Winfried Kretschmann, el primer ministro del estado alemán de Baden-Württemberg desde 2011, puede afrontar con tranquilidad las elecciones de este domingo en su opulento rincón del sudoeste del país. El canoso exprofesor de Biología no solo se ganó el apoyo de la industria metalúrgica y electrónica en el estado sede de Daimler, Porsche y Bosch, también el de los votantes conservadores: un 65% de los consultados en las encuestas quiere que Kretschmann, católico y de 72 años, siga en el cargo.
Los carteles pegados por todo el estado no solo muestran su característico corte de pelo. También dejan ver una sólida confianza en sí mismo. Su eslogan de campaña es “Tú me conoces” (Sie kennen mich, en alemán), la misma ocurrencia campechana que en 2013 ayudó a Angela Merkel a hacerse con su tercer mandato.
El único problema para el partido de la canciller es que Kretschmann no forma parte de la Unión Demócrata Cristiana (CDU, por sus siglas en alemán), sino de Los Verdes.
La CDU, debilitada
Siete meses antes de las elecciones federales del 26 de septiembre, que pondrán fin a los 16 años de mandato de Merkel, los comicios para los Gobiernos estatales de Baden-Württemberg y del vecino Renania-Palatinado pueden servir de lección a los ciudadanos alemanes. Una lección sorprendente: pueden votar por la continuación del merkelismo no solo sin Merkel, también sin la CDU.
Desde 2011, cuando logró gobernar en el principal estado exportador del país, Kretschmann ha llevado a cabo un ambicioso programa en materia de biodiversidad mientras mantenía de su lado a los fabricantes de automóviles de la zona, adoptando el tipo de enfoque pragmático que suele asociarse con la famosa canciller.
Como escribe el periodista Ulrich Schulte en un nuevo libro sobre el partido ecologista, Los Verdes de Kretschmann en el sudoeste alemán lograron convertirse en lo que la CDU solía ser y en lo que el Partido Verde sueña con convertirse a nivel nacional: “una fuerza política indispensable que representa al Estado y le da forma como ninguna otra”.
Si bien los últimos sondeos en Baden-Württemberg dan a Los Verdes una ventaja de 10 puntos para las elecciones del domingo, a sus socios de coalición democristianos les pronostican una derrota histórica en su antiguo bastión, así como la posibilidad de ser expulsados del Gobierno estatal en favor de una “coalición semáforo” entre Verdes, socialdemócratas (SPD, por sus siglas en alemán) y los proempresarios del Partido Democrático Libre.
Este tipo de acuerdo de reparto de poder ya existe en Renania-Palatinado, la tierra natal del difunto Helmut Kohl (el canciller de la reunificación, integrante de la CDU), donde desde 2013 gobierna una primera ministra de centro-izquierda, Malu Dreyer.
Los democristianos también podrían quedar fuera de juego en este estado. La ventaja que tenían en las encuestas desapareció por acusaciones de soborno en los contratos de compra de mascarillas y por la indignación creciente ante la lentitud de los programas de vacunación, supervisados por ministros de la CDU.
La lucha de Los Verdes por llegar al poder
Para Armin Laschet, que lleva menos de dos meses como líder del partido conservador y aspira a tomar el relevo de Merkel en septiembre, las elecciones en los dos estados podrían ser un baño de realidad. “El peligro para Laschet es que se pongan en duda sus cualidades de liderazgo antes de que haya terminado de asentarse en el cargo”, dice Thorsten Faas, politólogo de la Universidad Libre de Berlín.
“Tras las votaciones del domingo habrá intentos estratégicos de echarle la culpa al asunto de las mascarillas y a la debilidad de los candidatos”, dice Faas. “Pero una cosa está perfectamente clara: si la valoración del Gobierno, y especialmente la de la CDU, se disparó fue por la pandemia, y ahora está volviendo a bajar”.
La gran pregunta es hasta dónde puede caer el líder de la política alemana de posguerra. Las últimas encuestas siguen mostrando a la CDU como la fuerza más sólida del país, con aproximadamente el mismo porcentaje de votos que obtuvo en 2017. Y no está claro que Los Verdes, el partido que le sigue, pueda simplemente imitar el éxito obtenido en Baden-Württemberg para ocupar el lugar de la CDU a nivel nacional bajo el liderazgo de Annalena Baerbock y Robert Habeck.
“Kretschmann es el modelo para tomar la delantera a la Unión Demócrata Cristiana en el electorado de clase media”, escribió Schulte en una columna reciente para el periódico Taz. “Pero un proceso de modernización tan cauteloso es demasiado lento para la escalada de la crisis climática; se quedaría corto hasta para cumplir con el Acuerdo de París, el objetivo mínimo de un Gobierno de coalición de Los Verdes”.
Las concesiones del enfoque consensuado de Kretschmann han hecho estremecerse a los sectores más a la izquierda del partido, como la propuesta de un plan de desguaces que incentivaba la adquisición de coches nuevos de diésel y gasolina, diseñado con el fin de ayudar a las automotrices golpeadas durante la pandemia.
El espacio que ha creado permitió la fundación de un nuevo y pequeño partido ecologista, el Klimaliste Baden-Württemberg, que este domingo tratará de quedarse con escaños de Los Verdes.
Algunos simpatizantes de este partido temen que una excesiva flexibilidad de Kretschmann antes de las elecciones de septiembre resulte perjudicial justo cuando se preparaban para desempeñar un papel en el próximo Gobierno. Están pensando en Austria, donde, en 2020, Los Verdes llegaron a un acuerdo para compartir el poder con los conservadores del canciller Sebastian Kurz, pero fueron vencidos en la batalla simbólica sobre la política de asilo.
En lugar de convertirse en la próxima fuerza política indispensable del país, Los Verdes de Alemania también podrían pasar a la historia como los que llevaron en camilla a los conservadores.
Traducido por Francisco de Zárate