La operación “Arnon”, que contó con ayuda logística y de inteligencia estadounidense, fue preparada durante semanas y a punto estuvo de fracasar cuando uno de sus operativos fue descubierto.
Mientras el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, está en su octavo viaje a la región desde el estallido de la guerra con la intención de relanzar las negociaciones del alto el fuego, las televisiones israelíes emiten detalles –raramente distribuidos por el Ejército de Israel (FDI)– del complejo operativo que llevó a la liberación de Noa Argamani (26), Almog Meir Jan (21), Andrey Kozlov (27) y Shlomi Ziv (40), cuatro de los alrededor de 250 rehenes tomados por Hamás durante los ataques del 7 de octubre.
En el último vídeo, editado por las FDI para camuflar los pormenores de la operación, se observa el momento en el que miembros de la unidad antiterrorista de la Policía Nacional (Yamam), en coordinación con el servicio de inteligencia interior (Shabak) y el Ejército, irrumpen en el habitáculo donde se encontraban tres de los secuestrados, situado en una vivienda del campo de refugiados de Nuseirat, en el centro de la Franja de Gaza. La única mujer de entre los liberados, Noa Argamani, estaba a unos 200 metros de distancia, sola y en la primera planta de otra vivienda cercana. “La primera misión era reunir inteligencia, la segunda acercarse al objetivo, la tercera encontrar el edificio y la cuarta la evacuación”, explica a elDiario.es David Tsur, general retirado y excomandante de la unidad Yamam.
Camuflados y en pleno día
Según el militar israelí, fue “una operación preparada durante semanas, complicada, a plena luz del día y donde las unidades (dos) tuvieron que actuar camufladas y de forma simultánea para evitar ser descubiertas”. Sin embargo, una de ellas, la destinada a liberar a los tres rehenes varones, sí fue detectada. “Hubo tiroteos desde edificios cercanos y en la salida les dispararon con lanzagranadas. Los dos vehículos fueron alcanzados y se quedaron atrapados en una zona hostil con un montón de gente corriendo hacia ellos. Ahí fue cuando la fuerza aérea creó un muro de fuego para protegerles, disparando a cualquiera que se acercara, creando un corredor para que otros vehículos pudieran recogerles y salir de allí”, explica Tsur.
Un corredor que el Ejército abrió a sangre y fuego, llevándose con él la vida de al menos 274 palestinos –entre ellos 64 menores, 57 mujeres y 37 mayores de edad, según el ministerio de Sanidad de Gaza– e hiriendo a 700 más. El Ejército israelí rebajó el domingo la cifra de víctimas mortales a un centenar, aunque un portavoz del Ejército, Peter Lerner, afirmó durante una entrevista en la cadena norteamericana ABC que desconocían cuántas víctimas hubo en el ataque durante la operación.
En el operativo, para el que se utilizó un vehículo similar a los utilizados por Israel para llevar mercancías comerciales a Gaza, también falleció el oficial israelí que lo dirigía, el inspector jefe Arnón Zamora, mientras que con la primera unidad, responsable de liberar a la israelí Noa Argamani, “todo fue más fluido”, dice David Tsur.
En este segundo caso, las FDI utilizaron una camioneta Mercedes blanca, repleta de muebles y otras pertenencias para hacer pasar a sus ocupantes por miembros de familias desplazadas, tal y como se ve en las imágenes. Los agentes sacaron del vehículo al menos una escalera para acceder a la primera planta, donde los analistas de inteligencia israelíes, norteamericanos y británicos –los dos últimos llevan desde octubre instalados en Israel– situaban la última posición de Argamani, que fue trasladada varias veces de un punto a otro de Gaza en sus casi 250 días de cautiverio. “De ella se encargaba una familia rica de la Franja. Eran miembros de Hamas o afines a ellos. Todos, los 4, murieron”, relata el excomendante.
Otros testigos palestinos describen que los integrantes del segundo operativo llegaron disfrazados de milicianos de las Brigadas de Ezedin Al Qassam, el brazo armado de Hamás. “Yo vi milicianos que llevaban uniformes de la resistencia, así como cascos y parches que les identificaban, pero en realidad formaban parte de una unidad encubierta israelí”, declaraba un vecino del campo de Nuseirat.
En definitiva, una operación antiterrorista de manual y no exenta de críticas. La primera, por la utilización de vehículos civiles. La segunda, por haberla realizado a las 11 del mediodía, con las calles atestadas de gente, con fuego de artillería masivo y bombardeos a modo de cobertura, lo que multiplicó el número de bajas civiles palestinas, cuyos cuerpos sin vida desbordaron los hospitales de Al Aqsa, en el centro de Gaza, cercano al campo de Nuseirat, y el de Al Awda, en el norte de la Franja.
El Secretario General Adjunto de Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios, Martin Griffiths denunció en su cuenta de X, antes Twitter, cómo “estas escenas mortales en Nuseirat enfatizan el horror creciente de la guerra, que sitúa a este campo de refugiados en el epicentro de la tragedia que está sufriendo la Franja de Gaza”. “Todos los civiles deben ser protegidos, de forma que esta agonía colectiva termine ahora mismo”, apostillaba el director de la Oficina de Ayuda Humanitaria de la ONU (OCHA).
La oficina de Derechos Humanos de la ONU ha señalado este martes que las muertes de civiles en Gaza durante el operativo israelí pueden suponer crímenes de guerra, al igual que el hecho de mantener a los rehenes en zonas densamente pobladas.
Rehenes israelíes y muertes palestinas
En la Franja de Gaza todavía quedan 120 rehenes (cuatro de ellos –dos civiles israelíes capturados en 2014 y 2015 y otros dos soldados que cayeron en la guerra de 2014– son anteriores a los ataques del 7 de octubre).
Consciente de la dificultad de llevar a cabo este tipo de operaciones encubiertas –en 8 meses de guerra sólo 3 han terminado con éxito– la diplomacia estadounidense continúa presionando a las partes para que lleguen a un acuerdo de tregua que incluya un intercambio de rehenes israelíes por presos palestinos, tal y como ya tuvo lugar el pasado mes de noviembre durante un alto el fuego temporal.
Para ello, el presidente Joe Biden ha enviado de gira regional a su Secretario de Estado Antony Blinken. Tras una breve estancia en El Cairo, Blinken paró en Israel con una agenda múltiple, coincidiendo con el aumento de la tensión con la guerrilla chií Hizbulá y la dimisión de los ministros del Partido de Unidad Nacional Benny Gantz y Gadi Eisenkot, lo que permite presagiar una mayor radicalización del Gobierno de Benjamín Netanyahu.
Blinken llegó este miércoles a Ammán, donde se celebra, a instancias de Jordania, Egipto y la ONU, la primera conferencia de apoyo a la reconstrucción de la Franja de Gaza, en la que también participó el jefe del Ejecutivo español. Como otros líderes mundiales, Pedro Sánchez instó a Hamás e Israel a aprovechar “la nueva oportunidad” que ofrece el plan de paz de tres fases presentado por la administración Biden y que fue apoyado esta semana en la última votación llevada a cabo en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Una “operación de éxito” para la Estado hebreo; “la peor masacre de civiles que ha visto Gaza desde octubre” para los palestinos de la Franja.