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Genealogía de Fran Fijap

1 de noviembre de 2024 06:55 h

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Como aquel primitivo Homo Erectus que golpeó dos piedras y encendió por primera vez un fuego, los comentaristas de La Nación entendieron —hace años— que las opiniones más disruptivas son las que más posibilidades tienen de prevalecer en una discusión. Cambiar el eje de un intercambio, impugnar al autor de una nota, sugerir oscuros intereses en una línea editorial, no sólo son procedimientos más efectivos que argumentar a favor o en contra de algo, sino que además cumplen con una función esclarecedora, que tiene su parte de verdad.

Con el tiempo, muchos polemistas saltaron a Facebook y Twitter. No todos eran trolls, pero evitaban dar sus nombres y sus caras. Naturalmente opositores, compartían una serie más o menos coherente de ideas y valores. Eran liberales, republicanos y antiperonistas. La mayoría de ellos no se habían formado en las redes, sino que provenían de otros ámbitos. Unos cuantos siguen en actividad, en especial en X, pero el triunfo de Milei los desdibujó. Otros se retiraron a tiempo. El propio expresidente Macri saludó públicamente a uno de los más notables, que emigró del país durante la presidencia de Alberto Fernández. No llegaron a los canales de noticias ni siquiera como personajes secundarios. Hoy, ellos también son parte del pasado. 

No tienen valores, aunque los proclamen. Están orgullosos de sus audiencias. No les interesa la crueldad como un fin en sí mismo, aunque la practican. Los jóvenes libertarios se mueven con ética de jugadores de videojuegos, donde todo está permitido con tal de pasar de pantalla. A diferencia de sus antecesores más directos, muchos de ellos carecen de anclaje en el mundo fuera de las redes, si es que todavía existe tal cosa. Actúan de manera coordinada, ya sea porque son empleados directos en alguna línea de mando, forman parte de un grupo de Whatsapp o Telegram, o sólo porque están buscando su lugar en el mundo. Nacieron en YouTube, TikTok, Instagram, donde generaron audiencias que en muchos casos superan a las de los canales de noticias. Su procedimiento consiste en afirmarse en la negatividad a cualquier costo, como soldados convencidos en una batalla cuyo propósito final es el desmantelamiento del Estado. 

¿Quién es Fran Fijap?

Asomó en los canales de noticias durante una reciente marcha de jubilados, cuando afirmó haber sido golpeado por custodios de Martín Lousteau, y ganó notoriedad al protagonizar una corrida que se volvió emblemática, sospechosamente custodiado por policías de civil y servicios de inteligencia. Aunque menos notorio en X, ya era para entonces un personaje conocido en YouTube, donde actualmente tiene más de 600.000 suscriptores. Provee contenidos desde antes de que Javier Milei llegase a la Presidencia. En marzo de este año, junto con otro youtuber, entrevistó a Guillermo Moreno. Al principio lo llama Guille y al final de la nota lo trata de “usted”. Fijap luce despeinado, irreverente, con un cuadro de Eva Perón y un mapa de la provincia de Buenos Aires en la pared de fondo. Luego de vaticinar la caída del gobierno, Moreno hace lo de siempre. 

—A ustedes los voy a hacer peronistas —se dirige a Fijap—. Con vos es más fácil, porque sos doctrinario. Con este otro es más difícil porque es socialdemócrata, viene complicado. 

El ex secretario de Comercio establece una analogía entre cocinar un pulpo y ser progresista. 

—Yo nunca comí pulpo —dice Fijap, con orgullo proletario—. No soy de esa clase social. 

—Te voy a  invitar.

—Lo único que se comía en mi casa eran fideos, lechuga, cebolla de verdeo…

Se acomoda el flequillo, habitualmente desaliñado..

—Cebolla de verdeo es cara.

—La plantábamos nosotros.

Intercambian elogios. Fijap opina que Moreno es buen tipo y tiene calle. 

—Usted sabe que empecé a bancar al presidente Milei porque estaba cartoneando con mi familia y vi la desigualdad. Mientras el hijo de un político, Sergio Massa, llevaba a su hijo a Qatar con la plata del pueblo, un chico la quedaba en un basural buscando comida. 

—Lo que pasa es que sos muy chico —dice Moreno—. En mi época había laburo y el peronismo crecía al 9, 10%.

