Las elecciones brasileñas también se juegan en el oído. Se han escuchado apelaciones de artistas consagrados a evitar la continuidad de la ultraderecha, canciones pegadizas más propias de las músicas de campaña y, también, ha habido lugar para politizar la música y musicalizar la misma política.
El campo musical, en todas sus variantes, se ha volcado casi mayoritariamente en favor de Luiz Inacio Lula da Silva. Pero Jair Bolsonaro tuvo también quién le cante. Gusttavo Lima es una suerte de Ricardo Montaner brasileño. “Si decides intercambiar el amor por un momento/ Termina conmigo primero/ Si para ti soy insignificante/ Acaba conmigo primero”, suele berrear ante las multitudes. Desde Miami, y ante una exultante colonia de compatriotas, Lima respaldó al capitán retirado. “Mito, mito”, le respondió el público mientras el cantante agitaba la enseña nacional. Bolsonaro le agradeció por Twitter. El dúo sertanejo Zé Neto y Cristiano también se ha sumado al bolsonarismo. Y para dar profesión de fe se dejó fotografiar con el diputado Eduardo Bolsonaro.
El bolsonarismo es hijo de las redes sociales. Su imperio sigue siendo el trucaje de fotos y la letra escrita: han convertido a las fake news en un género en sí mismo. Una narrativa silente, sin embargo. Lula, en cambio, ya sea desde la esperanza, el voto útil o la simple condición de mal menor en medio de una dramática encrucijada, ha podido reproducir entre músicos de distinto linaje la misma alianza que forjó con parte de la centroderecha. Y ahí apareció, por ejemplo, Anitta. Ha sido considerada por Vanity Fair una “Beyoncé made in Rio” y la “estrella latina del pop más poderosa e influyente”. Su tema “Envolver” tiene solo en Youtube 385 millones de vistas. “Diiime cómo hacemos/ si tú me deseas y yo a ti también”. Nada de empatía con el débil. Glamour y hedonismo. Pero todo parece haber tenido un límite. “No soy petista y nunca lo fui. Sin embargo, este año estoy con Lula”, dijo, haciendo valer el peso de sus intervenciones: tiene 63 millones en Instagram y 20 millones en Twitter y Tiktok. Xuxa, también anticipó su voto favorable a un exsindicalista por el que nunca había simpatizado.
Ha habido, naturalmente, adhesiones menos pragmáticas. Con “Vira Voto” (cambia el voto), varias luminarias, entre ellas Caetano Veloso, Gal Costa, Maria Bethânia, Daniela Mercury y Eduardo Antunes, entre otros, hicieron la mímica de una canción que no les pertenece (tiene todas las características carnavalescas de muchos jingles) que pide a los electores “coraje, resistencia y esperanza” para mirar a un “futuro de un lápiz” que “saque el arma del niño”. La canción pone en escena una suerte de juego de inversiones: el gesto del arma que popularizó Bolsonaro (el índice es el cañón y el pulgar representan el deseo de disparar) se convierte, al girar los dedos hacia arriba en la “L” de Lula. Caetano hizo también un llamado personal a la sociedad y recordó que votó entre llantos al líder del Partido de los Trabajadores (PT), en 1989, frente a Fernando Collor de Mello. Ese PT era fuertemente clasista y recibió la adhesión de numerosos intelectuales y músicos. Caetano nunca más respaldó la candidatura de Lula, ni siquiera en su primer viaje hacia el centro, en 2002, cuando venció a José Serra. En sucesivas elecciones le dio su sufragio a Marina Silva y Ciro Gomes. “Adoro a Ciro, respeto lo que él planea y promete”, recordó en su mensaje, sobre el exaliado del PT que aparece tercer en las encuestas. Pero “el negocio tiene que ser Lula”, admite Veloso.
Decenas de artistas participaron del “Himno al Innombrable”, una canción de 13 minutos que intenta ser una suerte de resumen de estos cuatro años de bolsonarismo y que tiene como peculiaridad haber sido construida sobre la base de los exabruptos del capitán retirado. Ese menjunje de citas, apenas pasadas al estilo indirecto, provoca, por su acumulación, el efecto deseado: sume al oyente en el estupor. Como si los invitara a interrogarse si eso había verdaderamente ocurrido en Brasil. El “Himno al Innombrable fue escrito por Carlos Rennó, quien ha colaborado con Gilberto Gil, Tom Zé, Rita Lee, Paulinho Moska y Pedro Luís, uno de los autores de la música que comparte con Chico Brown, nada menos que el hijo de Carlinhos Brown y nieto de Chico Buarque.
