¿Estamos en una corrida cambiaria? ¿Estamos en una corrida bancaria? Para responder estas preguntas, el problema que tenemos es que ambos conceptos no tienen una definición muy precisa. Podríamos decir que la corrida cambiaria es cuando la gente trata, masivamente, de comprar dólares; y la corrida bancaria se da cuando hay un masivo retiro de depósitos bancarios. El problema es qué quiere decir “masivo”.
Cuando el candidato que más posibilidades tendría de convertirse, dentro de dos meses, en el próximo presidente de la Nación aconseja huir de los pesos porque no valen nada, está tratando de que se produzcan ambas corridas: la cambiaria y la bancaria. El mensaje es: vayan a retirar su dinero de los bancos, y con ellos compren lo que sea (lo que también podría traducirse como: “compren dólares”). ¿Por qué lo hace? Porque su plan es que el peso deje de ser la moneda nacional, y su circulación sea reemplazada por el dólar de los Estados Unidos, y para eso tiene dos problemas: el gobierno no tiene dólares y lo que hay son pasivos en pesos.
Él cree que puede solucionar el primer problema endeudando al Estado en moneda extranjera más de lo que ya está. Como expliqué en su momento, a corto plazo eso es un delirio: los mercados financieros están cerrados para Argentina y por esa razón la deuda del Estado en dólares cotiza a niveles bajísimos, como si estuviéramos en default. Pero, a juzgar por sus dichos, Milei cree posible conseguir decenas de miles de millones de dólares, que serían necesarios para reemplazar a los pesos actualmente en circulación.
El segundo problema son los pasivos en pesos: la base monetaria, los depósitos en pesos en los bancos (que tienen como contrapartida préstamos al sector privado y obligaciones del Banco Central con el sistema financiero: Leliq y pases) y la deuda en pesos de los gobiernos, principalmente los títulos públicos. ¿Qué se hace con eso? La solución que aparece a la vista es una hiperinflación, que licúe el valor de los pesos. Si, por ejemplo, los pasivos monetarios del Banco Central son 30 billones de pesos, y el dólar salta hasta 10.000 pesos por dólar, esos pasivos representarían apenas 3 mil millones de dólares, con lo que representarían un problema mucho menor que ahora. Como lo expresó el candidato: cuanto más alto esté el dólar, mejor para sus planes.
Si los pasivos monetarios del BCRA son $30 billones y el dólar salta a $10.000, esos pasivos representarían apenas U$S3.000 millones, con lo que representarían un problema mucho menor que ahora. Como dijo Milei: más alto el dólar, mejor para sus planes
La intención sería que la hiperinflación se desate cuanto antes, durante el gobierno actual. Y la hiperinflación requiere una muy fuerte corrida cambiaria: que toda la gente se desprenda de sus pesos para ir a comprar dólares. ¿Y dónde tiene sus pesos la gente? Casi $30 billones en los bancos, alrededor de $5 billones en efectivo. Entonces, la corrida cambiaria tendría como consecuencia, deseada o no, la corrida bancaria: la gente retiraría sus pesos de los bancos, para comprar dólares. Dadas las restricciones existentes, y el escaso uso que hace el gran público de los mercados bursátiles, relativamente poco podría convertirse de pesos a dólares sin salir del sistema bancario: la gente iría a los bancos, retiraría su dinero en efectivo y lo convertiría en dólares. Y eso provocaría un efecto “Puerta 12”: al querer salir todos al mismo tiempo del peso, el valor real de los pesos se derretiría rápidamente, tal como parece ser la intención de quienes quieren adoptar el dólar de los Estados Unidos como moneda.
