Opinión

La inclusión como consumidores no es inclusión social

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En primer lugar, llevamos algo más de un año de gestión en la Secretaría de Economía Social y hemos logrado algunas cuestiones importantes. La primera cuestión es un cambio, si se quiere cultural, de salir de la política de capacitación a una política de creación de trabajo. Antes la secretaría capacitaba a los y las compañeras porque se creía que el problema del trabajo era, por un lado, generar oportunidades de negocios para las empresas y, por otro, para los y las trabajadoras darles empleabilidad. No era un problema del modelo económico. Nosotros hemos dado la discusión de la economía popular donde nos metimos en la discusión del modelo de país. Transformamos las unidades de gestión -que sólo eran de capacitación- en unidades productivas. Esa creo que fue la mayor transformación.

La segunda transformación fue que, como el Estado no estaba preparado para una política de trabajo y producción, nosotros pusimos el eje en fortalecer cinco sectores de la economía popular: el reciclado, el cuidado, la pequeña industria textil, la producción de alimentos y la pequeña obra pública. Hemos creado también áreas que tienen que ver con la producción popular: un área de empresas recuperadas, de comercialización, de vendedores ambulantes y de mercados populares. 

También hubo otros logros como que la cuenta de los programas sociales se convierta en una cuenta sueldo personal y no sea más una cuenta del ministerio; los nexos como una política para pagar la obra pública por lo menos al Salario Mínimo, Vital y Móvil; el plus para las compañeras de los comedores comunitarios; crear el Registro Nacional de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (ReNaTEP) como una herramienta que era un mandato de las organizaciones y de la Ley de Emergencia Social; la política de El Barrio cuida al Barrio en el marco de la pandemia ante la imposibilidad de aislamiento en las casas por cuestiones de infraestructura para que el aislamiento se realice en el barrio fortaleciendo los cuidados comunitarios. Estas políticas son reivindicables y van en la dirección que los Movimientos Populares hemos discutido poniendo el eje en el trabajo y la producción desde abajo.  

La política sigue sin vernos, la política nos escucha pero no nos ve. Las organizaciones populares hemos construido una voz muy fuerte, pero eso no ha alcanzado para que nos vean. Creo que si queremos resolver el problema de la educación de nuestros pibes y pibas y que si tenemos problemas de educación es porque tenemos problemas de trabajo. Si tenemos problemas de salud es porque tenemos problemas de trabajo. Si tenemos problemas de acceso al crédito para el consumo es porque no tenemos trabajo. Tenemos problemas de trabajo y de trabajo sin derechos. Las enfermedades sociales que destruyen nuestros barrios y nuestras familias es por problemas de trabajo. Si les faltan alimentos a nuestros hijos en la mesa y tenemos que ir al comedor es por un problema de trabajo. Porque lo que queremos es que nuestros chicos y chicas coman en la mesa y que todos y todas trabajen.  

Tenemos que hacerle entender a la política una de las mayores zonceras, como diría Arturo Jauretche, que el problema central en la Argentina sigue siendo el trabajo. Reivindico la participación de las organizaciones populares en el Estado, porque ese es el lugar donde se construye el bien común y si no están representados todos los sectores, esa democracia es imperfecta. Reivindico mucho la participación de las organizaciones populares en el Estado para construir una democracia popular. Le agradezco mucho el acompañamiento que ha tenido nuestra participación de la mayoría de las organizaciones populares. Sin embargo, tenemos que dar y avanzar en una discusión de fondo.  

Cuando se creó el PRIST (Programa Ingreso Social con Trabajo), que luego le dio origen al Argentina Trabaja y hoy es el Potenciar Trabajo, de los recursos que ponía el Estado en generación de trabajo, el 50% se destinaba en inversión productiva -materiales y herramientas- y el otro 50% al salario. Hoy estamos por encima del 5%, llegando al 10%. Creo que ese es un problema grave. ¿Qué significaría si nosotros llegaríamos al 50%? Hoy significaría que el Potenciar Trabajo podría construir 260.000 viviendas por año, un capital social enorme, que en cuatro años de gobierno son más de un millón de viviendas. ¿Qué significa eso? Significa los recursos que hoy pone el Estado en la Tarjeta Alimentar. Si los recursos que se ponen en la Tarjeta Alimentar, los pusiéramos en el Potenciar Trabajo, significarían la construcción de 260.000 viviendas anuales y la generación de un millón de puestos de trabajo nuevos. La gran tarea que nos planteamos es construir trabajo, el trabajo social garantizado: el Estado como último empleador. 

La otra tarea tiene que ver con que hay cuatro millones de trabajadores y trabajadoras de la economía popular que casi no reciben ninguna ayuda del Estado. La primera tarea con esos trabajadores y trabajadoras es blanquearlos. Si la AFIP nos acompañara, podríamos lanzar un monotributo acorde a la realidad de estos compañeros, hay cuatro millones de trabajadores y trabajadoras que podrían ser blanqueados. Estas son las dos grandes tareas: la tarea del trabajo social garantizado y la del salario social complementario. Esto es para 10 millones de personas que están en estas condiciones: cuatro millones que trabajan y no les alcanza y seis millones de personas demandantes de trabajo. Ese es el objetivo central que tenemos.  

El gasto social en la ayuda directa nos incluye como consumidores, la Tarjeta Alimentar nos puede incluir como consumidores, pero eso no es inclusión social, la única inclusión es el trabajo. Tampoco resuelve el problema de la inflación. Esa tarjeta es pan para hoy y hambre para mañana. Tampoco resuelve el problema del trabajo porque no genera más trabajo. Como decía Perón, para construir el círculo virtuoso de la economía, “la plata tiene que dar cuatro vueltitas en la sociedad”, y para eso hay que ponerla en el trabajo y la producción popular desde abajo y no directamente en el alimento y el supermercado.  

Necesitamos una política de trabajo, ese es el objetivo central de las organizaciones populares. No tenemos que desesperarnos, porque hemos logrado muchas cosas, pero tenemos que seguir alzando nuestra voz cada día más fuerte en función de eso. Está la oportunidad para hacerlo, están los recursos para hacerlo. Para generar un millón de puestos de trabajo y 260.000 viviendas por año alcanzaría la plata de la Tarjeta Alimentar. Alcemos nuestra voz lo más fuerte posible para que nos escuchen y nos puedan ver. Para que nos vean definitivamente, tenemos que alzar nuestra voz planteando centralmente que la salida de Argentina es el crecimiento desde abajo y, en eso, la economía popular tiene un papel central.

MF