Una semana después del comienzo de la invasión rusa de Ucrania y tras otra noche de fuertes bombardeos, este jueves ambas delegaciones mantienen la segunda ronda de negociaciones en Bielorrusia. El objetivo principal: alcanzar un alto el fuego. Sin embargo, Rusia ya ha amenazado por medio de su ministro de Exteriores, Sergey Lavrov, con que seguirá la ofensiva militar aunque se alcance un acuerdo, y esgrime como excusa que “la infraestructura militar de Ucrania” representa una “amenaza para Rusia”.
En esta ocasión, el encuentro tendrá lugar en la región de Brest, en la frontera con Polonia y Ucrania, según afirmó el negociador ruso Vladímir Medinski, que aseguró que las dos partes acordaron esta zona, aunque sin dar detalles sobre el lugar concreto. Medinski ha afirmado que la reunión comenzaría sobre las 12.00 GMT, según recoge la agencia estatal de noticias de Belorrusia, Belta, aunque por parte de Ucrania todavía no se ha confirmado la hora a la que empezará el encuentro.
Conversaciones sin paz
El ministro ucraniano de Exteriores, Dmytro Kuleba ha advertido que están “preparados para negociar” y “abiertos a la diplomacia”, pero que “de ninguna manera” aceptarán “ultimátum rusos”.
Las esperanzas en la reunión se han visto apagadas tras las palabras del ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, que ha afirmado, en declaraciones a los medios recogidas por EFE, que Moscú continuaría con su operación militar en Ucrania hasta “el final”.
“Estamos dispuestos a negociar, pero continuaremos nuestra operación, porque no podemos permitir que en Ucrania exista una infraestructura que amenaza a la seguridad de Rusia. La desmilitarización será llevada a término con la eliminación de esta infraestructura y armamentos”, ha asegurado en la rueda de prensa.
Kiev descarta la rendición y reclama un alto el fuego y la retirada de las fuerzas invasoras de su territorio. Por su parte, Moscú exige el reconocimiento internacional de Crimea como territorio ruso (que se anexionó en 2014) y la “desmilitarización y 'desnazificación' del Estado ucraniano”, dejando a este al margen de la OTAN. “Incluso si firmamos un acuerdo de paz, este deberá incluir obligatoriamente” el punto de la desmilitarización, ha afirmado Lavrov.
Las excusas esgrimidas por Rusia sobre que Ucrania es un país “militarizado” carecen de fundamento. Ucrania está al margen de la OTAN y es un país independiente con un Ejército regular. En cuanto a las acusaciones de estar “nazificado”, el movimiento de extrema derecha en Ucrania es menor que en otros países europeos, y su presidente, Volodímir Zelenski, es judío.
En la primera ronda, celebrada el 28 de febrero en la ciudad bielorrusa de Gomel, participaron representantes de ambos países, pero ningún mediador internacional.
Kiev envió entonces Gómel a su ministro de Defensa, Oleksii Réznikov, que encabezaba un equipo en el que estaba también el líder del grupo parlamentario del partido de Zelenski 'El Sirviente del Pueblo', David Arakhamia; el asesor presidencial Mykhailo Podoliak; el asesor del Jefe de la Oficina Presidencial; el jefe adjunto de la delegación ucraniana en el Grupo de Contacto Trilateral para la paz en el Donbás, Andriy Kostin; el diputado Rustem Umerov; y el diplomático Mykola Tochytsky.
Podoliak, asesor de Zelenski, ha compartido una imagen en las redes sociales subido a un helicóptero junto a Arakhamia y en las que afirma estar “de camino” al punto de la nueva negociación en Brest.
Del lado ruso acudieron a aquel al encuentro Vladímir Medinski, asistente del presidente de Rusia, el viceministro de Exteriores Andréi Rudenko, un viceministro de Defensa y el presidente del Comité de Asuntos Internacionales de la Duma, la Cámara Baja rusa, Leonid Slutski.
Ambas partes coincidieron en que la primera ronda de conversaciones permitió identificar algunos puntos para poder avanzar y se emplazaron a más encuentros. Pero el alto el fuego no llegó y de hecho, desde entonces, los ataques rusos sobre ciudades ucranianas se han intensificado.
Se desconoce quiénes compondrán las comitivas que se reunirán este jueves en Brest.
Posibles mediadores internacionales
Por el momento, son varios los países los que suenan como posibles mediadores pero ninguno ha asumido todavía ese papel. Uno de ellos es China. El Gobierno ucraniano asegura que China está “profundamente preocupada por el daño a la población civil” de Ucrania y ha pedido a Pekín que actúe como mediador en su guerra con Rusia para lograr un alto el fuego. Previamente, el gobierno Ucraniano también solicitó ayuda a Israel en este sentido.
El presidente de Kazajistán, Kasim Jomart Tokayev, ha instado este martes a Rusia y Ucrania a dialogar para poner fin al conflicto y ha ofrecido al país como mediador en las conversaciones.
“Pedimos a los dos Estados hacer los máximos esfuerzos para entablar un diálogo y trabajar en una solución pacífica”, ha indicado en un mensaje publicado a través de la red social Twitter, donde ha insistido en que “no hay otra manera” de poner fin a la crisis actual.
Otros países como el Vaticano también han ofrecido su ayuda para tratar de resolver el conflicto, mientras que Colombia ha instado a Naciones Unidas a crear un grupo de mediación del que pueda formar parte.
Continúa la ofensiva
Cientos de civiles ucranianos han fallecido desde el lanzamiento de la invasión según el recuento de la ONU, muchos de ellos en bombardeos contra zonas residenciales, unos hechos que serán investigados por presuntos crímenes de guerras por el fiscal de la Corte Penal Internacional (CPI), el británico Karim Khan.
La reunión se produce mientras los rusos siguen realizando avances militares. Jersón, de 290.000 habitantes, situada a orillas del Mar Negro, es una de las primeras grandes victorias de las fuerzas rusas, que prosiguen su ofensiva en ciudades del este como Járkov o Mariúpol, y tratando de asediar Kiev, la capital.
El alcalde de Mariúpol, Vadim Boichenkom ha denunciado que la ciudad está “sin luz, sin agua, sin calefacción”. Si cayera esta población, Rusia podría asegurarse una continuidad territorial entre las fuerzas procedentes de la península de Crimea y las llegadas desde los territorios separatistas prorrusos del Donbás.
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