En 2009, cuando Madonna se presentó en Varsovia, un grupo de nacionalistas de la derecha polaca protestó contra su presencia en el país y dijeron que su concierto era “cripto-satanista”. El argumento de los extremistas era que, como el nombre de la artista conocida por celebrar el sexo y abrazar a la diversidad significa literalmente Virgen María y su presentación coincidía con la fecha en que se celebra la Ascensión de la Virgen, ella estaba “ofendiendo los sentimientos religiosos”. Once años después, tres activistas LGBT+ enfrentan un proceso judicial que podría llevarlas a la cárcel. Y en el centro del conflicto también hay una Virgen que abraza a la diversidad sexual.
En abril de 2019, Elżbieta PodleÅna, Anna Prus y Joanna Gzyra-Iskandar pusieron unos carteles que muestran a la Virgen María con un halo que tiene la bandera del arcoiris. Estos carteles aparecieron cerca de una iglesia de Plock, una ciudad al norte de Varsovia. Y llegaron como una respuesta a unos carteles que había puesto la Iglesia Católica local para celebrar las Pascuas. La Iglesia había enumerado los pecados contra los que espera que luche cada creyente: odio, envidia, codicia... género y LGBT.
La Virgen que PodleÅna, Prus y Gzyra-Iskandar eligieron para sus carteles es conocida como “Nuestra señora de Czestochowa” y es considerada un ícono de la iglesia polaca desde el siglo XVIII. “Nadie debería ser excluido de la sociedad. La orientación sexual no es ni un pecado ni un crimen y la Santa Madre protegería a esas personas de la Iglesia y de los sacerdotes que piensan que está bien condenar a los otros”, dijo la activista a la BBC en mayo de 2019, cuando ya había empezado el proceso en su contra.
El proceso judicial, motorizado por las autoridades eclesiásticas y el gobierno nacional de Polonia, está cobrando visibilidad a lo largo de Europa. Dos de las organizaciones de derechos humanos más importantes del mundo, Amnistía Internacional y la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex (ILGA, por sus siglas en inglés), le piden al Procurador General que les retire los cargos a las activistas y que garanticen la plena vigencia de sus derechos. Un detalle es que el Procurador General, el jefe de los fiscales, es también el ministro de Justicia de la Nación, le cuenta a elDiarioAR Magdalena LisiÅska, politóloga de la Universidad Jagellónica de Cracovia.
El miércoles de la semana pasada empezó formalmente el juicio en el que PodleÅna y sus dos compañeras están siendo acusadas de haber “ofendido a los sentimientos religiosos”, algo tipificado en el Código Penal local. Es un delito que podría llevarlas a la cárcel por dos años.
LisiÅska considera que este caso “es sintomático de un fenómeno más amplio de restricción de los derechos de las minorías en Polonia por parte del gobierno”. LisiÅska explica que el partido oficialista, Ley y Justicia, es “ultraderechista, conservador y apoya su discurso sobre el miedo al otro, especialmente la comunidad LGBT+ y las mujeres. También tienen el apoyo de la Iglesia y ese es un factor de poder importante”.
Experta en política latinoamericana y sobre todo argentina, LisiÅska plantea que hay una “versión polaca de la grieta”, que enfrenta por un lado a los sectores conservadores de los pueblos rurales con los sectores laicos y cosmopolitas de las grandes ciudades.
El arcoiris no ofende
En plena campaña electoral, el presidente de Andrzej Duda, dijo que la “ideología LGBT+” es “peor que el comunismo”. El arzobispo de la Iglesia Católica de Polonia, Marek Jdraszewski, siguió sus pasos y dijo que, si antes el país tenía una “plaga roja”, ahora tiene una “plaga del arcoiris”. Los canales públicos, manejados por el gobierno, insisten en su discurso homófobo y “el caso de la Virgen María”, como se lo conoce en todo el mundo, es uno de los temas de debate nacional.
Este caso es sintomático de un fenómeno más amplio de restricción de los derechos de las minorías en Polonia por parte del gobierno
“A veces es descorazonador ver lo que pasa en Polonia”, le dice a elDiarioAR Lukasz Szulc, docente e investigador en la Universidad de Sheffield. Nacido y criado en Polonia, actualmente está haciendo un estudio sobre el uso de redes sociales de parte de personas polacas de la comunidad LGBT+ que viven en el Reino Unido. “Al tiempo que avanza la retórica de odio por parte del gobierno, crecen las muestras de solidaridad en la sociedad y eso me hace sentir esperanzado. Estuve allá el verano pasado, que fue el pico de discursos de odio, y me sorprendió ver una cantidad enorme de banderas del arcoiris en bares, calles y hasta edificios. Nunca había visto algo así”.
