Si las viejas logramos las leyes, las jóvenes tendrán que defenderlas

29 de enero de 2025 06:43 h

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Pensando en los últimos discursos de odio escuchados en la Argentina, es necesario entender que el problema de la ultraderecha no es un problema que únicamente se esté dando en nuestro país. Estamos, globalmente, frente a un cambio de orden sociopolítico. Los grupos neofascistas están surgiendo en los distintos países, en todo el mundo; grupos antiderechos y profundamente odiantes de la pobreza, la diversidad y la migración. A su vez, profundamente enamorados de la riqueza y, por tanto, de los sistemas económicos que licúan los espacios públicos, destinados a brindar ayuda y contención a los sectores de mayor necesidad. Así, voraces y agresivos, avanzando, en tantos países del mundo. 

Lo vemos con la segunda presidencia de Donald Trump en los Estados Unidos, que comenzó, entre otras cosas, con la deportación masiva de personas latinas, con residencias tanto ilegales como legales. No hay tolerancia: con la excusa de que son delincuentes, ingresan a colegios, a sus lugares de trabajo, a hospitales y otras instituciones y lxs deportan. También lo vemos en los discursos del partido VOX en España; en los de Giorgia Meloni en Italia; y, por supuesto, lo vemos también en el odio ya bien conocido de “nuestro” Presidente.

La Argentina, vale decirlo una vez más y todas las necesarias, siempre fue líder en materia de Derechos Humanos, tanto en Latinoamérica como internacionalmente. Sin ir más lejos, fue el único país latino que juzgó a sus genocidas por los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura cívico-esclesiástico-militar. Esta visión con respecto a los DDHH así como específicamente la visión de apertura a la diversidad —representada, por ejemplo, en las leyes que la lucha logró sancionar—, se están cayendo a pedazos. Esta persona que preside nuestra nación actualmente, que es el principal vocero del país frente al resto de las naciones, se dirige ante lxs demás impartiendo el reflejo de una Argentina totalmente distinta a lo que nuestra historia necesitó y supo construir, gracias a la fuerza de la consciencia y la lucha colectivas.

Cuando llegó a nosotrxs el discurso del presidente en Davos, todxs pudimos ver y escuchar cómo las personas de la comunidad LGTBIQ+ recibimos, una vez más, varios ataques; como siempre, de una violencia irrisoria. La diferencia, esta vez, fue que nos pareció ya haber recibido suficientes insultos y desvalorizaciones: la masiva Asamblea Antifascista que tuvo lugar en el Parque Lezama el pasado sábado 25 de enero fue la manera de demostrarlo. Una multitud, convocada en tan solo dos días, se reunió en el anfiteatro del parque para poner en común lo que venimos soportando y también lo que precisamos cambiar —frenar— con urgencia. Es importante aclarar que si bien el llamado a la acción fue por parte de la comunidad, otros espacios también se sumaron a la asamblea: trabajadorxs del Hospital Bonaparte, trabajadorxs de los Espacios de Memoriay muchísimas personas que no forman parte de ninguno de estos espacios pero que también están cansadas, alarmadas, organizadas y despiertas.

Si bien los discursos agresivos de la ultraderecha que ponen el foco en un supuesto enemigo de la sociedad —en este caso, la comunidad LGTBIQ+— son parte de una gran cortina de humo que levanta la dirigencia para, mientras tanto, rifar el país y ejercer la economía de unos pocos sin mucho obstáculo, la necesidad de responder fue y es imperiosa: cada palabra de odio abre el camino a que suframos las consecuencias en nuestra vida cotidiana, que pueden ir desde una risa cómplice y peyorativa entre dos hombres hetero cis al ver a una pareja de lesbianas en una YPF, hasta un crimen de odio hacia tres lesbianas en un cuarto de hotel.

Lxs pobres, lxs migrantes y las personas de la diversidad fuimos históricamente el target de los regímenes fascistas. Hoy somos nosotrxs, una vez más, la diversidad, quienes convocamos a la reacción. Así fue el pasado sábado 25 y así lo proponemos para el próximo sábado 1 de febrero, día en que marcharemos a las 16 desde el Congreso hasta la Plaza de Mayo; una Marcha Federal del Orgullo Antifascista, Antirracista y Anticapacitista. 

Esta será una Marcha del Orgullo muy distinta al evento de celebración que compartimos en las calles cada noviembre. Quienes marchen este sábado podrán sentir un orgullo militante, directamente relacionado a la protesta y a la resistencia. Se va a recuperar el espíritu de lucha que teníamos en los primeros años, cuando marchábamos junto a Carlos Jáuregui, que alzaba en alto nuestras consignas a través de su megáfono. Estando ahí teníamos miedo pero, por sobre todo, teníamos el miedo de quien no tiene nada que perder. Marchamos cada año, hasta lograr que reconocieran nuestros derechos, aquellos que hoy corren peligro. Como muchas veces escribí en esta columna, si las viejas logramos las leyes, las jóvenes tendrán que defenderlas. 

MBC/SN/DTC