El expresidente republicano de EEUU decidió no intervenir mientras partidarios suyos irrumpían con violencia en el Capitolio de Washington. Prefirió pasar la tarde en la Casa Blanca, y miró el asalto por tevé. Así de rotundo fue el resumen de la agenda de Donald Trump durante el 6 de enero de 2021 que ofreció el jueves el Comité del Congreso que investiga los hechos de aquel día y lo acusa de pasividad deliberada.
“Era la única persona en el mundo capaz de parar a la multitud. No pudo ser movilizado ni por sus asistentes ni por sus aliados. Ignoró las peticiones desesperadas de su propia familia, incluidos (sus hijos) Ivanka y Donald Jr.”, dijo el titular de esa Comisión, el demócrata Bennie Thompson. Esta nueva sesión del jueves, emitida en vivo por tevé en el horario de máximo rating, fue la octava y última de las celebradas en público por el Comité. Los interrogatorios públicos comenzaron un mes atrás, con el solsticio de verano boreal, y se reiniciarán en un mes, cerca ya del equinoxio de otoño, la estación durante la cual, en las elecciones legislativas de noviembre, el oficialismo demócrata perderá sus ajustadas mayorías en ambas cámaras, según los sondeos.
El foco estuvo puesto en el arco temporal que separa el momento en que Trump, hablando al aire libre en aquel frío día de invierno, arengó a la multitud para que hiciera oír su voz disonante en el Capitolio hasta que a las 16.17 colgó un video en Twitter donde por primera vez, 187 minutos más tarde, dijo a sus bases movilizadas que debían abandonar la sede del Congreso.
En total participaron en la protesta unas 10.000 personas —la mayoría trumpistas— y cerca de 800 irrumpieron en el edificio del Legislativo federal de EEUU mientras se estaba certificando formalmente la victoria del demócrata Joe Biden (y la derrota de Trump) en las presidenciales de noviembre. La jornada dejó cinco muertos y unos 140 agentes heridos.
Tres horas y media de espera
Para el Comité los 187 minutos examinados proporcionan un ejemplo claro de abandono de poder por parte del exmandatario. Hasta el video de las 16.17, Trump,había publicado tres tuits. Uno para deplorar que su vicepresidente, Mike Pence, se negara en el Senado a revisar el resultado de las elecciones. Y dos para insistirles a los manifestantes que fueran pacíficos y respetaran la ley. Trump se rehusaba a pedir la paz y fue su hija quien lo persuadió de la conveniencia de formular el pedido usando esta poco belicosa palabra.
El Presidente permanecía en la Casa Blanca. Trump había intentando, en vano, que sus choferes lo condujeran hasta el Capitolio. Así lo recordó el jueves, y ya lo había detallado el 28 de junio, Cassidy Hutchinson. Esta testigo clave para los fines del Comité era entonces asistente de Mark Meadows, jefe de gabinete de Trump.
De haber llegado el Presidente al Congreso, conjeturó otro testigo, un agente de seguridad, habría dejado de ser una manifestación pública para convertirse en “algo más”. “No sé si quieren usar la palabra insurrección, golpe de Estado o lo que sea”, respondió al Comité cuando le pidieron su opinión.
Los dos testigos principales fueron este jueves Matthew Pottinger, colaborador del asesor de Seguridad Nacional en el Gobierno de Trump, y la entonces viceportavoz de la Casa Blanca, Sarah Matthews. Uno y otra presentaron sus renuncias después del asalto al considerarlo “indefendible”.
Si Trump hubiera querido dirigirse rápidamente a la Nación, según Matthews, podría haberlo hecho en menos de un minuto. Ese es el tiempo que se tarda en ir desde el comedor privado del Ala Oeste hasta llegar a la Sala de Prensa de la Casa Blanca.
Trump hace lo que quiere, la escolta de Pence se asusta, y el Servicio Secreto borra sus mensajes
Trump seguía el desarrollo de los acontecimientos por televisión, y prefería la cobertura periodística de la cadena derechista Fox News. En lugar de hacerles caso a sus asesores y movilizar a las fuerzas del orden, el Presidente tenía criterio propio. Llamó a su abogado, Rudy Giulani, y a senadores que estaban dentro del Capitolio para impulsarlos a retrasar la certificación de los resultados electorales. Mientras la manifestación ya se desplazaba por el interior del edificio del Congreso, agentes de la escolta del vicepresidente Mike Pence temieron por sus vidas y, ante el miedo a la muerte, según relató un funcionario de Seguridad el jueves, empezaron a comunicarse telefónicamente con sus cónyuges y familiares, para despedirse.
Entre la gente preocupada por cómo estaba deteriorándose la situación y por sus implicaciones estuvo el líder de los republicanos en la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, que pidió al yerno de Trump, Jared Kushner, que intercediera. El 7 de enero, el expresidente seguía negándose a dar por cerradas las elecciones.
El Comité esperaba contar con una serie de mensajes de texto del Servicio Secreto enviados el 5 y 6 de enero y que podrían haber ofrecido más detalles, pero solo ha recibido uno. El resto fue borrado en el marco de una migración del sistema previamente planificada y según los medios no puede recuperarse.
Este jueves se ha sabido que el Departamento de Seguridad Nacional lanzó una investigación penal sobre esos mensajes desaparecidos en el tránsito del sistema anterior al nuevo. Ha pedido al Servicio Secreto que interrumpa su propia investigación interna, ya en curso, para que no haya solapamientos e injerencias.
Audiencias anteriores habían servido para determinar vínculos entre el expresidente y su círculo con grupos supremacistas que lideraron la protesta y para incidir en que el entorno más cercano de Trump le recalcó repetidamente que su teoría del robo de las elecciones carecía de fundamento.
La primera dama, Melanie Trump, señaló este jueves en Fox News que ella no condenó de forma inmediata los tumultos desencadenados. Esa tarde se encontraba trabajando, contó, y tardó en ponerse al corriente y enterarse del aumento crítico de la violencia.
AGB con información de agencias y medios