Con la pandemia todavía haciendo estragos y la recuperación de la economía mundial cargada de incertidumbre, Argentina atraviesa esta época de cambios y desafíos globales como la tripulación de un barco que necesita sortear la peor de las tormentas en el mar.
Las crecientes cargas de deuda ponen en peligro las perspectivas económicas y el bienestar de la población de muchos países. A eso hoy se suma la guerra. El alza de los precios de los alimentos y la alteración en el suministro de granos desde la invasión de Rusia a Ucrania profundizó la inminente escasez alimentaria mundial, parte de una crisis que amenaza con extender la pobreza extrema.
Estos problemas resultan abrumadores, sin dudas. Pero se agravan ahora con crecientes tensiones geopolíticas que, además, ponen en riesgo los mecanismos de cooperación para lograr las respuestas globales y urgentes que demandan.
En este contexto los principales líderes del mundo tendrán que enfrentar tres encuentros claves y particularmente importantes: la Cumbre de los Jefes de Estado y de Gobierno de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), la del Grupo de los Siete (G7) en junio y la del Grupo de los Veinte (G20), en noviembre.
BRICS
Argentina también formará parte de estas instancias, en la que se juegan presente y futuro globales. China, a cargo de la presidencia de los BRICS este año, eligió el lema “Diálogo de Alto Nivel sobre Desarrollo Global” para esta cumbre, a la que fue invitado el presidente argentino, Alberto Fernandez y que se centrará en el fomento de una alianza mundial por una agenda 2030 para el Desarrollo Sustentable, y en relanzar el rol de las economías emergentes y de los países en desarrollo.
G7
Alemania, en la presidencia del G7, se ha fijado cinco grandes objetivos: alianzas sólidas para un planeta sostenible; establecimiento del rumbo hacia la estabilidad y la transformación económica; sólidas prevenciones para una vida sana; inversiones sostenibles en un futuro mejor y un compromiso conjunto por una cooperación estrecha, todos englobados bajo la consigna “Progreso hacia un mundo equitativo”. Invitado por el canciller Olaf Scholz, Fernández será el único mandatario latinoamericano que participe de esta cumbre en Baviera, que se propone determinar pasos específicos que permitan fortalecer la cooperación multilateral.
G20
Indonesia aspira a que su presidencia del G20 juegue un papel decisivo en el modo de dejar atrás esta tormenta global, con un lema muy expresivo: “Recuperarnos juntos, recuperarnos más fuerte”. Los días 7 y 8 de julio, y del 10 al 12 del mismo mes, sesionarán en ese país las cumbres de cancilleres y sherpas de los 20 países miembros. De indudable volumen político, esos dos encuentros apuntan también a convertirse en un catalizador de la recuperación de la economía mundial, camino a la Cumbre de Líderes del G20 en Bali, en noviembre. Todas estas reuniones multilaterales, más allá de sus agendas específicas, estarán enfocadas en la crisis de alimentos y energía disparadas por la guerra y en tres elementos sustanciales: desarrollo, equidad y cooperación.
Argentina y la región
Una voz regional en estos encuentros ayudará a su vez a garantizar las necesidades y urgencias de los países en desarrollo. Y al mismo tiempo, permitirá advertir los puntos comunes que comparten con los países desarrollados.
La economía en desaceleración y la pandemia contribuyeron a empeorar las condiciones de pobreza en América Latina, considerada como la región más desigual del mundo. Así, la participación de Argentina como único país de la región invitado a la cumbre de los BRICS y del G7 representa un fuerte reconocimiento de nuestro gobierno como un interlocutor válido de América latina.
Fernández, como presidente de la CELAC, se esta convirtiendo en un enlace necesario de la diversidad de países del continente latinoamericano con Europa y Asia, y, en esa capacidad, expresa la voz de América latina en un mundo que apuesta encontrar coincidencias y que apunta a encarar estas crisis simultáneas con un trabajo mancomunado.
Para muchos, el multilateralismo y la cooperación -aún antes de la guerra en Ucrania- siguen lejos de alcanzar los objetivos propuestos. Pero la solución no es renunciar a ellos, sino seguir trabajando hasta lograr los resultados que el mundo espera. Porque, definitivamente, el diálogo es el único camino para conducirnos al entendimiento y a la acción.
JA