Si uno vive en Hungría y tiene un hijo en una escuela infantil, el grupo en el que lo ponga el profesor se bautizará estrella, luna o jirafa, por ejemplo, pero ya no recibirá el nombre de arcoiris, por el estigma promovido contra el colectivo LGTBIQ desde el Gobierno, que está eliminando del país la representación de un fenómeno meteorológico. Si uno vive en Polonia, se arriesga a que sea casi imposible abortar, o a quedarse afuera de la Unión Europea no por un referéndum, como en Reino Unido, sino porque el poder judicial del país, denunciado varias veces por su dependencia del poder político, se declara insumiso a los tratados europeos que firmó el país para entrar en la UE.
Y si uno vive en Polonia o Hungría, tendrá miles de millones de euros europeos bloqueados por las derivas autoritarias y homófobas de su gobierno. Pero la mayoría de los medios de comunicación dirán que toda la culpa la tiene Bruselas.
Marius Dragomir es director del Centro de Medios, Datos y Sociedad (CMDS), de la Universidad Central Europea de Budapest, es experto en medios de comunicación: “Lo que está pasando en países de Europa del Este, como Hungría, Polonia y Eslovenia es una situación muy grave, que definimos como captura de medios”.
Ejemplo de ello es el proyecto de ley, frenado por el Senado polaco, que aprobó en agosto el Parlamento de Polonia por iniciativa del Ejecutivo para regular las cadenas de televisión del país. El proyecto de ley pretende prohibir a cualquier empresa de afuera del Espacio Económico Europeo ser propietaria de más del 50% de un canal de televisión, y fue diseñado ad hoc contra TVN, el mayor canal privado del país y propiedad al 100% de una empresa estadounidense.
De liberal a iliberal
Zsuzsanna Szelényi, ex política húngara y experta en política exterior, comenzó su carrera en Fidesz, partido con el que fue diputada entre 1990 y 1994, y explica la evolución del partido de Viktor Orbán: “El propio Orbán era una persona bastante autocrática hace mucho tiempo. Esta es una de las razones por las que dejé el partido en 1994, porque trató a Fidesz de una manera muy autocrática, y no quería quedarme allí. Tampoco quería moverme hacia la derecha”.
Szelényi repasa la evolución de Fidesz y señala como momentos clave las derrotas electorales de 2002 y 2006: “Dijeron que los resultados de las elecciones no eran los correctos, y empujaron al partido a una vía más radical, especialmente después de 2006, cuando perdió las elecciones por segunda vez. La frustración y la rabia llevó a Orbán a empujar al partido más hacia la derecha y también para abandonar el trabajo parlamentario y salir a la calle y organizar manifestaciones, incluso con la extrema derecha. Así fueron capaces de desestabilizar al gobierno socialista en 2008, en plena crisis económica, y esto es lo que le hizo ganar en 2010 una gran mayoría”.
“Fidesz estuvo usando un doble discurso durante muchos años”, afirma Szelényi: “Se comportó de manera bastante disciplinada en el Parlamento Europeo, y Orbán fue constructivo en el Consejo Europeo, demostrando una cara agradable en Europa, al tiempo que introducía un gobierno autocrático y socavando los equilibrios de las instituciones. A partir de 2010 tenía una supermayoría que nunca existió en ningún otro país europeo, con lo que podía reescribir la Constitución, cosa que hizo Orbán. Reescribieron la Constitución, cambiaron cientos de leyes, incluida la ley electoral, de manera que si Fidesz recibe el 42% de los votos, el partido se hace con el 68% de los escaños”.
“En Hungría el gobierno está compuesto por un partido y este partido está dominando completamente todo el Estado”, afirma Szelényi, quien considera que “las instituciones europeas no se tomaron en serio el problema. El primer informe que describió los múltiples problemas de la política húngara fue realizado por Rui Tavares, un eurodiputado portugués, en 2012 o 13, y eso fue hace casi 10 años. Las instituciones de la UE no se tomaron este problema en serio hasta 2015, cuando por primera vez en Polonia un gobierno de perfil similar a Orbán ganó las elecciones, un partido similar a Fidesz, el PiS, en plena la crisis migratoria, con el Brexit y Trump. Pero la UE fue muy lenta en resolver estos problemas, aunque eran bastante visibles”.
