Panorama político

Un hervidero de intrigas y arrebatos lastra a un Gobierno en el que sólo rige la motosierra de Caputo

25 de febrero de 2024 00:13 h

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La baja en las transferencias del Gobierno nacional a las provincias sería, en términos reales, de entre 15% y 20% este año con respecto a 2023, según estimaciones de consultoras y agentes financieros que siguen las cuentas de los 24 distritos subnacionales. La abrupta caída radica en los impuestos coparticipables por ley, que explican el 90% de los giros, y también en las denominadas transferencias discrecionales (aportes del Tesoro, financiamiento directo de obras públicas, subsidios y asistencia social), que representan el resto.

Un descenso en los ingresos de esta magnitud pone a casi todas las provincias en situación de descalabro fiscal, mientras Javier Milei y Luis Caputo celebran el déficit cero nacional registrado en enero. Ese “éxito” mileísta, alcanzado en circunstancias tan excepcionales —licuación de ahorros, gastos y salarios; pagos pisados de importaciones— que despierta dudas incluso entre convencidos del rumbo, sólo es festejable en el micromundo que habita la Casa Rosada y el Palacio de Hacienda desde el 10 de diciembre.

El motivo principal de la caída en los ingresos federales y provincias está disparado por la recesión; un cúmulo de penurias, privaciones y despidos que Milei explica con goce como parte de su apuesta a la extinción del Estado, con una irresponsabilidad rayana con la inhumanidad. La regresiva eliminación del impuesto a las Ganancias (ingresos altos) dispuesta por el Gobierno de Alberto Fernández, en septiembre pasado, suma otro factor de deterioro en las cuentas públicas. El diputado Milei votó a favor de esa eliminación y el presidente Milei, por ahora, no parece dispuesto a revertirla, en tanto le sirve para lo que él considera un escarmiento a los gobernadores.

Provincias VIP y de las otras

El sablazo en las transferencias a las provincias no pega a todas por igual. La mayoría de las del Norte sólo recaudan entre el 10% y el 25% de sus ingresos vía impuestos locales; el resto proviene de la coparticipación y los giros discrecionales. En los distritos del centro (Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Mendoza), la recaudación local-nacional está más repartida, en virtud de la diversificación y productividad de sus economías. Las que tienen recursos hidrocarburíferos, con Neuquén y Chubut a la cabeza, cuentan además con las regalías que deja su explotación. En tiempos de evaporación del peso, un recurso que se vende en dólares, para el que el Estado nacional invirtió miles de millones en infraestructura, exenciones y subsidios, marca la diferencia de la Argentina saudita.

El tan criticado —a veces con razón— régimen de coparticipación federal tiene una base de justicia. El 56,66% de los impuestos federales (IVA, lo que queda de Ganancias, Bienes Personales) que se reparte entre las provincias no obedece estrictamente a la cantidad de población ni al aporte de cada una. Es lógico que Santiago del Estero o Corrientes, con generaciones desfavorecidas, discriminadas y expoliadas, y menos recursos naturales, reciban un “premio” sobre Buenos Aires, Santa Fe o Neuquén, cuyos habitantes no tienen ningún mérito en particular por la fertilidad de sus campos, la cotización de la soja en Chicago o los dinosaurios que habitaron esas tierras hace millones de años y dejaron transicionar sus restos fósiles al petróleo.

Javier Casabal, economista del agente financiero Adcap, esbozó un escenario de baja de 20% de las transferencias en 2024. Dos subnacionales quedarían con superávit, cuatro con un déficit “manejable” de entre 0,1% y 4%, y el resto, con desbalances superiores al 7% de su presupuesto, informó la agencia estadounidense REDD. Varias de ellas afrontan deuda externa en dólares. Es decir, una situación insostenible si sus gobernadores pretenden que sus hospitales atiendan a los enfermos y las escuelas den clases, por más que cancelen algún festival con Fátima Flórez como invitada estrella.