La historia argentina recuerda la Tragedia de la Puerta 12, del 23 de junio de 1968, en el Monumental, porque aquel día murieron aplastadas más de 70 personas y resultaron heridas más de 200 a la salida del superclásico, River-Boca
¿Están teniendo éxito? En cuanto a la corrida cambiaria, es difícil saberlo: uno no ve cuadras de cola frente a las “cuevas” de gente desesperada queriendo comprar dólares, como mínimo porque las “cuevas” son ilegales. Lo que sabemos es que en poco más de dos semanas el “blue” aumentó alrededor de 35%, lo cual es un salto grande, comparable al de agosto de 2019, cuando el dólar (en ese momento, único) subió más de 30% en una semana. Pero es imposible saber cuántos compradores fueron los que provocaron el salto de ahora; ni siquiera se sabe cuántos dólares se compran y se venden diariamente en ese mercado; si fuera un mercado chico, como se suele decir, el aumento pudo haber sido provocado, básicamente, por un puñado de miles de compradores, lo que no calificaría como algo “masivo”. La calificación de “corrida cambiaria” para lo que ha ocurrido con los dólares paralelos en estos días depende de la definición que se adopte para tal concepto.
En cuanto a “corrida bancaria”, es claro que no hay. En las últimas semanas, al menos hasta la última información disponible, la cantidad total de fondos depositados por los particulares no ha tenido una variación importante. Desde el 5 de agosto hasta el 5 de octubre los depósitos del sector privado subieron 16%, un poco por debajo de la inflación. Hubo un cambio de composición: los depósitos a la vista aumentaron en términos reales, los plazos fijos bajaron. ¿Qué significa esta baja? En dos meses, el saldo de plazos fijos subió 7%. Considerando la tasa promedio con que son remunerados, significaría que se retiraron de los plazos fijos alrededor del 11% de lo que había dos meses atrás. Es decir: casi el 90% fue renovado. Difícilmente eso calificaría como una “corrida bancaria”. Pero, además, la mayor parte de los fondos no salieron del sistema para comprar dólares: se depositaron en cuentas corrientes y en cajas de ahorro.
¿Cuáles serían las consecuencias de las corridas? En el caso de la cambiaria, la fuerte suba del dólar. Los que aumentan son los dólares paralelos, que no afectan en forma directa al comercio exterior, y por lo tanto sólo tendrían una incidencia (directa) menor en los costos. Pero tienen influencia en las expectativas, y eso presiona sobre la inflación, que, en momentos de gran incertidumbre, tiende a estar gobernada más por expectativas que por costos. Entonces, lo que cabe esperar es que, luego de que la inflación se fuera moderando en las semanas previas (al menos, de acuerdo con la medición de la Secretaría de Política Económica), haya un nuevo rebote por estos días.
La corrida bancaria, de producirse, tendría que ser muy grande para no poder ser administrada sin mayores problemas. La gente iría, retiraría el dinero, los bancos se lo entregarían, y retirarían del Banco Central los pesos correspondientes. Los depósitos de los particulares suman alrededor de 30 billones de pesos, y las obligaciones de corto plazo del Banco Central con los bancos comerciales suman más de 23 billones; que, para devolverlos, el Banco Central sólo necesitaría emitir los pesos correspondientes. La corrida bancaria fue un problema en el final de la Convertibilidad, porque el Banco Central no podía proveer a los bancos con los dólares que necesitaban (como seguramente no podría hacer si se eliminara el peso, y hubiera una corrida bancaria contra los depósitos en dólares de los particulares); pero ahora el Banco Central puede abastecer de los pesos suficientes como para que cada depositante que quiera retirar lo suyo pueda hacerlo. Y la clave de las corridas bancarias es que se producen cuando los depositantes tienen miedo de que no le devuelvan su dinero. Cuando hay seguridad de devolución, la corrida bancaria no se produce.
En conclusión, el gran problema que enfrenta el gobierno en este momento es la suba de los dólares paralelos, porque repercute en la inflación. Que el gobierno necesita que no se acelere, y que el principal candidato opositor quiere que sí se acelere, porque cuanto menos valga el peso, más factibles resultarían los planes de dolarizar. Tenemos por delante días difíciles.
FE/JJD