Era la noche del domingo 18 de marzo de 2012. En Argentina, más o menos, habrán sido las 22 horas, mientras que en Hannover, Alemania, en donde yo estaba, eran las 2 de la mañana. Estaba en casa, jugando con mi nuevo teléfono, cuando entré a Facebook y me crucé con una publicación muy breve de Ornella Infante que informaba la muerte de Claudia Pía Baudracco. Enojada, le escribí: “¿Por qué hacés este tipo de bromas espantosas?”. Me respondió: “No, compañera, es verdad”.
La última comunicación que yo había tenido con Pía había sido el jueves de esa misma semana; me había escrito un mensaje pidiéndome que la llamara, que tenía algo importante que decirme. Mis días en ese tiempo eran muy agitados, salía de trabajar muy tarde y, sumado a la diferencia horaria entre Alemania y Argentina, se complicaba mucho poder comunicarme con las personas que estaban allá. El momento que había elegido para llamarla había sido ese mismo domingo, al terminar mi trabajo, más o menos a mis 3 o 4 de la mañana. Nunca pudimos hablar y será por eso que hasta el día de hoy, sigo conectada con ella, está presente.
Con Nico, mi marido, habíamos pasado la Navidad del 2011 en Argentina, y recién en enero habíamos vuelto a casa. No había manera de viajar nuevamente, así que mi rol, desde Hannover, fue comunicarle a María Rachid los deseos que tenía Pía: en su velorio, ella no quería una cruz en el cajón, ni quería flores, lo que ella quería era que la envolviéramos en las banderas de las organizaciones en las que había militado. Su despedida estuvo llena de personas, fue un velorio masivo. Hacía muy poco habíamos logrado que se fechara la sanción de la Ley de Identidad de Género: tendría lugar el 9 de mayo. De hecho, en la agenda de Pía, estaban las órdenes médicas para hacerse todo un conjunto de estudios; por primera vez, tenía la idea de poder proyectarse a una vida de mujer trans mayor.
Hoy por hoy, el activismo del colectivo continúa, concretando todos los planes que empezamos juntas. Cada vez que regreso al país mi sensación es que Pía está de viaje y me dejó, como siempre hizo en vida, la agenda preparada, con todas las actividades que tengo que hacer durante mi estadía. Después de su partida, logramos muchas de las cosas que guardó en el inconsciente de cada una de nosotras, las que nos consideramos herederas de su legado: el Archivo de la Memoria Trans; la Biblioteca y Museo Claudia Pía Baudracco; distintos murales con su imagen; consultorios amigables en hospitales, centros de salud, cooperativas y festivales que llevan su nombre. Incluso, desde la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, se impulsaron una beca y toda una programación estudiantil en su honor. Este año, sin dudas, a Pía la encontraríamos en las manifestaciones del INADI (al cual perteneció), Télam, el INCAA; defendiendo al Ministerio de la Mujer, luchando en las manifestaciones por la falta de retrovirales.
En tres días, se cumplirán 12 años de la muerte de Claudia Pía. A su vez y en conmemoración a ella, el 18 de marzo es también el Día de la Promoción de los Derechos de las Personas Trans. Por mi parte, seguiré haciendo las cosas que me pida, y la seguiré buscando entre la multitud de cada una de las marchas.
MBC/SN/DTC