Los caminos de Torres

Los dos distritos que podrían alcanzar el superávit en 2024 son la Ciudad de Buenos Aires —por obvias razones— y Chubut. Esta provincia, que pasó de manos del massista Mariano Arcioni al macrista Ignacio Torres en diciembre, cuenta con las regalías del petróleo y un presupuesto más o menos en equilibrio tras un ajuste feroz y desordenado —meses de retraso salarial de empleados públicos, aumentos por debajo de la inflación— implementado por el gobernador saliente. Arcioni, compañero de escuela secundaria de Sergio Massa, condujo la economía chubutense como una montaña rusa. Malgastó, se endeudó y cortó el chorro. Se fue con enorme descrédito dentro del peronismo, pero, silencioso, consiguió una banca en el paraíso del Parlasur.

La deuda de Chubut con el fideicomiso de financiamiento provincial que orbitaba en el Ministerio del Interior es similar a la de otros distritos. El instrumento fue utilizado como vía de rescate por todos los últimos gobiernos nacionales, incluido el de Macri. Como el pago del préstamo actualiza por inflación, la estampida provocada por la maxidevaluación de diciembre multiplicó el monto. Los aduladores de la devaluación no la vieron.

Si un gobernador no podría esperarse que fuera objeto de la letrina insultante de Milei, es el chubutense Ignacio Torres. Proveniente de una familia radical y miembro del ala dura del PRO, Torres exhibe afinidades ideológicas indudables con el Presidente. Esa coincidencia le ahorró al chubutense la deshonra de panquequearse en que incurrieron varios de sus colegas, que se tiraron a la pileta de Milei sin comprobar si había agua y, dos meses después, tratan de volver a la orilla.

De Torres tampoco podría esperarse nada en contra de los intereses de la industria del petróleo. No es algo que se estile en los gobernadores de provincias hidrocarburíferas y menos en él, por razones ideológicas y más allá. El padre de Torres se dedica al negocio de las estaciones de servicio y la venta de combustible, instancia en la que también incursionó el joven a quien Milei intentó menoscabar el viernes como “Nachito”.

Si de un gobernador no podría esperarse que fuera objeto de la letrina insultante de Milei a esta altura del mandato, es el chubutense Ignacio Torres

Por si faltara algo, el ascenso de Torres a la gobernación se dio de la mano de una alianza con el sindicato de Petróleo y Gas Privado de Chubut. Su titular, Jorge “Loma” Avila, ingresó en diciembre a la Cámara de Diputados por la lista de Juntos por el Cambio, en el marco de un acuerdo con el gobernador. El sindicalista —un peronista de la vieja escuela— eludió de inmediato el dogmático bloque PRO y se anotó en el más pragmático Hacemos Coalición Federal, la paleta de colores que comanda Miguel Ángel Pichetto. Ávila tiene experiencia y capacidad de bloquear la producción petrolera por vía de la protesta gremial, de modo de eximir al gobernador de la acción “chavista” —como señalaron los medios de Milei— de cerrar un caño y enfrentar consecuencias legales.

Las fuentes que conocen las terminales de Torres coinciden en que su impetuoso frenesí federalista sería impensable sin la anuencia de Mauricio Macri. La pulseada entre el expresidente y su sucesor libertario alcanza capítulos sórdidos, que no excluyen ribetes de Inteligencia.

En cualquier caso, además del incierto devenir legal, la amenaza de Torres de cortar la producción de petróleo tiene poco vuelo. Sufriría la Nación, pero más lo haría la provincia. Lo impactante —y allí la fortaleza del chubutense— es la velocidad en la que se conformó un bloque de todas las provincias patagónicas, que tiene en sus seis distritos a políticos de procedencia variada.

Lo impactante —y allí la fortaleza del chubutense—, es la velocidad en la que se formó un bloque de todas las provincias patagónicas, que tiene en sus seis distritos a políticos de procedencia variada

Un Presidente que la ve

Milei sigue celebrando su perspicacia. En su relato, todo le sale bien, porque se cumplen sus objetivos subalternos sin que nadie los viera venir.

Los hechos: fracasó la refundacional ley ómnibus y las sombras que se ciernen sobre el refundacional DNU son hoy mayores que hace una semana. Aun si el oficialismo opta por el plan minimalista de proyectos que no impliquen cientos de modificaciones en el corpus jurídico, la suma de La Libertad Avanza y el PRO está a unos 50 diputados y unos 20 senadores de obtener mayorías para aprobar proyectos, en momentos en que Milei y Caputo lanzan al ruedo la hipótesis de que el FMI podría aportar los miles de millones de dólares para la dolarización.