La canción se abre con el cello de Jacques Morelenbaum, ese eximio instrumentista que trabajó con Caetano en algunos discos memorables. De inmediato irrumpe Walter Moura, el actor que ha ganado reconocimiento internacional por su participación en Tropa de elite y, recientemente, como director de Marighella, la película sobre el guerrillero bahiano de los sesenta que tanto irritó a la ultraderecha. “′Estoy a favor de la dictadura`, dijo, ′Del palo del loro y de la tortura`, concluyó”, se lo oye a Moura cantar-decir. La canción se edifica sobre ese tipo de oraciones propias de las viejas agencias de noticias: ascetismo y grado cero de la objetividad. “Dijo: ′No hubo ninguna dictadura en el país`”.
Desde hace dos semanas que circula el “Himno…” en las plataformas: millones de personas ya la han conocido. A diferencia de muchas canciones políticas, esta tiene un sutil refinamiento instrumental y melódico que sostiene el trasiego de citas y el intercambio de voces y procedimientos. Porque el Caio Prado, uno de los renovadores de la escena carioca, funge de inmediato como comentador de Bolsonaro: “y todavía insiste en que no es racista/ Y que el racismo no existe en este país”.
Otra de las particularidades de esta suerte de invectiva musical es su cruce generacional. La cantante Dora Morelenbaum comparte la grabación con su padre, Jacques. Luana Leal de Carvalho es la hija de Beth Carvalho y ha trabajado con Moreno Veloso. Se suma el extraordinario Lenine con una de las paráfrasis más lacerantes de la era Bolsonaro: “Ha calificado la cuestión medioambiental de ′importante para veganos que sólo comen verduras`; Llamó ′i mentirosos` a los datos científicos. Sobre el aumento de la deforestación dijo que ′el Amazonas sigue intacto, Prácticamente conservado en el campo`”. José Miguel Wisnik ha colaborado también con Caetano. Su reconocimiento mayor viene de ensayos como Sonido y sentido Otra historia de la música, donde sostiene que la evolución del lenguaje musical ha oscilado entre dos alternativas planteadas por la propia naturaleza del sonido y de nuestro cuerpo: la pulsación (el latido del corazón) y la frecuencia (la onda cerebral). Esa oposición, sostiene, ha atravesado todas las prácticas y técnicas musicales. “El jazz y especialmente el rock se alimentan de la oscilación cíclica entre procesos elaborados y procesos elementales. La canción hace, en momentos privilegiados, el puente entre la vanguardia y los medios de masa”. Wisnik aporta su voz como si fuera una nota al pie de las barrabasadas del capitán retirado: “Los ignorantes reinan ahora en el país/ Lo que antes, oh pensadores, era impensable/ ¿Quiénes son estas personas que no saben lo que dicen?”.
Lo interesante del “Himno al Innombrable” tiene que ver, insisto, con esa extensión temporal (¡13 minutos“) durante los cuales se cruzan la urgencia, indignación con la creatividad. La canción no queda presa del realismo y la retórica de la protesta. Siempre hay algo diferente que suena por detrás del canto. No podía ser de otra manera si entre los colaboradores figura Arrigo Bernabé, uno de los grandes nombres de la escena paulista de los ochenta, a quien se lo ha comparado con Frank Zappa. El melodismo muy propio de la MPB (Música Popular Brasileña) es, en ese sentido, algo engañoso. La palabra se impone al canto, no puede quedar presa del melisma ni un exceso de emoción. Es un documento y una investigación política y cultural que se despliega en el tiempo. Bajo ese precepto canta Chico Brown: ”y repitió el lema ′Dios, patria y familia`/ Del integralismo y del fascismo italiano/ Añadiendo al lema una sospechosa ′libertad`...Al igual que había parodiado el nazismo/ El lema ′Alemania por encima de todo`, Poniendo en su lugar ′Brasil`en el nombre del país“.
El ejercicio de inventario de los últimos años hiede. “Una mierda machista de actos pusilánimes/ Que tal vez piensa que es un héroe de Marvel/ Pero es más bien un villano de cómic”. Y también, de cara a las elecciones, recuerda, a modo de relato periodístico, las amenazas: “Dijo que no aceptará el resultado/ Si es derrotado en las elecciones de nuestra historia/ Y: ′Tengo tres alternativas para el futuro: O ser encarcelado, o ser asesinado, o la victoria, Porque ”sólo Dios puede sacarme de la silla de presidente`“.
Al pasado desolador, el “Himno al innombrable” le responde con una cuota de moderado optimismo. Es el momento del estribillo, cuando varias voces se juntan para lanzar al oyente la pregunta: “¿Y quién dirá que ya no es imaginable resurgir de las ruinas del país?”. O sea: es un canto sobre los escombros.
AG