El derrumbe del puente Francis Scott Key en Baltimore puso el foco no solo en esta infraestructura específica, sino también en el estado general de todos los puentes de Estados Unidos, muchos de los cuales se consideran en malas condiciones. Según las autoridades, el gran buque portacontenedores que chocó contra el puente en la madrugada del martes emitió la señal de socorro, un mayday, al desviarse de su ruta y, aparentemente, perder potencia. Aún no se sabe si lo que provocó que el puente se precipitara sobre el río Patapsco tras el golpe fue un fallo en la estructura.
La Junta Nacional de Seguridad en el Transporte de EEUU ha enviado a un equipo de investigación para esclarecer los motivos del desastroso hundimiento tras el que las autoridades dan por muertas a seis personas.
Aunque el gobernador de Maryland, Wes Moore, dijo que el puente estaba “totalmente en regla”, algunos expertos señalan que el tramo derruido fue terminado en 1977, antes de la era de los portacontenedores de gran tamaño. “El vídeo no muestra ninguna deficiencia estructural evidente en el puente, pero no habrá sido diseñado para aguantar un choque frontal de un buque tan grande”, dice Andrew Barr, experto en ingeniería civil y estructural de la Universidad de Sheffield.
Según Barr, el puente Francis Scott Key no parecía contar con infraestructuras de protección extra capaces de amortiguar el choque de un barco, una carencia que se ha vuelto más peligrosa con la evolución del tamaño y diseño de los cargueros a lo largo de los años: la capacidad media de los portacontenedores ha aumentado alrededor de un 50% solo en la última década.
Preocupación por los demás puentes
El aparatoso derrumbe ha devuelto a la actualidad la preocupación por el estado general de los puentes estadounidenses. Según la Asociación de Constructores de Carreteras e Infraestructuras de Transporte de Estados Unidos, más de un tercio de ellos necesita reparaciones.
Según la asociación, la salud de los puentes estadounidenses ha ido mejorando lentamente en los últimos años, pero todavía hay más de 43.000 en mal estado y clasificados en el grupo de “deficiencias estructurales” por el riesgo de que se derrumben en el futuro.
“Este desastre deja al descubierto de qué manera las infraestructuras críticas de Estados Unidos están expuestas a accidentes repentinos y devastadores, así como a actos intencionados de destrucción”, dice Rick Geddes, experto en política de infraestructuras y director del programa de política de infraestructuras en la Universidad de Cornell. “Mejorar la resistencia debería estar en la mente de todos a medida que van restaurándose las infraestructuras envejecidas. No hay duda de que mejorar la protección frente a los choques de barcos con puentes va a volverse más relevante”.
Geddes sostiene que el desastre de Baltimore debería aprovecharse como una “oportunidad para restaurar las infraestructuras estadounidenses de manera inteligente, algo que incluye nuevos materiales y nuevos diseños que reduzcan el riesgo de accidentes futuros, como sensores incorporados al puente que se comuniquen en tiempo real con los barcos que se acercan”.
El estado lamentable de los puentes fue uno de los argumentos esgrimidos por el Gobierno estadounidense para sacar adelante una ley de infraestructuras de 1,2 billones de dólares que contó con el apoyo de los dos grandes partidos. Firmada en 2021 por el presidente de EEUU, Joe Biden, la ley asignó 110.000 millones de dólares a la mejora de carreteras y puentes.
Biden visitó recientemente un puente deteriorado en Wisconsin para promocionar su reparación gracias a esta financiación. “Durante décadas se habló de sustituir este puente, pero nunca se hizo hasta hoy”, dijo el presidente de EEUU. “Este puente es importante, pero la historia que estamos escribiendo es mucho más grande”.
A pesar de todo, en el futuro inmediato seguirá habiendo riesgos. Cada día se hacen en Estados Unidos unos 167 millones de viajes por puentes con deficiencias estructurales. Sobre el puente Francis Scott Key, en Baltimore, Biden ha anunciado su intención: que el Gobierno federal pague el coste total de reconstrucción y que el Congreso lo apoye.
Traducción de Francisco de Zárate.