Javier, Beatrix, Olaf, Claudia, Fernando y Luiz, o un acelerado weekend argentino en Alemania

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El académico alemán que el sábado 22 de junio entregó a Javier Milei la Medalla de la Sociedad Hayek felicitó al presidente argentino por la “quimioterapia” sin piedad que eligió para curar sin recidivas la economía de un país enfermo de cáncer. El acto fue en Hamburgo, segunda ciudad más poblada de Alemania después de Berlín y séptima de la UE, segundo puerto europeo después de Rotterdam y uno de los veinte más grandes del mundo.

La casta y la calle

Con aplausos de coscientos asistentes en el interior del recinto mientras en la calle otro par de centenares de personas coreaba la consigna “No queremos a Milei en Hamburgo”. Fue Stefan Kooths, el economista que pronunció el discurso de honor en la entrega del Premio, quien condensó la política económica de Milei en la palabra quimioterapia. El lunes el Presidente será nuevamente premiado en la cercana República Checa. Sus premiadores europeos seriales, del Manzanares al Elba y al Moldava, son asociaciones y grupos de estudios económicos científico-partisanos ultra liberales. Así el dedicado a la difusión del pensamiento de Friedrich von Hayek, cuyas ideas liberales los doctrinarios libertarios, incluso el presidente Milei en su discurso de agradecimiento en Hamburgo, donde se filtraba su preferencia por Ludwig von Mises, suelen considerar más impregnadas de estatismo que las propias.

Javier Milei llegó a Berlín invitándose, como segundo destino, después de Hamburgo, antes que siendo invitado por el gobierno de la República Federal. La coyuntura de estas semanas y estos días es pletórica en contrariedades para el socialdemócrata Olaf Scholz, canciller de Alemania desde 2021 y jefe de gobierno de la ciudad-estado de Hamburgo entre 2011 y 2018.

En las elecciones parlamentarias europeas de dos domingos atrás, la ultra derecha avanzó como nunca y la derecha ganó como siempre. Milei ha pasado viajando por el exterior un mes de los seis durante los cuales ha ejercido hasa ahora la presidencia argentina. Se considera un influencer que marcha al paso de la Historia, y entre sus influjos de probada eficacia cataloga su auxilio a la contundencia de la victoria del arco derechista en el Parlamento de la Unión Europea (UE). Es decir que Scholz, canciller opaco, impopular, de perfil bajo en un país de tradición de periodismo amarillo que sin embargo jamás glamoriza o persigue al gobierno de Bonn, se encuentra con una figura massmediática que entre sus jactancias incluye la de haber aportado lo suyo a la derrota del socialismo alemán en las elecciones europeas.

Una derrota tan abrumadora, que los socialdemócratas bajaron al tercer puesto entre las fuerzas políticas alemanas. Primeros fueron quienes siempre salen beneficiados, los democristianos. En segundo lugar salió Alternativa para Alemania (AfD). Relegó al SPD y se instalaron como segunda fuerza del país unos ultraderechistas postnazis más extremistas que sus aliados y también grandes campeones de la elección europea, los postfascistas de Hermanos de Italia (FdI). El partido de la premier italiana Giorgia Meloni que invitó a Milei y al Papa a la última Cumbre del G7 de la que fue anfitriona y donde llamaba por su nombre de pila a los líderes de las otras superpotencias, empezand por su correligionario Joe (Biden). Una política católica y divorciada, que se viste siempre de blanco, incluso cuando visita en el Vaticano al Papa o cuando lo recibe, y las normas suponen que el blanco es el color reservado a Su Santidad.  

La repulsa contra Milei fue oída por una administración a la que se acusa de desentenderse con serena rutina de la acritud de los reclamos de una ciudadanía rutinariamente inconformista. No hubo recibimiento con honores militares para el presidente argentino. Con mínima anticipación y sucinto detalle se anunció que la conferencia de prensa conjunta y la sesión de fotos de Scholz y Milei previstas para este domingo 23 de junio, habian quedado suspendidas. Las vocerías del gobierno alemán fueron avaras de explicaciones; el encuentro bilateral fue breve.

Nunca fuera caballero

El hielo social de Berlín fue precedido un día antes por la fogosa aclamación de Hamburgo. Beatrix von Storch, diputada federal y vicepresidenta del partido postnazi AfD, estuvo entre el público que en la Sociedad Hayek vitoreó al premiado Javier Milei gritando, en castellano, ¡Libertad! Beatrix es jurista, fue diputada en el Parlamento Europeo desde 2014, es diputada en el Congreso alemán desde 2017, es vicepresidenta de AfD desde el mismo año, y es duquesa desde su nacimiento en 1971. Como Javier, Beatrix es famosa por plebeya, por su arte de injuriar: contra los terroristas islámicos, las hordas de violadores musulmanas, a favor del gatillo fácil policial que apunta y dispara contra migrantes ilegales pescados in fraganti en la (supuesta) comisión de delitos, a favor de la tradición, la familia y la propiedad privada.

Como Javier, Beatrix tiene 53 años; como él, no ha tenido hijos. Esta mujer política “ultra conservadora” pertenece a la corriente librecambista de su partido que es proteccionista y estatista.

