El volcán de La Palma, el más joven de Canarias y que sigue sin nombre oficial, descargó 215 millones de metros cúbicos de material, casi tanto como las seis erupciones que le precedieron en la isla. En sus tres meses de actividad formó una montaña de más de 1.200 metros de altitud y ganó para La Palma unas 50 hectáreas de terreno nuevo.
Eso sí, también arrasó gran parte del Valle de Aridane, lo que obliga ahora a iniciar una fase de reconstrucción que llevará meses, si no años, para recuperar la normalidad en la isla.
Aunque la erupción se dio oficialmente por finalizada el 25 de diciembre, día de Navidad, el edificio volcánico sigue emitiendo gases y las coladas, bajo la superficie, siguen mostrando temperaturas muy elevadas. Pero el cono, con sus diferentes bocas, ya no cambiará, y el final del proceso ha permitido a los científicos acercarse hasta el mismísimo cráter para hacer mediciones y tomar muestras. También ahora que ya no llueven piroclastos ni cenizas pueden realizarse vuelos en helicóptero sobre el volcán, lo que ha permitido a la Guardia Civil y a un equipo de Involcan acercarse hasta él y grabar un vídeo dando un vuelo de 360 grados sobre el cono principal.
En las espectaculares imágenes se aprecia no solo la gran altura del edificio, sino también los distintos colores en la superficie, debido a los distintos materiales depositados allí, como dióxido de azufre, entre otros, y la desgasificación, que continúa emitiendo fumarolas y nubes de gas en distintos puntos de la montaña.