Los nudos en la Argentina pasaron de ser señal de bonanza a expresión de dificultad. El país dejó de tener la “vaca atada” a hacerse un “nudo en el estómago”. La realidad nacional parece el nudo gordiano que desafió a poderosos reyes y generales con su dificultad para ser desatado. De allí que “Cortar el nudo gordiano” significa resolver tajantemente y sin contemplaciones un problema.
De ese modo lo entendió Alejandro Magno, quien luego de vencer en Frigia, fue retado a “desatar” el nudo de Gordias. El conquistador apeló a una respuesta creativa propia del pensamiento lateral: en lugar de forcejear manualmente con el nudo para aflojarlo, lo cortó con su espada. Alejandro tenía habilidad y una espada afilada.
Los pretendientes actuales al trono alejandrino son percibidos en varios países como quienes podrían terminar el nudo gordiano de las crisis nacionales de un sablazo. Es que en la actualidad, la disrupción tiende a ser asumida a priori como una espada alejandrina, útil para cortar los nudos que mantienen a la nave Patria eternamente amarrada.
Nudos recurrentes que se presentan como irresolubles en la realidad argentina: los piquetes y las movilizaciones de las organizaciones sociales, las disputas entre la política y la justicia, los paros y los bloqueos realizados por los sindicatos, la profundización de los problemas públicos como la inflación, el salario real, la presión fiscal, la inseguridad, la pobreza, la desigualdad, y la falta de respuestas efectivas por parte de la dirigencia política. Los nudos parecen esquivos al desmadejamiento: las mismas ataduras de siempre y los mismos políticos de siempre empiezan a ser intolerables para una opinión pública tentada por la disrupción política.
Desde la retórica, aparece un arsenal de espadas, de distinto metal y con distinto filo, empuñadas por outsiders que, legitimados por la ira acumulada de un sector de la sociedad, se muestran dispuestos a cortar los nudos gordianos. En la región hay una oferta de dirigentes antisistema por derecha e izquierda, entre los que se advierten los casos de: Gabriel Boric (Chile); Pedro Castillo (Perú); Rodrigo Chaves (Costa Rica); Javier Milei (Argentina).
La espada de la libertad
La mayoría de los seguidores de Milei nunca leyó a Hayek ni a Von Mises; simplemente están enojados. Esa ira es un combustible potente para impulsar un ascenso fugaz sin garantías de ser un presidenciable competitivo. Hace falta mucho más que emocionalidad negativa para ser un candidato presidencial con chances.
Milei relanza la identidad libertaria que supo tener a la Ucedé como plataforma, sin embargo, el principal atractivo no está tanto en las ideas, sino en el llamado antipolítico a cortar los nudos irresueltos por “la casta”. Tanto para él, como para sus seguidores, el verdadero nudo gordiano no son los problemas públicos, sino los propios dirigentes tradicionales y sus estructuras: el enemigo es el sistema político en su conjunto. Ergo, los políticos ya no son inoperantes ante el problema que los excede, son el problema.
Las tres pruebas de Alejandro
Ante el fenómeno Javier Milei vale preguntarse: ¿Apunta a cortar el nudo correcto? ¿Tiene la habilidad para el corte? ¿Empuña la espada necesaria y afilada?
¿Apunta a cortar el nudo correcto? Evidentemente no, no solo porque le apunta a la dirigencia política como problema metiendo a todos en la misma bolsa, cuando evidentemente hay evaluaciones demoscópicas y resultados de política pública muy diversos con dirigentes que no llegan al dígito de aprobación y otros que logran amplios consensos.
Además, no se puede pensar que la dirigencia política es la única dirigencia en deuda con el país, la misma necesidad de matizar las valoraciones respecto de “los políticos” es necesaria en todos los ámbitos de incidencia: sindical, empresarial, científico, periodístico, religioso, académico, judicial, deportivo, artístico. Lo de Milei es claramente una simplificación que le permite sumarse a lo que su propia verba denuncia y volverse uno más de la casta, un más.
¿Tiene la habilidad para el corte? Canalizar el descontento es casi instantáneo, ni siquiera un proceso con demasiadas etapas. El líder anti casta tiene la habilidad para utilizar los medios tradicionales, especialmente los sets de televisión para dirigirse, sin mediaciones ni articulaciones, a la masa iracunda. Habilidad para montar actos contraculturales en los que agita a los mansos recordándoles que son leones.
Hay en Milei habilidad expresiva. Pero desatar los nudos que tienen amarrada a la Argentina evitando su potencial avance requiere una tarea colectiva en positivo, una construcción, la habilidad requerida es la de liderar un proceso plural que será largo y sinuoso, nada de lo que instaló a Milei a donde está ahora va en esa dirección.
¿Empuña la espada necesaria y afilada? La espada necesaria es la que el propio Milei desprecia: la de la negociación política, una que deberá salir de fraguas como la de El Pacto de La Moncloa, o si se quiere ir más atrás, en la fragua de El Federalista. No será mágica, será la resultante de un relanzamiento institucional y un liderazgo político constructivo.
En la Argentina de hoy, quienes proponen atajos están más cercanos a Nerón que a Alejandro Magno.
CC