino. Aunque es difícil vincular de inmediato estaciones extremas específicas con el cambio climático, se espera una disminución a más largo plazo en la extensión del hielo marino a partir de la generación actual de modelos climáticos.
“Sabemos que los pingüinos emperador son muy vulnerables en un clima más cálido, y la evidencia científica actual sugiere que los eventos extremos de pérdida de hielo marino como este serán más frecuentes y generalizados”, señala el investigador principal. ¿Qué pasará con estos grupos de pingüinos del mar de Bellingshausen que han perdido la puesta?
“Las colonias pueden seguir intentando reproducirse en el mismo lugar durante varios años, pero si el hielo marino sigue siendo inadecuado, se alejarán”, responde Fretwell. “No estamos seguros de qué va a pasar. Es muy probable que el hielo marino en el mar de Bellingshausen también sea muy malo, probablemente peor la próxima temporada. No está claro si sigue siendo insostenible, pero los modelos de hielo marino sugieren que con el tiempo perderemos hielo en muchas áreas de la Antártida”.
Vulnerables, aunque resistentes
La investigadora española Virginia Morandini, del MNCN-CSIC, lleva años estudiando las colonias de pingüinos en la Antártida, incluido el pingüino emperador, y cree que la situación es muy negativa, pero recuerda que se trata de especies con gran capacidad de adaptación. “Habría que darle importancia, pero sin alarmismos, porque estamos viendo mortalidad de pollos, no de adultos”, explica. Además, estas aves son animales de larga vida, tienen una demografía muy lenta y una mortalidad muy alta de pollos en general, que son capaces de amortiguar bastante rápido.
Si hay una tendencia a la baja del hielo, serán los primeros afectados, porque no pueden criar en otro sitio
En casos similares en el pasado, recuerda, se ha visto que cuando pierden a sus polluelos estas aves se pueden mover e incluso incorporar a otras colonias. Entre 2000 y 2003, por ejemplo, dos grandes icebergs se desprendieron y se asentaron justo en frente de la isla de Ross, impidiendo la salida al mar de los pingüinos de Adelia, que durante tres años ni pudieron alimentar a sus crías y murieron en masa. En otros casos se produjeron lluvias, en vez de nevadas, para las que el plumón de los polluelos no estaba preparado y se perdió toda una temporada de reproducción. Y todas estas poblaciones se recuperaron con el tiempo. Aun así, reconoce, “es verdad que el pingüino emperador es la única especie que es dependiente del hielo para la reproducción, lo que les hace mucho más vulnerables que los demás, porque los demás pingüinos crían en roca”. “Y, si hay una tendencia a la baja del hielo”, subraya, “serán los primeros afectados, porque no pueden criar en otro sitio”.
Es una especie muy amenazada, porque al igual que el oso polar con el hielo en el Ártico no tiene dónde irse
El investigador español Luis Pertierra, que estudia las poblaciones de pingüinos en el Instituto Milenio de Biodiversidad Ecosistemas Antárticos y Subantárticos, en Chile, confirma esta limitación en las posibilidades de migrar a nuevas localizaciones. “Pueden moverse a otras zonas, pero no pueden adentrarse al interior, porque lo que ya hay es tierra”, asegura. “Es por eso que se habla de una especie muy amenazada, porque al igual que el oso polar con el hielo en el Ártico no tiene dónde irse”.
En cuanto al deshielo, este evento fue anómalo, pero el problema que implica el calentamiento global es que cada vez será más frecuente y el temor es que los pingüinos no sean capaces de soportarlo. “La zona de Bellingshausen es de las más afectadas en la Antártida”, comenta el experto. “Si en vez de cada cinco años, esto les ocurre cada año, la población no se puede sustentar, porque no hay reclutamiento”. Y apunta un último dato: se trata de colonias que no se han visitado nunca y solo se han visto por satélite. “No han tenido nunca interacción con los humanos y, si se destruyen y se pierden, no habríamos sabido de su existencia si no fuera por estas técnicas”.
“No queda tiempo”
En el mar de Bellingshausen, el hogar de las colonias de pingüinos en este estudio, el hielo marino no comenzó a volver a formarse hasta fines de abril de 2023. Y la situación general este año ha empeorado a toda velocidad. A fecha de 20 de agosto de 2023, la extensión del hielo marino era 2,2 millones de km2 inferior a la media de 1981-2022 (17,9 millones de km2), superando significativamente el mínimo histórico del invierno del 20 de agosto de 2022. Esta área que falta, indican desde el BAS, es “más grande que el tamaño de Groenlandia, o alrededor de diez veces el tamaño del Reino Unido”.
“En este momento, en agosto de 2023, la extensión del hielo marino en la Antártida todavía está muy por debajo de todos los registros anteriores para esta época del año”, asegura Caroline Holmes, científica del clima polar en la BAS. “En este período en el que los océanos se están congelando, estamos viendo áreas que todavía están, sorprendentemente, en gran parte libres de hielo”. Los cambios de un año a otro en la extensión del hielo marino están vinculados a patrones atmosféricos naturales como El Niño-Oscilación del Sur, la fuerza de la corriente en chorro del hemisferio sur y los sistemas regionales de baja presión.
“Necesitaremos años de observaciones y modelos específicos para saber con precisión cuánto están influenciadas las condiciones actuales por estos fenómenos y por la variabilidad natural del océano”, afirma la experta. “Sin embargo, los últimos años de caída de los registros de hielo marino y el calentamiento del subsuelo del Océano Austral apuntan fuertemente a que el calentamiento global inducido por el hombre exacerba estos extremos”.
“Este documento revela dramáticamente la conexión entre la pérdida de hielo marino y la aniquilación del ecosistema”, sentencia Jeremy Wilkinson, físico del hielo marino de la BAS. “El cambio climático está derritiendo el hielo marino a un ritmo alarmante. Es probable que esté ausente del Ártico en la década de 2030, y en la Antártida, las cuatro extensiones de hielo marino más bajas registradas han sido desde 2016”. A su juicio, es otra señal de advertencia para la humanidad de que no podemos seguir por este camino y de que los políticos deben actuar para minimizar el impacto del cambio climático. “No queda tiempo”, asegura.