Más que las entrevistas, el género privilegiado por Fijap en su canal de YouTube es el de los comentarios a recortes de programas de televisión o posteos de redes sociales. Sus objetivos son el kirchnerismo, el comunismo, el chavismo y el socialismo en general, encarnados en políticos y últimamente también en periodistas, aunque él se considera parte del gremio. Con entusiasmo gamer, el libertario aparece en un recuadro al costado y comenta lo que se ve en la pantalla, como si fueran las imágenes de un videojuego. También inserta sus propios zócalos, y titula en mayúsculas: ¡CRISTINA KIRCHNER CONDENADA! MILEI DENUNCIA MEGA ESCÁNDALO“. Últimamente, los títulos son en primera persona. LOUSTEAU Y TETAZ ME PEGARON EN PLENA MARCHA ANTI MILEI, o ¡SE PUDRIÓ TODO! CRUCÉ A NANCY PAZOS POR CRITICAR A MILEI EN TELEFE. 

Es que Fijap pasó de pantalla. Dio la vuelta completa. Ahora polemiza en los canales de televisión que antes comentaba.

Domingo a la tarde

En La Nación+, un pulcro Hugo Macchiavelli y Agustina Girón presentan un fragmento de la entrevista de Jorge Rial a Máximo Kirchner. Fran Fijap se mete en la conversación como un boxeador temerario. 

—Quiero atender a este ser nefasto, Máximo Paja Kirchner, que se tiene que ocupar de la provincia de Buenos Aires —dice—. Hace unos días le pegaron un tiro a un bebé de un año. En lugar de Milei que hable de Kicillof, que está manejando al peronismo, y lo está manejando mal. Un nene. De un año. Le pegaron un tiro. Es una locura lo que se está viviendo.

Macchiavelli asiente.

—Era una pelea entre bandas.

—Además, hace unas horas mataron a un chico —insiste—, que lo cagaron a trompadas, era una barra. Hace unos minutos se acaban de amasijar a tiros… eh…

—Una patota mató a golpes con una manopla a alguien en el conurbano —confirma Macchiavelli, educado.

—Por suerte tengo una familia que siempre promovió el pensamiento crítico y mirar la realidad tal cual es —interviene Marilu Longi, la joven tiktoker que festejó los despidos en la AFIP—. Crecí viendo Periodismo Para Todos.

Ramiro Marra opina que la interna del peronismo consiste en una pelea por las cajas.

—Yo no puedo creer cómo estas basuras salen a hablar en los medios de comunicación y no tienen vergüenza —añade Fijap—. Máximo, Cristina, fueron responsables de poner a un golpeador de mujeres como es Alberto Fernández. Esto hay que decirlo todos los días, ¿eh? Alberto llegaba de dar un discurso por el Ministerio de la Mujer, te hablaba de las mujeres, de los niños, y llegaba a su casa, se tomaba medio vino y cagaba a trompadas a su mujer, que estaba embarazada de ocho meses. Esas basuras pusieron a ese golpeador. Y ahora quieren volver a la política, quieren no perder poder…

Chasquea la lengua, resoplando.

—No admiten que Axel Kicillof desoya a Cristina Kirchner —afirma Macchiavelli.

—Jamás lo van a poder voltear a Milei. ¿Sabés por qué? —Fijap golpea la mesa—. Porque hay firmeza en este gobierno. Si Javier sería tibio, si estaría con gente tibia, lo voltearían. Pero no, hay gente con pelotas.

La tiktoker asegura que es amenazada de muerte en todas las redes sociales. Marra aclara que a Fijap ya le pegaron, y que él también fue agredido. 

—Parten de la premisa “vos no vas a poder salir a la calle”. Incluso tenés a los medios tradicionales, no ustedes, sino los operadores, que fomentan y alimentan esa violencia. 

Macchiavelli y Girón asienten en silencio.

—Para mí hay un gran problema con los medios de comunicación —interviene Fijap, reflexivo—. Cuando me quisieron matar, los únicos que se preocuparon fueron La Nación + y un medio digital. Los otros estaban esperando a ver si me metían una puñalada, si me pegaban. Por un punto de rating graban cómo están por asesinar a un pibe —se desorienta, como si en el fondo eso no le pareciera tan reprochable—, o cómo están por matar a una persona.

—Cuando vos les decías basura, eso también es una provocación -apunta, incisivo, Macchiavelli.

—Falso —replica Fijap—, hablo a corazón abierto. En las redes sociales a mí me sigue una cantidad de gente porque no tengo filtro —se acomoda el flequillo, mira a cámara con complicidad—. Yo hablo porque estoy indignado. 

No guiña el ojo, pero podría hacerlo.

SR/DTC