“El oficialismo inventó una categoría que no existe, que es la ideología LGBT. Ellos no hablan de la gente, hablan de la ideología. Es una categoría que usa el presidente, el ministro de Educación y la Iglesia”, cuenta LisiÅska. “A raíz de eso, hubo una campaña de protesta diciendo ´Yo no soy una ideología, soy una persona, tengo familia, tengo amigos´”.
Szulc explica que “la ideología LGBT+ significa muchas cosas distintas para distintos grupos de personas”. Así, “para algunos tiene que ver con que ven a las demandas del colectivo como algo no polaco, algo que viene del Oeste. Cuando les preguntás si están en contra de que las personas sean homosexuales, dicen que no. No están en contra de la homosexualidad en sí, están en contra de que seamos visibles y pidamos derechos que ellos consideran privilegios, como matrimonio igualitario y adopción. Para otros, el activismo LGBT+ está destruyendo las bases de la civilización polaca, como la religión católica y los valores de la familia, ese tipo de amenazas imaginarias”.
En línea con la retórica homófoba, en los últimos años distintas municipalidades polacas han aprobado resoluciones que indican que son “zonas libres de la ideología LGBT+”. ¿Qué quiere decir que un pueblo esté “libre” de ideología LGBT+? “Son declaraciones de las autoridades locales acerca de que la comunidad no es bienvenida en esos lugares. Son declaraciones sin efecto legal de silenciamiento pero es algo que habilita a las personas a manifestar su discurso y sus crímenes de odio”, responde a elDiarioAR Kamil Maczuga, activista LGBT+ y coautor del Atlas del Odio, una plataforma interactiva que muestra el mapa polaco y los lugares que adoptan esta resolución discriminatoria. Por su trabajo, Kamil fue demandado en el fuero civil por algunos intendentes que lo acusan de haber manchado su buen nombre y honor.
El arcoiris no ofende y no debería ofender a nadie porque es un símbolo de la comunidad LGBT+ y no tiene un significado negativo
Las zonas que aprueban esta resolución “suelen ser pueblos pequeños en zonas rurales, por lo que en un punto es poner en papel lo que siempre estuvo ahí. Yo crecí en una de estas zonas que ahora son libres de ideología LGBT+ y no era un buen lugar para vivir siendo un adolescente gay. No hay lugares en los que podamos tener apoyo o algún tipo de ayuda. Conozco a personas que viven ahí y tienen más miedo que nunca a salir del clóset”, plantea Maczuga.
Cada vez que hay elecciones, cuentan los activistas, algún municipio se suma a la lista de territorios libres de “ideología LGBT+”. El discurso del gobierno y de la Iglesia se vuelve cada vez más virulento, más violento. Y sin embargo, o tal vez gracias a eso, sectores importantes de la sociedad civil alzan la voz para manifestar su oposición a ese tipo de medidas y declaraciones. “Mucha gente en Facebook ahora usa un filtro para sus personas de perfil que dice #TeczaNieObraza, ´el arcoiris no ofende´. Es un ejemplo interesante de cómo las redes sociales pueden ser una plataforma para discutir con el eje del argumento en disputa”, apunta Szulc. “El arcoiris no ofende y no debería ofender a nadie porque es un símbolo de la comunidad LGBT+ y no tiene un significado negativo”, suma Maczuga.
Esta semana continuarán las audiencias del juicio en el caso de la Virgen María y cada paso será seguido no sólo por la multitud que se reunirá en el frío de Plock sino por los miles de testigos que están convencidos de que se está discutiendo algo más importante que lo que se ve a simple vista. Que confían en que, a partir del cruce de la religión con la sexualidad, Occidente está discutiendo una vez más sobre aspectos centrales de la democracia. No son pocos los activistas que se muestran confiados en que más allá de cuál sea la sentencia, los polacos, las polacas y les polaques están avanzando en materia de visibilidad. Y eso les permitirá, más tarde o más temprano, avanzar en materia de derechos.
PS