Brasil: golpismo a cielo abierto

1 de diciembre de 2024 11:12 h

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Uniformados con los shorts y las remeras de colores idénticos y antagónicos, decenas de miles de torcedores del Albinegro carioca y del Albinegro minero, pasearon el último día de noviembre su juventud gregaria masculina y su próspera sobriedad matinal por las calles de la capital de un República vecina, hermana y extranjera. Un país donde 6 de cada 10 habitantes sobrevive por debajo de la línea de pobreza. Anfitrión continental pero no protagonista americano de la final de la Libertadores disputada bajo el sol de la tarde del sábado en el estadio mundialista de Núñez. (“Nunca, en 86 años de historia, estuvo el Monumental tan colorido en blanco y negro”, escribió Juca Kfouri). Un campeón mundial que ganó la Copa FIFA en Asia con jugadores que fichan en Europa.

A fines de 2022, mientras la Argentina jugaba sus primeros partidos bajo el sol desértico de Qatar, en Brasil el perdedor del balotaje del 30 de octubre organizaba a otros 36 criminales –militares en su mayoría- para evitar que el ganador lo sucediera como presidente. Según el Informe de la Policía Federal (PF) conocido este martes, los planes “Puñal verde amarillo” y “Copa 2022” detallaban el operativo del gobierno para retener el Ejecutivo y contemplaban, si el estorbo no se hacía a un lado por sí sólo, el envenenamiento de Lula. Si la Justicia enjuiciara Bolsonaro bajo los cargos sugeridos por la PF de golpe de Estado y de abolición violenta del Estado Democrático de Derecho, las penas previstas para estos delitos -ninguno consumado, todos presuntamente intentados con seriedad- suman tres décadas de prisión.

Dos Copas llenas y una vacía

Cuando dos años atrás el martes 22 de noviembre la selección nacional argentina de fútbol masculino argentina jugaba su primer partido en Qatar y era derrotada por la saudí, el gobierno de Jair Messias Bolsonaro se acercaba a su fin en Brasil. Veinte años diputado federal por Rio de Janeiro, hincha de Botafogo cuya victoria celebró este sábado, el presidente derechista enfrentaba entonces la derrota electoral que lo privó de segundo mandato. La investigación de la Policía Federal hecha pública el martes 26 por la Justicia brasileña y ahora en manos de Procuración General sindica a Bolsonaro como líder de 36 criminales organizados para impedir que el vencedor del balotaje del 30 de octubre de 2022 “subiera la rampa”, como se llama al recorrido de la extensa pero suave pendiente que cada cuatro años el 1° de enero asciende el presidente electo, en la arquitectura modernista de los órganos del poder en la capital federal brasileña, para jurar y asumir el poder. Si Bolsonaro se ve procesado por liderar una burda intentona golpista fracasada dos noviembres atrás, todos sus esfuerzos y esperanzas se dirigirán a probar la falta de méritos de sus acusadores. Y si la causa se abre y avanza, por ser sobreseído, por ser absuelto. 

La impaciencia por actuar y dominar, la guirnalda de fobias y paranoias, la certeza cuasi psicótica de que vivimos en peligro de muerte bajo el peligro rojo y la amenaza comunista, la convicción de que si alguien dispone de la fuerza debe usarla, la letanía de que ha habido, hay y habrá fraude, estafa y prestidigitación maliciosas de los resultados en cada elección que le roben al pueblo es decir que Bolsonaro no gane, el experimento mental constante de diseñar asesinatos, envenenamientos y otros crímenes perfectos para librarse de manera preventiva o vengativa, pero efectiva y definitiva, de adversarios engorrosos y tercos. Todo figura en el Informe sobre las derivas golpistas del círculo íntimo de Bolsonaro confeccionado por la Policía Federal brasileña, texto sin duda más indignante que revelador.

En la última elección presidencial brasileña participaron 123 millones de votantes: 58 millones votaron a Bolsonaro, Lula le ganó por menos de 2 puntos. Un proceso judicial largo, enconado, altamemente litigioso, contra el (mal) perdedor de octubre de 2022, lejos de alejar para siempre los espectros golpistas, promete trasladar esa litigiosidad a una polarización y división políticas y sociales de las que el voto fue una expresión extrema pero pacífica. No muchos días atrás, después del triunfo de Trump en EEUU, la ilusión de una vida paralela de rehabilitación política para Bolsonaro no lucía descabellada, y mucho menos efímera, a la ultraderecha brasileña. Hoy las mejores expectativas pasaron a un registro más bajo, brutal, urgente. El ex capitán del Ejército luchará –ya está luchando, ya se está defendiendo- por no ser procesado.

