Soy gorda (Esegé)
Ocupar el territorio con orgullo
Repensar el cuerpo para desarmar las categorías y jerarquías vigentes que producen dolor en las personas gordas. Es lo que se debatió en el taller de activismo gorde que, con gran respuesta de convocatoria, se realizó en el reciente 35to. Encuentro Plurinacional de Mujeres, Trans, Travestis y otras diversidades genéricas, que tuvo lugar en San Luis. Y es la tarea que tiene por delante el 2do. Encuentro Plurinacional de Activismo Gordo que se prepara para el 27 de noviembre en el Centro de la Juventud de Rosario, Avenida Belgrano 950 bis, desde las 10 horas. Se trata de reflexionar sobre la cultura que relaciona el buen vivir con el peso escaso, el éxito con lo magro, la alianza entre salud y medicalización. Y se trata, sobre todo, de desarticular cada pensamiento que nos margina y socava, ideas que habitan en nosotres mismes y a las que les habilitamos poder, muchas veces sin darnos cuenta.
¿Cuántas veces pedimos disculpas o sentimos vergüenza por ocupar mucho, poquito, algo de espacio? ¿En cuantas ocasiones nos probamos una pollera y la volvemos a guardar porque sentimos que es demasiado corta para nuestras piernas contundentes? ¿Será el verano que se acerca, de nuevo, otra oportunidad que dejaremos pasar sin ir a los parques, las playas, las piletas? ¿El amor es un merecimiento, como una varita mágica, que por gordxs no nos toca?
Ojalá que los días agradables nos acaricien y nos animen a entrelazarnos entre las personas gordas, no para hacer dieta y poblar los gimnasios en busca de un ideal, sino para potenciar nuestra fuerza vital y convertirla en herramienta de cambio de las estructuras materiales y mentales que sostienen la fobia y el rechazo contra los cuerpos no hegemónicos.
No sólo escuchamos cientos, miles de veces, esas voces que nos dicen que tenemos que cuidarnos para estar mejor, que debemos restringirnos del placer de comer (ese cuco temerario), sino que nuestra voz interna, el eco obsesivo de las palabras de un sistema que oprime a las personas gordas – diferentes de la norma, como tantas otras- nos señala que hay que abrazar el encierro ¿el infierno? Y además nos fuerzan a disponer nuestros oídos a quienes gritan y levantan el dedo para señalar que debemos pasar hambre, que lo nuestro es gula y por lo tanto pecado, que hay que privarse del goce y las delicias, para que los demás y nosotres mismes nos quedemos tranquilxs. Nos trastornan, para no inquietar al prójimo, el próximo, el lejano, para evitar la violencia de las miradas que nos repudian y de los dichos que nos lastiman.
En muchos consultorios médicos minan nuestra salud mental, mientras nos extienden un papel impreso con un plan alimentario que no considera nuestra singularidad. Nos hablan desde la ciencia quienes patologizan un supuesto exceso y forman parte del negocio de los grandes laboratorios. Recrudece en el país y en el mundo una cosmovisión, un sentido común, que quiere a la población como soldados de una obediencia de vida y debida, que tenga que pagar cada día más por el mero hecho de existir. Pero también florecen formas más libres de considerarnos. Las vamos creando cuando tomamos conciencia de que debe haber aceptación y respeto, que ser distinto no es sinónimo de estar enfermo y que el índice de masa corporal es un absurdo.
El Encuentro sobre la orilla del Paraná será de acceso gratuito y estará abierto a personas gordas de todas las identidades y de todo el país. También a aliades que se quieran sumar a la causa y aprender como acompañar. A esta gran asamblea la organizan el Colectivo de Gordes Activistas de Argentina, Gordes del Oeste y activistas gordes independientes de Rosario y Santa Fe. “Necesitamos escuchar más voces de gordes trans, gordes no binaries, varones gordes, gordes negres, gordes pobres, gordes marrones, todes”, invitan. Proponen un espacio de reunión seguro y cuidado para garantizar debates enriquecedores que sumen. En este abrazo de multitudes gordas habrá ferias emprendedoras, picnic gordo, talleres y actividades artísticas.
Participar en estas asambleas es un antes y un después para quienes deseamos pasar de pararnos frente al espejo y deprimirnos a la realización colectiva, de ir de la pasividad al activismo, del aislamiento a la multiplicación del gesto social. Nos permite salir del silencio, de la soledad, del pudor, del rechazo y organizar con alegría las acciones que transformen mientras nos vamos transformando nosotres mismes en motores de funcionamiento político, en narradoras orales y escriturales de las nuevas intervenciones y utopías corporales. Democráticas, constructivas, amorosas y también rabiosas. Porque desde ese malestar partimos, asumiendo un estado de cosas que nos daña y entristece pero que deviene fuente de posibilidades de cambio, cuando nos encontramos con pares a les que les ocurre algo parecido.
Rosario será, como cada actividad gorda que se gesta, la escucha de relatos sobre novias que tuvieron que entrar en vestidos apretados, vendedoras que fueron despedidas de sus trabajos por engordar, viejes que nunca se pusieron un traje de baño, chiques que tuvieron que cambiar de escuela porque sus compañeres les insultaban. No un encuentro de autoayuda light, sino un evento de abrigo, de expresión corporal y verbal, de acompañamiento público, como ocurrió en Morón, un año atrás, en el Primer Encuentro Plurinacional de Gordes de Argentina.
Es la hora de dejar de lamerse las heridas, de ocultarse en casa o bajo prendas-carpa, de llorar todo el tiempo a solas, de pedir perdón. Es el momento de ponerle freno a la humillación, el destrato y el desprecio. Es éste el tiempo de ocupar los territorios privados y públicos con orgullo, con deseo, de tomar lugar, de instalar nuestros cuerpos en primera persona del plural y dejarlos danzar para la resistencia y el disfrute. Pase lo que pase y pesen lo que pesen.
LH
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