Fuentes parlamentarias dan por perdida la votación en el Senado sobre el mega DNU, por lo que esa herramienta redactada por el estudio Bruchou & Funes de Rioja e inspirada en Federico Sturzenegger dependerá de la anuencia de la Cámara de Diputados —la reforma impulsada por los Kirchner exige el rechazo en ambas cámaras para derogar—. El “nido de ratas”, como descerrajó Milei, deberá expedirse sobre ese instrumento de urgencia que se propone reemplazar cientos de leyes. Entre tantos agraviados, es probable que la angustia del reformista Rodrigo de Loredo por no poder ayudar al Presidente sólo se incremente.

Milei plantea una dinámica en la que su éxito implica el fracaso de los gobernadores, y éstos, por instinto de supervivencia, podrían no tener más remedio que reaccionar, sea con recursos judiciales y votaciones en el Congreso o medidas de hecho.

Como demuestra el bloque Provincias Unidas del Sur, a la hipótesis de un Congreso adverso se suma el riesgo del colapso de la relación con los gobernadores.

Se trata cada vez menos de una lógica marcada por opositores, afines, vendidos, extorsionados u oportunistas. En los papeles, Torres tenía muchas más chances de sellar acuerdos con Milei y los mileístas del PRO que con sus vecinos de la Patagonia, pero como el ultraderechista plantea una dinámica en la que su éxito implica el fracaso de los gobernadores, éstos, por instinto de supervivencia, podrían no tener más remedio que reaccionar, sea con recursos judiciales y votaciones en el Congreso, o medidas de hecho.

El enojo de Pettovello

El malestar que llevó a Sandra Pettovello a comunicar a su círculo que dejaría el Ministerio de Capital Humano fue producto de desavenencias cotidianas y horadantes con el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, pero una discusión con otra figura del Gobierno detonó el trance en la tarde del lunes. En un diálogo que es narrado por diversas fuentes con distinto grado de explosividad, la ministra de Milei chocó con Luis Caputo por la eliminación del Fondo Nacional de Incentivo Docente (FONID).

En tres meses de Gobierno, el transatlántico asignado a Pettovello no encendió motores. La ministra ve venir un conflicto de altísimo impacto social con los gremios docentes, que desde el vamos, en medio de paritarias a la baja, verán recortado su salario en un 15% en promedio por la no renovación del FONID, el giro desde el Gobierno nacional a las provincias que regía desde 2004. La titular de Capital Humano recibió la seca respuesta de Caputo, portavoz y ejecutor de la única y selectiva directriz que funciona en el Gobierno de ultraderecha: “no hay plata”.

Capital Humano pisa expedientes, los medios del sistema Macri-Milei difunden precarias operaciones de prensa y pacientes luchan desesperadamente por la continuidad de sus tratamientos

En la pelea con su par de Economía, Pettovello queda ubicada del lado de quienes perciben el costo social de la motosierra ante los insensibles del Excel. En otras fotos, sale en el lado opuesto del tablero y aparece como la funcionaria indolente que paraliza la entrega de medicamentos a pacientes de enfermedades graves e inusuales o el suministro de alimentos a los comedores populares. Capital Humano pisa expedientes; los medios del sistema Macri-Milei difunden precarias operaciones de prensa; pacientes luchan desesperadamente por la continuidad de sus tratamientos y las familias de los barrios populares eligen qué comida saltearse al día.

A esta altura, resulta irrelevante si Pettovello es una convencida de la motosierra o es víctima de un currículum sin ninguna experiencia en las áreas que concentró su ministerio. A la funcionaria se la conoce por su pasado como productora periodística, un título en Familia de la Universidad Austral, su papel de contenedora emocional de los desbordes de Milei en las pseudoentrevistas que el Presidente hace grabar en TN o La Nación + y una voz orwelliana cuando apareció en las pantallas, allá por diciembre, para advertir que quienes participaran en protestas perderían los planes sociales. ¿Alcanzarán esas dotes para conducir un megaministerio que absorbió las carteras de Trabajo, Educación y Desarrollo Social, en plena ejecución de la motosierra?