Grandes esperanzas e ilusiones perdidas

La Procuración General recibió el martes el Relatório de más de 800 páginas enviado por el juez federal supremo Alexandre de Moraes -cuya muerte violenta era otra hipótesis de eliminación de obstáculos en el plan golpista-, quien también lo hizo público. Apenas unas semanas atrás, la perspectiva del segundo mandato en la Casa Blanca de Donald Trump, amigo personal y aliado político, había reencendido en el el bolsonarismo el fuego del entusiasmo y la luz de una rehabilitación para el líder derechista.

El sólido triunfo de la derecha y la ultraderecha en las elecciones municipales brasileñas de octubre apuntalaron aún más la ilusión perdida y Bolsonaro anunció su candidatura presidencial para 2026. Hay semejanzas en su empeño por levantar impedimentos legales con el de Evo Morales, ex presidente de signo ideológico irreconciliable, que también busca repostularse. Sólo que no se trata de una batalla interpretativa sobre las normas constitucionales -contra el actual presidente Luis Arce para las elecciones de 2025 en el caso del boliviano- sino que en el del ex presidente brasileño se trata de una penalidad disciplinaria de ineligibilidad hasta 2030 que le fue impuesta por Moraes, que actuó como presidente del Tribunal Superior Electoral (TSE) designado para las elecciones de 2022. La inhabilitación política penaba a Bolsonaro por haber convocado a la sede presidencial en Brasilia a representantes diplomáticos extranjeros antes de la primera vuelta electoral del 2 de octubre de 2022 y comunicarles su escepticismo sobre la confiabilidad de las urnas electrónicas y por lo tanto del resultado del recuento de los votos.

Los movimientos en el Congreso en favor de sancionar una amnistía para los manifestantes derechistas que en protesta por la victoria y asunción de Lula asaltaron Brasilia el domingo 8 de octubre de 2023 con piedras y palos y rompieron los ventanales y causaron destrozos en las sedes vacías  de los tres Poderes del Estado no descartaban que la ley beneficiara a Bolsonaro. La legitimidad, o la confianza en la factibilidad, de tales iniciativas se habían acrecentado después de la victoria de Trump. El presidente republicano reelecto había prometido en campaña indultar a los manifestantes que el miércoles 6 de enero de 2021 habían irrumpido con violencia en el Capitolio de Washington e interrumpido la sesión conjunta de las dos Cámaras del Congreso en la cual se certificaba el resultado de la elección presidencial del primer martes de noviembre que había ganado el demócrata Joe Biden.

Al triunfo nítido del trumpismo en las elecciones de EEUU, se unió la alta visibilidad y relevancia de las que goza, al lado del septuagenario presidente republicano electo, el hombre más rico de la tierra. Elon Musk, de 53 años, es un enemigo personal de Moraes, desde que el juez del Supremo Tribunal Federal (STF) ordenó cerrar en Brasil durante casi un mes a la red social X y multó a Starlink. La figuración del ingeniero y empresario sudafricano en la primera línea del nuevo poder de Washington había atizado el fuego reencendido en el bolsonarismo de la rehabilitación de su líder al calor del giro radical de la política norteamericana.

Enemigo jurado de la Corte Suprema de Brasilia, Musk es hoy también el nuevo mejor enemigo de la Primera Dama brasileña. Rosângela da Silva, más conocida como Janja, remató una meditada coreografía, micrófono en mano, interactuando con un público joven, numeroso y aplaudidor, declarándole Eu não tenho medo de você: Inclusive, Fuck You, Elon Musk al magnate sudafricano o a sus adalides que le hablaban con impostada voz en off. Musk se dio por aludido y contestó de inmediato a la elocuencia performática de esta socióloga de 58 años, tercera esposa de Lula (dicen que es ‘el algoritmo’ de su marido). No sin sevicia, el magnate de Tesla y SpaceX posteó con sevicia que el PT (Partido de los Trabajadores) iba a perder las próximas elecciones. Y si Musk prenuncia y auspicia malogradas las aspiraciones a un cuarto mandato de Lula, Bolsonaro entendió o anheló que esto significaba que el multimillonario designado por Trump co-titular del Departamento de Eficiencia Estatal (DOGE) haría campaña para que en 2026, ya septuagenario, fuera él el retador y vencedor del octogenario candidato petista.

