Este sábado hubo una protesta democrática de un sector significativo de la ruralidad que ocupó el espacio público con personas, vehículos y maquinaria agrícola para dar a conocer sus demandas. Lo hizo pacíficamente en un momento donde no existen restricciones sanitarias a las conglomeraciones y por lo tanto, es un reclamo legítimo, enmarcado en el derecho constitucional a peticionar ante las autoridades, esté o no esté de acuerdo con los motivos que lo impulsan.
Seguramente en esa protesta hubo gente muy egoísta, intolerante y xenofóbica, hubo personas corruptas y evasores de impuestos, hubo peones rurales obligados a marchar por sus patrones, hubo oportunistas políticos y operadores mediáticos, hasta hubo personas que realizaron una ejecución simbólica por ahorcamiento de las personas que odian, entre ellos, quien suscribe.
Pero sin lugar a duda, la mayoría de los que estaban allí se manifestaban por lo que consideraban justo y reafirmaban con orgullo su pertenencia a un sector social. Exactamente lo mismo que hacemos los movimientos populares cuando salimos a la calle, gracias a Dios sin odiar tanto ni “ejecutar” a nadie.
No es cierto que en esa marcha estuviera representado “el campo” como indican los medios. Los que este sábado se manifestaron, integrantes de las cadenas agroexportadoras, son una minoría intensa de la ruralidad a la que se debe respetar y escuchar como a toda minoría cuando protesta. La mayoría de los sectores agrarios son los cientos de miles de pequeños productores frutihortícolas que trabajan tierra ajena aprovisionándonos de frutas y verduras durante todo el año, los campesinos y pueblos originarios que cuidan el bosque nativo siempre amenazados por el avance del desmonte y la especulación inmobiliaria, los peones rurales, tareferos, zafreros y trabajadores golondrina, las mujeres invisibilizadas de la ruralidad pobre.
Sin embargo, aunque no sea “el campo”, a esta minoría rica de la ruralidad que se manifestó este sábado, se la debe respetar y escuchar en su protesta. Eso no quiere decir que hay que darles la razón ni que la política se tiene que doblegar a sus deseos. Tal vez tengan razón en algunas cosas y en otras no. Tal vez haya que discutir firmemente algunos puntos y acordar en otros. Lo que está fuera de discusión es que tienen todo el derecho del mundo a manifestarse y es una alegría para todo verdadero demócrata que lo hagan. En particular, es muy importante es que el macrismo y la oposición de derecha en general reconozcan la importancia y la legitimidad de la protesta social.
Festejo puntualmente que Horacio Rodríguez Larreta haya cambiado su posición de criminalizar la protesta a legitimarla acompañándola con su presencia. Este gesto, como ven en la foto, vale más que mil palabras: el Jefe de Gobierno saluda a un manifestante que circula por Av. Libertador y Udaondo con maquinaria agrícola violando la normativa vial vigente (Ley Nº 24.449, decreto reglamentario y normas concordantes). Porque ese señor y el jefe de Gobierno, al poner un pie sobre el tractor, estaban violando una norma... tal vez los jueces contravencionales tan perspicaces para detectar manteros senegaleses no lo vieron, tal vez no aparece en el sistema de reconocimiento biométrico con el que se nos ha espiado a todos los dirigentes opositores durante el último año, pero don Rodríguez Larreta y el Señor Tractorista están violando una ley... y desde mi punto de vista, esa pequeña violación está plenamente justificada por el hecho de que hay un bien jurídico superior en juego que es el derecho a la protesta de los que, en esta ocasión, piden mayor rentabilidad. Sería lógico que cómo mínimo se aplicara el mismo criterio en las manifestaciones de los humildes que piden paz, pan, tierra, techo y trabajo.
Esta foto da cuenta que Larreta comprendió que el derecho a la protesta está por encima de ciertas normas de tránsito. Estoy seguro que no se le ocurriría que ese señor del tractor tiene que quedar exento de los créditos subsidiados para sojeros que ofrece el gobierno. Estoy seguro que no pensaría que hay que sacarle a Diego Santilli el Plan Social de 300 mil pesos que cobra por ir cada 3 meses al Parlamento ni sancionar al sonriente joven de chomba blanca.
Tampoco creo que Larreta vaya a ir a pagar la multa a la justicia contravencional por obstruir una arteria de la ciudad que gobierna o por transitar sin cinturón de seguridad en un vehículo no autorizado para circular. Es lógico. Están ejerciendo un derecho. Felicitaciones por la evolución.
Sólo falta que comprendan que la coherencia es un valor importante en la vida: debe, por lo menos, aplicar la misma vara a la protesta de los ricos y de los pobres (en realidad, la reflexión filosófica más elemental indica que la vara debería ser más alta para los ricos... pero dejémoslo ahí). Si lo logramos, estaremos un paso más cerca comprender el significado de la democracia, la tolerancia y la empatía… y vivir en una sociedad mejor.
JG