¿Es un problema real para la Unión Europea?
La sentencia del Constitucional polaco de este jueves abre una vía de agua enorme en el Este de la UE. “La historia de Orbán y del caso polaco muestran que sin tener un poder tan grande, si uno no quiere seguir los estándares democráticos, las instituciones no son suficientes para mantener una democracia adecuada”, relata la ex diputada de Fidesz: “Es un problema muy serio. Si no hay consenso político sobre lo que significa democracia, estamos en problemas. Y Orbán tiene una corporación con socios italianos, con partidos franceses, con partidos españoles... en prácticamente todos los países. La tendencia está presente en todas partes de Europa, pero la escala es ligeramente diferente en Hungría, Polonia y Eslovenia. Es un problema muy complejo y toda la élite política europea debería ocuparse de él”.
Cooptación del Estado
Szelényi argumenta que el sistema Orbán es la autocratización: “Creen que hablan abiertamente de tipo de democracia. Orbán habló sobre la democracia iliberal hace un par de años. Ya no usa este término, ahora lo llama Christian State, que es básicamente una filosofía que usa el tradicionalismo. Es la monopolización de las instituciones estatales, los medios públicos, y de la élite económica, política y cultural del Estado. Este es también el objetivo y, obviamente, esto no es algo que se pueda hacer de un día para otro. Se presiona a los maestros y directores de teatro, y si se considera que la gente es leal al régimen, obtiene recursos adicionales. Si no demuestra su lealtad al sistema, obtiene menos recursos o no obtiene recursos”.
El arcoiris como problema
Luca Dudits, activista de la Hatter Society, explica que uno de los grandes problemas son “los cambios legales”. Y señala: “Desde 2019 hemos tenido muchos cambios legales en el marco húngaro, lo que significa que ahora el reconocimiento ya no está permitido para las personas trans e intersex. Se cambiaron las leyes de adopción para que solo las parejas casadas pudieran adoptar. Y ahora todos los demás, incluidas las personas que viven registradas, solo pueden hacerlo con un permiso especial. Y además está el asunto de la Constitución, que tiene el artículo que dice que 'la madre es mujer, el padre es varón'. Y después en junio, introdujeron la llamada ley de propaganda que prohíbe el contenido LGTBIQ para menores”.
Según explica Dudits, “si uno es una persona trans y no tiene acceso a documentación que refleje su identidad de género y su apariencia, está constantemente en riesgo de ser discriminado y acosado. Al final, hay un sentimiento de autocensura, y la gente no puede hablar sobre temas LGTBIQ en la escuela o leer con niños más pequeños o con cualquier menor. Y esta autocensura, desafortunadamente, significa que muchos niños LGTBIQ no podrán obtener el apoyo y la aceptación que necesitan. Y tendrá un efecto sobre el acoso escolar porque muchas veces se culpa a los niños por ser LGTBIQ”.
En Polonia, por ejemplo, hay ayuntamientos que se declararon zonas “libres de ideología LGTBI”, y una reciente reforma legislativa hace casi imposible abortar.
¿Por qué la homofobia?
Luca Dudits cree que la “actitud fue parecida con refugiados y migrantes, que fueron considerados chivos expiatorios. Obviamente está la crisis económica y de salud por la pandemia, y la gente está buscando a quién culpar. Lamentablemente, las personas LGBTQ se convirtieron en los chivos expiatorios por la religión, por la tradición. Pero las personas LGBTQ pueden ser atacadas de muchas maneras y las personas trans e intersexuales están sufriendo lo peor de estos ataques”.
Para Dragomir, “Hungría es probablemente el ejemplo más grave en términos de amenazas a la libertad de prensa. Hay un control casi total de la narrativa pública y eso está sucediendo porque el gobierno, junto con una serie de empresas muy poderosas, controla los medios de comunicación, y utiliza la financiación pública para apoyar a los medios afines y perjudicar a los críticos. Y, por supuesto, controla a los reguladores, y eso significa que es casi imposible lanzar una nueva cadena de televisión o radio porque no obtendrás la licencia”.