La sobreactuación al poder y el despoder de las performances

Cuando Bolsonaro fue elegido presidente en 2018, no había votante que ignorara que el político paulista no era una persona: era un combo. Un ex capitán del Ejército y un ex diputado carioca en el Congreso Federal del Brasil. Michel Temer, el vice de Dilma Rousseff que tras el impeachment de 2016 sucedió en la presidencia a la petista heredera de Lula elegida para su segundo mandato el año del Mundial de Brasil, al que las caricaturas dibujaban como vampiro nocturno o como mayordomo de película de terror, un profesor de Derecho Constitucional que era el jurista más citado por el STF en sus fallos, jamás habría ganado una elección presidencial: su partido, el centro-derechista Movimiento Democrático Brasileño (MDB), característico del Centrão legislativo, busca ocupar bancas en el Congreso y vicepresidencias. El gabinete Temer estuvo compuesto, casi exclusivamente, por varones blancos mayores de 50 años.

Temer podía parecer siniestro, pero ante todo se veía opaco. Bolsonaro, en cambio, entusiasmaba. No se lo veía como conservador: se lo veía como líder, antes oportuno que oportunista, de una insurrección que encabezaba, ante todo, por su libertad sin filtro de palabra. El ejemplo de quien se va de boca, de quien no hay que tirarle de la lengua para que se exprese sin filtro ni examen previo: la imagen visceral de la autenticidad reprimida. Su actual situación en el limbo procesal, y aquellas a las que se precipite, son un resultado de su competencia para la sobreactuación y su incompetencia para el buen gobierno y aun para el autoritarismo eficaz.

Demócratas reticentes y golpistas verborrágicos

Si el Golpe abortado del que sólo hay planes escritos y reescritos en borrador y testimonios fehacientes de delatores premiados como el policía Mauro Cid, ex asistente personal del ex presidente, y el general Mário Fernándes, ex viceministro del gabinete Bolsonaro, hubiera visto la luz o hubiera conocido el fracaso habiendo al menos puesto en escena algunas de sus violencias, habría sido el cuartelazo más anunciado de la historia democrática. Porque la posibilidad del recurso al golpe era mencionada sin pudor y con gusto y regusto de la platea sobre todo masculina ante cada dificultad política que molestara al Gobierno.

Las delaciones de Cid, sin duda la voz cantante más registrada por la policía, no han surgido de su espontaneidad democrática. Estaba incriminado por su participación en dos procesos penales abiertos a Bolsonaro, por los presuntos delitos de malversación de fondos y de falsificación de certificados de vacuna anti-covid. En los dos había acordado ventajas Cid como imputado colaborador. Cuando encontraron en su celular menciones a planes homicidas de la oposición petista y judicial al gobierno de Bolsonaro, las autoridades judiciales amenazaron a Cid con dar por terminados sus privilegios procesales. Desde ese momento, el policía cooperó, proactivo, exitoso, por mantenerlos.

La intoxicación mítica es una enfermedad autoinmune

Hay un problema inicial acaso insuperable para la defensa de Bolsonaro. Por más que al final él y los otros 36 criminales organizados hubieran hecho poco o nada de lo planeado para diciembre de 2022, por más que los planes “Puñal verdeamarelho” y “Copa 2022” hayan sido en primer y tal vez único lugar una vergonzosa fantasía compensatoria privada de pequeña horda de vestuario, todo aquello de lo que nos hemos enterado resulta es perfecta, enteramente congruente con lo siempre decían el ex presidente y su entorno de “mis FFAA” que podían hacer.

Al Informe policial le cabe buenamente, directamente, el epíteto de indignante, pero mucho menos cómodo sería calificarlo de revelador. La voluntad de acción y de dominio, la guirnalda de desamores, fobias y paranoias, la certeza cuasi psicótica de que vivimos en peligro de muerte bajo el peligro rojo y la amenaza comunista, la convicción de que si alguien dispone de la fuerza debe usarla, la letanía de que ha habido, hay y habrá fraude, estafa y prestidigitación maliciosas de los resultados en cada elección que le roben al pueblo es decir que Bolsonaro no gane, el experimento mental constante de diseñar asesinatos, envenenamientos y otros crímenes perfectos para liberarse preventiva o vengativamente de engorros: todo está documentado, con minucia pareja a la planificación golpista del rencor, en el Relatório de la Policía Federal.  

AGB