Comedores sin alimentos, pacientes sin medicación

El problema no se agota en que el Gobierno de Milei decida cesar la entrega de medicamentos esenciales para la vida de cientos de personas, por la supuesta detección de irregularidades en el manejo presupuestario, sino que ni siquiera nombra a directores o subsecretarios que acaso advertirían los riesgos de decisiones intempestivas tomadas por un funcionario de la cúpula con mucho recorrido en clase business, torres de Manhattan, parroquias del integrismo católico y canchas de golf en barrios cerrados, pero poca calle.

El comedor Los Grillitos, en la villa Cárcova del partido de San Martín, dejó de recibir alimentos el 10 de diciembre. No bien asumió Milei, el comedor, que abastecía a unas 160 personas con una comida diaria, una merienda para los chicos y bolsones, entró en modo emergencia y comenzó a cocinar sólo algunos días por semana, con alimentos donados por los vecinos. Así subsistió hasta enero, pero, como la pérdida de empleo y la caída de los sueldos avanza a una velocidad inédita desde 2001-2022, los Grillitos ya se encuentra casi paralizado, indicó a este medio su responsable, Ofelia Góngora. El Virgen de Luján, un merendero de Florencio Varela, asistía a 70 familias hasta diciembre. Pasaron a ser 110 en enero y se anotaron 220 en febrero, contó Matías Gayol, de Unidad Piquetera, organización que coordina 204 comedores. El ministerio de Pettovello también cortó la entrega alimentos para el Virgen de Luján, que por ahora asiste a dos tercios de los inscriptos con fondos de la provincia de Buenos Aires y el municipio. El tercio restante se va a su casa sin nada.

La narrativa de Milei es que estos comedores son manejados por organizaciones que roban y especulan políticamente, y que magnifican las consecuencias del corte de fondos. El macrismo complementa la denuncia con una deriva clasista: los “choriplaneros” se acostumbraron a no trabajar y hacen la fácil, que es buscar comida gratis. Contrastan con la “Argentina productiva”, diría el fluctuante pichetto-cordobesismo.

La sociedad cultural macri-mileísta cuenta a su favor con un sistema mediático ávido de dar curso a esa versión en grado de coautoría. Para ese relato, sirven casos atendibles, un anecdotario o un festival insustancial de números y fake news como el disparado en estos días en Clarín, La Nación e Infobae contra Juan Grabois y la UTEP, por el manejo del Fondo de Integración Socio Urbana, un programa habitacional que voces de procedencia muy diversa califican como ejemplar.

La narrativa de Milei es que estos comedores son manejados por organizaciones que roban y especulan políticamente. El macrismo complementa la denuncia con una deriva clasista: los 'choriplaneros' que prefieren no trabajar

El Registro Nacional de Comederos y Merenderos tiene anotados 41.253 centros que entregan alimentos y/o cocinan raciones. Allí se abastecen más de cuatro millones de personas, 10% de la población argentina. Los comedores son coordinados por organizaciones políticas, comunitarias, sociales, de desempleados y religiosas. El Gobierno puede tener el legítimo objetivo de eliminar esa intermediación y hasta puede ganar votos con ello, pero debe saber cómo hacerlo. Si yerra y deja a millones de familias a la intemperie, como está ocurriendo, la catástrofe social está a la vuelta de la esquina.

Tiempo atrás, en su temerario léxico, Milei calificó al sector de la sociedad que debe asistir a comedores comunitarios como “los caídos”, y prenunció que Pettovello sería la única funcionaria con canilla libre para asistirlos. No se pudo.

El motor de la intriga

Además del Excel de Economía, las intrigas parecen ser lo único que motoriza al Gobierno de los ultras. Karina Milei usa y abusa de su láser exterminador; Posse menoscaba a Pettovello; ésta le apunta a una inverosímil logia eclesiástica que uniría —vía Francisco— a Posse, Sebastián Pareja y Grabois; Guillermo Francos, otro francisquista, queda a merced del desprecio que le propina Santiago Caputo, y éste cocina todo con Karina. Luis Caputo trata de contener el Festilindo diplomático antichino de Diana Mondino, y ésta es otra que padece el rigor del Caputo joven. Patricia Bullrich va por la suya, y la suya consiste en su desmesurada propensión por las armas y por rodearse de personajes como Gerardo Milman o, cuando éste derrapa, Damián Arabia, que también derrapa. Victoria Villarruel y la logia militar esperan su turno. Y todos los nombrados tratan, como único factor de cohesión, de bloquear las ambiciones de Mauricio Macri.

