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OPINIÓN

La cripto burbuja y las nuevas guaridas fiscales virtuales

La ausencia de una regulación integral a nivel nacional e internacional y, por tanto, la falta de control y monitoreo y la trazabilidad limitada de estas operaciones, las vuelve vulnerables a la criminalidad y al lavado de dinero.

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El reciente caso de la criptomoneda $LIBRA nos convoca a reflexionar sobre los graves problemas y riesgos que implica la ausencia de un control estatal efectivo de las operaciones con cripto, tanto para el inversor como para la sustentabilidad económica de un país y el sistema de prevención de delitos económicos a nivel nacional e internacional.

Analizaremos brevemente algunos riesgos que pueden asociarse directamente con el caso de $LIBRA. En primer lugar, la extrema volatilidad a la que están sujetos estos activos peligra la protección de los pequeños inversores. Las cotizaciones de los criptoactivos pueden fluctuar considerablemente en muy cortos períodos de tiempo, lo cual puede arrojar elevadas pérdidas financieras para sus tenedores. Es importante conocer que el valor de su cotización depende estrictamente de la oferta y la demanda, por lo que es sumamente sensible a los cambios que existan en el mercado y a la ocurrencia de eventos a nivel global. No existe regulación que contenga la peligrosa volatilidad de este mercado y esto los convierte en activos susceptibles de burbujas. El exponencial crecimiento de estos activos podría involucrar una gran burbuja financiera y su alta volatilidad impide la estabilidad del sistema e imposibilita mantener cierto orden social. 

¿Qué es una burbuja de activos o financiera? Es la clara representación de una aceleración extrema de los precios que no es impulsada por las variables económicas fundamentales y cuyo desenlace es la “explosión de la burbuja”, que conduce a caídas drásticas de precios y la consecuente pérdida para los inversores. En el caso referido se evidenció cómo inversores de buena fe perdieron millones, mientras que quienes habrían tenido información privilegiada ganaron esos millones. 

Por otro lado, la desregulación –que caracteriza a las criptomonedas– provoca también elevados niveles de inseguridad, riesgo de estafas y fraudes. El avance de las criptomonedas y su tecnología asociada crece a un paso que no tiene correlación alguna con los intentos legislativos que buscan regular su existencia. Ello, sumado a la falta de protección de los inversionistas, se vuelve un combo extremadamente peligroso. Las criptomonedas surgen como un nuevo ámbito, desgobernado y anárquico, que se ubica por fuera del marco internacional vigente y que, si bien puede ser un instrumento innovador, en algunos casos también representa una herramienta exitosa para la criminalidad económica y la delincuencia organizada.

Otro riesgo tiene que ver con la falta de control sobre los intermediarios. Se suponía que las criptomonedas solucionarían los riesgos asociados a la existencia de intermediarios, gracias a la descentralización, sin embargo, los inversores no sofisticados utilizan intermediarios para llevar adelante estas operaciones, lo que incrementa considerablemente su riesgo ya que la mayor parte de los Exchanges tienen custodio de los fondos de los usuarios controlando sus claves privadas. Recientemente también se conocieron gran cantidad de casos de robos y estafas en los que los Exchange de criptomonedas desaparecieron de la red y sus miles usuarios quedaron sin acceso a sus millones de dólares de fondos.

La ausencia de una regulación integral a nivel nacional e internacional y, por tanto, la falta de control y monitoreo y la trazabilidad limitada de estas operaciones, las vuelve vulnerables a la criminalidad y al lavado de dinero. Existen pocas fuentes de información que permitan unir operaciones entre personas humanas o jurídicas que tienen por objetivo ocultarse, por lo que la utilización de las criptomonedas para canalizar los fondos provenientes de actividades ilícitas tiende a ser una de las principales herramientas utilizadas por los criminales. Por último y no menos importante, las criptomonedas funcionan como un canal óptimo para la fuga de capitales y la evasión fiscal. Representan un espacio desregulado que conforma un nuevo tipo de guarida fiscal, podríamos llamarla “guarida fiscal virtual”, que no posee un territorio geográfico definido, escapa de la regulación internacional existente, ofrece anonimato y opacidad. Los criptoactivos y sus ganancias, en muchos países, no están sujetos a impuestos, se mantiene oculta la identidad de los contribuyentes y no hay controles por parte de organismos reguladores. 

Así, las criptomonedas se han conformado en una de las herramientas más eficaces para quienes buscan perfeccionar todo tipo de delitos económicos, permitiendo transferir al exterior enormes montos de dinero rápidamente y de manera muy sencilla, escapando de la supervisión y control de las autoridades gubernamentales y de la justicia. Las cualidades de desregulación, descentralización y privacidad, inherentes a esta tecnología, y su carácter trasfronterizo se relacionan directamente con su potencialidad como canal para fugar dinero lícito e ilícito, ocultar patrimonio, evadir el pago de impuestos, realizar estafas, entre otras finalidades perjudiciales para la economía. No solamente constituyen instrumentos altamente riesgosos para inversores, sino también para la estabilidad económica de los países siendo una herramienta altamente vulnerable ante los ojos de la delincuencia organizada. 

Magdalena Rua es contadora y Magister en Economía Política FLACSO

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