Acto número 1: Clarín publica una nota intitulada “Naftas: Cómo ahorrar hasta $2000 por mes para cargar combustible”. Todo el día de hoy la noticia tuvo un lugar destacado en el sitio web del segundo medio online más visitado de la Argentina y nave insignia del principal grupo de comunicaciones del país.
Acto número 2: La nota menciona los descuentos que ofrecen las principales petroleras, en algunos casos de modo sintético y en otros detalladamente. Uno de estos casos indica que Axion Energy tiene varios acuerdos que permiten cargar más barato y resalta como primera opción los beneficios de la Tarjeta 365 y 365 Plus.
Acto número 3: No existe -como se estila en el periodismo de otros países- una aclaración elemental para los lectores acerca del posible conflicto de interés que consiste en que Clarín informe sobre un negocio en el que está comprometida la compañía editora, dueña de la tarjeta corporativa 365 (a la que se accede suscribiéndose a los productos de Clarín). Tampoco se trata de un clásico “chivo” o publicidad no tradicional que pululan por el paisaje mediático hace décadas.
¿Cómo se llama la obra? Oportunidades comerciales en la morgue del periodismo. En efecto, la nota, del género “servicios”, podría analizarse tanto como caso de estudios en una escuela de negocios como en una carrera de periodismo y ciencias de la comunicación. La publicación de Clarín es un híbrido; se ubica justo en el empalme entre el sendero de las noticias y la autopista estratégica de los intereses comerciales digitales, en particular los del grupo conducido por Héctor Magnetto.
El negocio que esta nota pone al desnudo aprovecha las sinergias de una economía de datos que tiene aturdidos a los medios tradicionales. Desde la perspectiva del diario fundado por Roberto Noble en 1945, Clarín es víctima del cambio de etapa del ecosistema infocomunicacional, pero está surfeando la tempestad con una metamorfosis que comprende desde su expansión al sector de telecomunicaciones fijas y móviles (lubricada por los decretos del expresidente Mauricio Macri) y con una apuesta por el cruce de los datos del público de sus numerosos medios con los de sus abonados en el sector de telecomunicaciones y TIC, y los de sus suscriptores a las tarjetas de descuentos. La economía digital ofrece una convergencia inédita de la que la nota en el Clarín de hoy es un ejemplo cabal. Clarín vela una etapa del periodismo que protagonizó en décadas pasadas mientras proyecta su adaptación a los negocios de la nueva era.
La metamorfosis de Clarín pretende conjurar el aturdimiento que todos los grandes medios sufren por la pérdida del control de la publicidad masiva a manos de Google y Facebook (cuyos programas de mecenazgo 2.0 son una enmienda coyuntural), la migración de los hábitos noticiosos y de entretenimientos de las audiencias y la ruptura del monopolio de difusión de los contenidos a los que antes tenían acceso exclusivo hoy circulan por canales directos de instituciones (políticas, deportivas, sociales, religiosas, culturales).
En esta nueva etapa producir noticias generalistas dirigidas a públicos amplios y variados, con cierto equilibrio en la consulta de fuentes y la verificación de los hechos, es caro y está en desuso. Lo pueden hacer el New York Times o The Guardian con proyectos económicos y culturales diferentes -en algunos casos, opuestos- pero con una audiencia global y recursos de todo tipo (no sólo financieros) inimaginables desde América Latina. Frente a las restricciones de escala y mercado y a las decisiones corporativas de los últimos 15 años (como mínimo) la conducción de Clarín ha optado por agitar una audiencia más homogénea desde una de las veredas de la polarización cuya intensidad no demanda rigor periodístico ni castiga los desbordes facciosos del multimedios, resignando su interpelación policlasista a las mayorías con opiniones políticas y culturales diversas.
Esa estrategia podría parecer desatinada y/o excesivamente ideologizada si no fuera porque está complementada por la apuesta del conglomerado infocomunicacional más grande de la Argentina por capitalizar los movimientos comerciales de sus suscriptores de la tarjeta corporativa con los intereses y hábitos de su importante audiencia mediática y su aún mayor mercado de clientes abonados a sus negocios de telecomunicaciones fijas, móviles y de televisión por cable. Los contenidos periodísticos están teñidos de modo directo e indirecto por ello.
En la morgue del periodismo, Clarín desarrolla nuevos negocios al compás de las nuevas melodías de la economía digital.