Otro común denominador del Gobierno de Milei es la precariedad de su texto. Los funcionarios hablan como el bajofondo de Twitter o el mediopelo del oyente que deja mensajes en la radio. No elaboran argumentos para intentar convencer, objetivo que sería plausible en un Ejecutivo con tantas ambiciones refundacionales y una minoría parlamentaria tan marcada. No en vano, los puestos vacantes en áreas sensibles de Desarrollo Social tienen como contracara la superpoblación de sillas de “expertos” en comunicación digital, comunicación de redes, comunicación estratégica, comunicación de base y comunicación 3.0. No hay ignoto tuitero anti-Estado, difamador con pseudónimo, insultador profesional ni pendenciero trumpista o bolsonarista al que se le niegue un sueldo público y un lugarcito en una oficina tapiada con papeles en Casa Rosada.

Los puestos vacantes en áreas sensibles de Desarrollo Social tienen como contracara la superpoblación de sillas de 'expertos' en comunicación digital, comunicación de redes, comunicación estratégica, comunicación de base y comunicación 3.0

“Nadie es kirchnerista gratis”, “la prioridad es el hambre en Chaco, no un investigador del Conicet que estudia el ano de Batman”, “no la ven”, “la inflación viajaba al 15.000%”, “15% es un numerazo”, “nido de ratas”, “Milei se limpia el culo con el Estado”, “fenómeno barrial”, “el Inadi no impidió ningún caso de discriminación”, “es la jefa de la banda”, “Lali Depósito”. El elenco gubernamental expresa opiniones deshilvanadas, precarias, soeces, basadas en un sentido común ramplón que se hace eco de una prédica de décadas en los medios de comunicación. Entre los declarantes de esa estirpe, Milei es el rey, y Luis Caputo se ha demostrado como un discípulo sorprendente.

Macri. ¿Salvataje?

En tiempos de profesionalización extrema del “texto” gubernamental durante el Primer Tiempo de Macri —en la que el lenguaje de los trolls era una parte, no anegaba todo—, la voz del entonces ministro de Finanzas pasó inadvertida. Hoy, a la cabeza del proyecto dolarizador, el artífice de la deuda externa que gobierna a la Argentina desde 2016 ve el campo fértil y da rienda suelta a la parva de lugares comunes provocadores que tenía en su repertorio.

Macri, incluso en esta versión ensimismada, que achicó a su entorno y lo radicalizó, se asume como un vehículo para dotar a Milei del “texto” y la altura de miras que le faltan.

La traba entre el expresidente y el actual radica en un conflicto que hasta ahora no se pudo resolver y difícilmente tenga solución. Las malas relaciones personales entre Macri y Eduardo Eurnekian y entre Corporación América y el Gobierno de Cambiemos dejaron un tendal de heridos. Además de Milei, del emporio de Eurnekian surgieron Posse, Francos y otros integrantes del gabinete, y todos ellos recuerdan perfectamente los desarreglos con el entonces ministro de Transporte, Guillermo Dietrich. El destino quiso que éste fuera el nombre por el que Macri más insistió para incorporar al Gobierno de su aliado Milei. Fue en vano.

Otro desincentivo al acuerdo “por oxígeno” entre La Libertad Avanza y el PRO es que Macri sólo se ve superado por Máximo Kirchner en la imagen negativa de los políticos más importantes de Argentina, y Milei todavía rankea alto en la positiva.

“Pide mucho y tiene poco para ofrecer”, describe una persona del Gobierno que resiste la fusión. Entre lo “mucho” que pide el expresidente figuran cargos, que acumulan aspirantes que, al haberse radicalizado, no estaban en la sala de espera, como María Eugenia Vidal y Diego Santilli. La mesa recelosa que conforman los hermanos Milei y pocos más se vería en figurillas para ir a contarles los tuits y los contratos a políticos a los que el Presidente, además, debe sacar de su lista negra.

Y con Macri llegan negocios, que no son necesariamente los que Milei quiere fomentar. Ambos, por supuesto, pensando en la grandeza del país.

SL/DTC