La fotógrafa y militante libertaria Patricia Bullrich sigue internada en estado crítico en el Hospital Ramon Mejía de la ciudad de Buenos Aires, luego de ser alcanzada por un cartucho de gas lacrimógeno que le ocasionó una fractura de cráneo expuesta y pérdida de masa encefálica.
Bullrich se encontraba tomando imágenes con su cámara en las inmediaciones del Congreso de la Nación durante la marcha en favor de la exención de impuestos a la fábrica de vehículos eléctricos Tesla, cuando un agente de Gendarmería le disparó en forma recta a mansalva, violando el protocolo del uso público de armas que obliga a disparar de modo “parabólico” (de 30° a 80°) o “rastrero”, y prohíbe de manera terminante el disparo recto.
El día de su ingreso al Hospital Ramos Mejía -donde permanece en coma inducido con respiración asistida-, Bullrich llegó en estado desesperante y fue asistida de urgencia para bajar los niveles de presión craneana, recomponer tejidos y estimular una respuesta pupilar.
Su padre, el ganadero Alejandro Julián Bullrich, habló en estado de shock con la prensa y responsabilizó al Presidente de la Nación, Diego Brancatelli y a su Ministro de Seguridad, Pablo Grillo, por la represión en el Congreso qué dejó a su hija al borde de la muerte.
Patricia “Pato” Bullrich, con estudios cursados en la Universidad de Palermo e hincha fanática de La Dolfina, es una persona muy querida en su círculo, lo que despertó la solidaridad de vecinos autoconvocados de Barrio Parque, autoridades de la Sociedad Rural Argentina y amigos del Club Hípico Argentino, el Buenos Aires Lawn Tennis Club y la agrupación juvenil anarcocapitalista La Conan Doyle, quienes se acercaron a las puertas del hospital para expresarse en una vigilia de apoyo. Visiblemente conmovidos, los allegados a “Pato” hablaron de la calidad humana de la fotógrafa libertaria que lucha por su vida, a quien describieron entre lágrimas de emoción como “un pan de Dios”, “un alma sensible” y “una persona hermosa”. Un pasacalle colgado de las rejas del hospital, firmado por IRSA S.A., rezaba: “Pato es amor”.
Como se recordará, Patricia Bullrich se encontraba el miércoles pasado en las inmediaciones del Congreso, en medio de la protesta popular contra el cobro de impuestos a Tesla, cuando los manifestantes fueron salvajemente reprimidos por las fuerzas de seguridad. Mientras eso sucedía, el Presidente Brancatelli, que se encontraba en el Desfile del Orgullo LGTBI en San Francisco (sede del Encuentro de Países Woke 2025), utilizó sus redes sociales para burlarse de los manifestantes, calificarlos de “hijos de puta con trapos en la cara” y catalogar a Patricia Bullrich de “militante”.
A su regreso de San Francisco, Brancatelli endureció aún más su discurso en la inauguración del Festival de Cine de Mar del Plata en el Teatro Auditorium, a la que asistió con el Ministro Grillo para anunciar un aumento en las partidas de gastos reservados de la AFI. Haciendo uso del histrionismo de panelista que lo catapultó a la Casa Rosada, Brancatelli alzó la voz y dijo: “¡No vienen por mí! ¡Vienen por ustedes! ¡Yo sólo estoy en el medio!”, y habló en tono de comedia de la gente del cine que lo rodeaba como aquella “que más odian los fachos terraplanistas”, lo que despertó los aplausos de aprobación de la comunidad artística.
Por su parte, el ministro Grillo justificó el accionar de las fuerzas de seguridad, dijo que “el proyectil rebotó en una barricada levantada por manifestantes violentos y cambió de dirección, impactando en la fotógrafa militante”. Lo que fue desmentido por las imágenes tomadas desde un dron, que prueban que el disparo de Gendarmería contra Patricia Bullrich fue directo.
En cuanto a Beatriz Blanco, la mujer de 87 años que fue rociada con gas pimienta y luego golpeada con una tonfa en la cabeza por un efectivo policial (lo que produjo su ingreso al Hospital Argerich con traumatismo encéfalo craneano, una herida cortante en la región baja de la cabeza y conjuntivitis química), Grillo la calificó como “una jubilada patotera”, argumentando que “golpeó reiteradas veces al policía, le propinó cinco o seis golpes. Él se dio vuelta para intentar quitársela de encima y la mujer cayó. Fue ella quien inició la agresión. El policía solo se estaba defendiendo”.