Su Alteza Beatrix Amelie Ehrengard Eilika de Oldenburg es pariente por línea política de los actuales reyes de Inglaterra y de Noruega y por línea materna de los actuales monarcas de España y de Dinamarca. Su abuelo materno, Johann Ludwig ‘Lutz’ Graf Schwerin von Krosigk, fue el último ministro de Economía de la República de Weimar y el último del Tercer Reich y canciller de facto de Alemania tras el suicidio de Adolf Hitler en Berlín en 1945. El conde murió en 1977, cuando su nieta Beatrix tenía 6 años. Por línea recta desciende Beatrix también de Johann Ludwig von Westphalen. La hija de este noble funcionario del Estado prusiano, Johanna Bertha Julie Jenny von Westphalen, se casó en 1844 con un protegido y admirador de su padre, el joven Karl Marx.

Ideologia, eu quero uma pra viver

En Brasil, desde las primeras semanas de junio, las prepagas de servicios de salud entraron en crisis. Dieron de baja unilateralmente decenas de miles de afiliaciones. Las prepagas deberán volver sobre sus pasos, porque es ilegal su proceder, pero la crisis de financiación deberá ser enfrentada por el Estado. Fernando Haddad, el ministro de Hacienda del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, ha conseguido para este año el déficit cero del Fisco. Este logro no escamotea un fracaso, porque el objetivo era que la austeridad se mantuviera incólume hasta el fin de gobierno Lula 3 y apuntalara un nuevo y último Lula 4.

Lula, a veces, dice que habría que acabar con el Banco Central. Arranques de furia contra Roberto Campos Neto y contra el BC que preside. Contra la misma autoridad monetaria que Mile en campaña, pero la indignación verbal de Lula brota de un motivo diametralmente opuesto. De que el Directorio no ceda a los pedidos del Gobierno y conserve altas las tasas. Así, le reprocha en voz alta Lula limita el crédito y la liquidez y amarga la vida de los sectores más desfavorecidos excluyéndolos del consumo. En los mercados la alarma es exigua: ¿quién confunde un exabrupto con otra cosa? En su reparto de papeles y funciones, su división del trabajo, ¿resulta tan diferente la actual administración brasileña a la de Jair Bolsonaro? El presidente derechista incendiaba las redes de apocalipsis de churrascaria y otras pesadillas de color local, y su ministro de Economía Paulo Guedes las enfriaba con estadísticas y RIGIs. Países católicos y cristianos, ni el México de AMLO, la Alemania de Merkel-Scholz o el Brasil de Bolsonaro predicaron o engrosaron ninguna cruzada medieval de cuarentena fundamentalista en tiempos de la peste del covid. La pandemia suavizó las inquietudes sociales por el gravamen previsional futuro a pagar aliviando los números de las demografías envejecidas.  

Ideológicamente, el líder de La Libertad Avanza (LLA) y los de AfD, FdI, Vox y el PP en España, Chega! en Portugal, Reunión Nacional (RN) en Francia, y la corriente MAGA (Make America Great Again) en EEUU son afines. Es verdad que todos se proclaman anti-casta y anti-privilegio. Hay un rasgo a primera vista separativo de estas derechas con sus predecesoras: motosierras en mano, amputarán a las élites de beneficios tradicionales malhabidos. La motosierra es una metáfora, y cuando se pasa de la retórica a la mecánica, a cómo se acabará con las castas, ¿no se extravían las afinidades? ¿No emerge un entendimiento básico, conceptual aunque no metodológico, entre los dos líderes que no se fotografiarían juntos, Milei y Scholz?

Durante 16 años, y hasta 2021, fue canciller de Alemania la democristiana Angela Merkel. Presidía un gobierno de unión nacional con la oposición socialdemócrata. Scholz fue en su gabinete su último y su más fiel ministro a cargo de Economía y Finanzas. Austeridad y responsabilidad fiscal fueron lemas y guías de la inoxidable Angie. La oposición mexicana y la oposición europea reprocharon a un gobierno ‘populista de izquierda’ y un gobierno centro-derechista la rigidez fiscal, el autoritarismo de la austeridad principista, los sacrificios del gasto en la cultura y la sociedad en el altar del superávit fiscal.  

Cómo se dice ajuste en buen alemán (y quién lo dijo)

En las últimas elecciones generales alemanas de 2021, el país, caliente con gas ruso pagado a buen precio, se despreocupaba de crisis energéticas. Después de la catástrofe japonesa de la central de Fukushima en 2011, el gobierno de la canciller Merkel había atendido las demandas de los Verdes, y había cerrado las usinas nucleares de electricidad alemana. La preocupación que a nadie se escapaba era otra: en un par de décadas más, el pago de jubilaciones y pensiones devorará el 40% del Presupuesto anual.

Hoy a Merkel le reprochan, retrospectivamente, la apertura a la migración de la guerra de Siria, los tratados de apertura comercial en especial con China y el pacto estratégico de hidrocarburos con Rusia. Hoy Alemania es el tercer país exportador del mundo. El alineamiento de Alemania con la UE y con EEUU en la guerra de Ucrania, que Milei comparte, le está siendo más gravoso a su economía, en proporción y perspectivas, que a las restantes, y sus habitantes ven crecer sus deudas personales ante el aumento del costo de vida. Desde 2021, Scholz preside en Berlín una coalición ‘semáforo’. Sin los democristianos, con los Verdes y los Liberales: dos partidos alemanes que, como sus equivalentes en los demás 27 socios de la Unión, se derrumbaron en las elecciones europeas. Desde 2021 el ministerio de Economía alemán está en manos del partido Liberal.  

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