Dragomir explica que estas cosas “no suceden de la noche a la mañana, llevan un tiempo, pero todos los pasos se dieron de una manera muy metódica”. Y no se trata sólo de los medios de comunicación: “Esto es mucho más amplio. El sistema de justicia, por ejemplo. También atacan a las ONG, la universidad... Se dan cuenta que si controlan los medios, no aparecen como una dictadura; controlan los medios porque los necesitan para ganar las elecciones”.
El profesor de la Universidad Central Europea cree que los pasos de la UE hasta el momento con respecto a estos países “son un desastre”, si bien reconoce que ahora “la posición de la Unión se volvió más firme gracias al debate sobre la necesidad de vincular la financiación de los fondos europeos al cumplimiento de las reglas del Estado de Derecho”, algo que tanto Polonia como Hungría batallaron para que no se produjera.
“Son ââdesarrollos muy, muy importantes, pero me temo que llegaron demasiado tarde”, afirma Dragomir: “Incluso si pierden las elecciones, el daño es enorme: toda una población expuesta a una sola narrativa durante tantos años”.
Según Dragomir, “Hungría es un caso de libro, la situación es probablemente la peor. Y luego hay otros países que estuvieron intentando copiar a Hungría, y Polonia es el ejemplo más cercano: ellos hacen lo mismo, tomaron el control de los medios públicos y ahora están tratando de tomar el control de los medios privados con su concepto de descolonización de los medios diciendo que los intereses extranjeros en los medios son malos. Eslovenia es algo más o menos inesperado, porque tenían un nivel de independencia muy alto, pero este proceso está surgiendo también en el país. Y luego hay una situación bastante mala en la República Checa, donde el primer ministro del país es uno de los propietarios de los medios clave. Así que la situación es en general bastante mala y se basa en el criterio de la captura por parte del poder político”.
El cierre de Klubrádió
Andras Arato, director de Klubrádió Radio en Hungría, es el ejemplo de la persecución política desde el poder de los medios independientes: “2010 es un año notable en la historia húngara, porque Orbán y su partido regresaron ganando las elecciones y comenzaron su guerra contra todos los órganos de control de las instituciones de la democracia liberal, entre ellos los medios independientes. El método principal fue el económico. Muy pronto, el gobierno, sus instituciones y sus empresas se convirtieron en el actor principal. Más del 50% del mercado era propiedad de estas instituciones y empresas. Esa era una parte, la otra el impacto en los actores privados del mercado publicitario. Por ejemplo, Klubrádió perdió el 90% de sus ingresos. Solíamos tener unos ingresos de dos millones y medio de euros al año. En un año, bajó a alrededor de 200.000. Así que perdimos nuestro sustento. Muchos medios independientes quebraron y cerraron”.
“Intenté el modelo de donaciones para sustituir a la publicidad, y fue un gran éxito durante los últimos años, en los que recibimos cinco, seis millones de euros de apoyo en un país donde no hay tradición de activismo civil, no hay una gran tradición de democracia”, explica Arato: “Pero la decisión del uso de las frecuencias está en manos de un llamado consejo de medios con un poder extremo. Nosotros teníamos una licencia hasta 2021 y el consejo de medios se negó a prolongar nuestra licencia. Y el sistema no permite tener un juicio justo, pero ahora estamos en la Corte Suprema. No estamos en las ondas de radio desde el 14 de febrero de este año, cuando perdimos la frecuencia. Pero abrimos una campaña de donación para emitir por internet que fue la más exitosa de nuestra historia. La audiencia demostró que necesita Klubrádió, y que está dispuesta a hacer sacrificios por eso”.
¿Qué pasa cuando gobierna la ultraderecha? Radios asfixiadas, persecución del colectivo LGTBIQ, cooptación por parte del Gobierno de todos los resortes del Estado, reformas restrictivas de la Constitución, limitación de los derechos reproductivos de las mujeres... Y situarse al borde la salida de la Unión Europea por el asalto del Ejecutivo al poder judicial.