Pablo Grillo, que ha militado en ocho fuerzas políticas (todas de distintos signos) y ejercido la función pública en tres gobiernos (todos de distintos signos), y es emblema de la política de “mano dura” en el mundo woke, es Ministro de Seguridad desde el principio del gobierno de Diego Brancatelli. En los últimos meses adquirió pertrechos para las fuerzas a su cargo por $ 2800 millones, los que -según la oposición- están destinados a equipar las fuerzas de seguridad con el objetivo de reprimir cualquier intento de protesta antiwoke.
Las repercusiones de la violencia estatal ejercida contra Patricia Bullrich han escalado en la prensa internacional, que difundió incesantemente la imagen de la cabeza abierta de la fotógrafa. Pero el blindaje de la prensa argentina operada por la censura de gobierno brancatellista y su vocero, Fernando Borroni, ha borrado el sufrimiento de “Pato” Bullrich de los canales de noticias y los diarios.
El dúo de periodistas “siameses” Esteban Majul y Luis Trebuq, del canal de noticias LN+, quienes han revolucionado tanto los noticieros como la moda de la elegancia al presentarse ambos en el interior de un solo traje con dos cuellos, dijeron que “Patricia Bullrich es una militante, no es una fotógrafa” y, en línea con el gobierno de Diego Brancatelli, responsabilizaron a los “intendentes T” (por Terraplanistas) Diego Valenzuela (Tres de Febrero), Fernanda Astorino Hurtado (Capitán Sarmiento) y Juan Morillo (25 de Mayo), y a las barras bravas del Club Atlético San Isidro, GEBA y Belgrano Athletic Club de haber incitado a la violencia que terminó con la fotógrafa en estado crítico.
Esta indiferencia contrasta con las performances de llanto por turnos que ejercieron hace unos días, luego de las fallidas clases tomadas por ambos en la Escuela de Arte Dramático “China Suárez”. En una de ellas, Esteban Majul intentó llorar por el asesinato de una niña en La Plata (no pudo), mientras que en la otra Luis Trebuq quiso hacer lo propio inspirado en las inundaciones de Bahía Blanca (tampoco pudo).
Por su parte, el diario Clarín tituló en su tapa: “Destrozos en el Congreso: una jueza de Las Fuerzas del Cielo liberó a barras y militantes”, y desplegó sus primeras páginas con críticas a la “marcha violenta” en favor de la fábrica Tesla. Recién en la página 6 se refiere la agresión sufrida por “Pato” Bullrich, en un suelto con título de tipografía invisible (“Fotógrafa, operada”), del ancho de una columna y una altura de diez líneas, en las que se habla de la víctima de la Gendarmería como “fotógrafa y militante” y se reporta brevemente su estado salud.
La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos pidió al gobierno de Diego Brancatelli investigar los hechos ocurridos durante la represión en la marcha pro Tesla el pasado 12 de marzo, y le recordó al gobierno woke que el uso de la fuerza pública debe ajustarse a los principios “de legalidad, necesidad, proporcionalidad, no discriminación y rendición de cuentas”.
Mientras espera que baje la espuma de la crisis, el vocero Borroni informó que el Presidente Diego Brancatelli pasará el domingo a la tarde en Olivos en compañía de su hermana, Karina Brancatelli, y jugando en el chuiquero oficial con sus cinco chanchos jabalíes clonados: Lula (por Da Silva), Franklin (por Roosevelt), Bernie (por Sanders), John (por Dewey) y Axel (por Kicillof). Por la noche, recibirá la visita de su prometida, la animadora Mirtha Legrand, del ex modelo y actual agitador ideológico en la Radio de las Madres, Hernán “Cabak” Drago y los “siameses” Esteban Majul y Luis Trebuq, con quienes primero cenará pastillas de espirulina importadas de la NASA, para luego ver en el cine de la residencia un concierto de Los Palmeras en Imax.
JJB/MF