Estabilizar procesos de inflación crónica no es una tarea sencilla. Su dificultad queda demostrado en la historia latinoamericana, en la que más de 3/4 de los planes de estabilización intentados durante 1970-2018 fallaron en reducir de forma persistente la tasa de inflación. Sin embargo, no es una tarea imposible. Basta con observar la tasa de inflación de nuestros vecinos para darnos cuenta que nos hemos quedado sólo en la “guerra contra la inflación” y que los procesos inflacionarios de los años '80 y principios de los '90 fueron superados por el resto de los países de la región. Nosotros mismos, de hecho, lo superamos y nuestra propia impericia macroeconómica nos llevó de nuevo a un proceso de inflación crónica.
Sin embargo, en nuestro próximo desafío desinflacionario tendremos la ventaja de poder aprender sobre los rasgos comunes de los planes de estabilización exitosos y que características comparten los planes de estabilización fallidos. Esto deberíamos aprovecharlo.
Patrones comunes
En el análisis de los intentos de estabilización sobresalen tres hechos estilizados a tener en cuenta a la hora de diseñar el plan. Estos son: 1- orden fiscal; 2- liquidez de dólares y 3- necesidad de una estrategia de salida. Vayamos por partes con las ideas generales y los detalles quedarán para una futura publicación que verá la luz en las próximas semanas.
1- El orden fiscal puede ser una obviedad para algunos y una herejía para otros. Lo cierto es que los planes de estabilización exitosos ordenaron sus cuentas fiscales antes o durante el lanzamiento del plan de estabilización. Es más, el orden fiscal no duró sólo durante el año del lanzamiento, sino que se afianzó durante los años subsiguientes, mientras se consolidaba la desinflación y la economía se acostumbraba a vivir en baja inflación.
2- Si la estabilización es exitosa es muy probable que el tipo de cambio real se aprecie y la cuenta corriente se vuelva deficitaria. Esto ocurre, principalmente, porque el tipo de cambio nominal se utiliza como ancla (directa o indirectamente) y se rezaga, abaratando las importaciones. La diferencia entre los planes exitosos y los fracasos reside en que los exitosos suelen partir de un superávit de cuenta corriente que les da margen para que la apreciación y el déficit de cuenta corriente no se torne tan deficitario rápidamente, y que, por lo tanto, no se perciba insostenible la apreciación. Mientras esto dure, el ancla funciona y la desinflación se consolida. Alternativamente, existen algunas excepciones de países de menor tamaño relativo que partieron con déficits de cuenta corriente abultados que, sin embargo, fueron financiados por organismos multilaterales u otros gobiernos con peso geopolítico.
Los puntos 1 y 2 implican, entonces, que se necesitan dólares para financiar la desinflación (y sostener la apreciación) y un déficit fiscal limitado para que el sector privado no corra con los pesos al dólar, y confíe en la solidez del plan para financiar los futuros déficit de cuenta corriente.
3- En esta línea, si el plan es exitoso es bastante probable que, luego de unos años de crecimiento económico, déficit de cuenta corriente y apreciación del tipo de cambio, comiencen ciertas dudas sobre la sostenibilidad del esquema macroeconómico. El éxito reside en lograr que la economía pueda, para ese entonces, ajustar su paridad cambiaria (devaluar) sin reiniciar un proceso de inflación crónica. A tal fin, cuanto mejor planeada sea la estrategia de salida de la apreciación cambiaria, menos costosa será. Por ejemplo, no es lo mismo “abandonar” una caja de conversión establecida por ley, que devaluar un tipo de cambio fijo que estaba simplemente fijado por la autoridad monetaria del país. Los costos de salida serán muy distintos en uno u otro caso.
Sin embargo, tal vez es aún más importante resaltar que los planes de estabilización no se hacen en el vacío. Hay tres factores relevante que indican que los hechos estilizados mencionados más arriba son sólo una guía de un bosquejo de plan y que el diseño de un plan exitoso debe tener en cuenta el contexto internacional, la coyuntura doméstica y cuestiones idiosincráticas del propio país.
Limitantes
1- El entorno internacional, juega. No por nada, una gran parte de los éxitos ocurrieron en los años '90, durante un ciclo financiero internacional más amigable con la región que durante la década previa. Cómo seguirá la política monetaria de Estados Unidos es una pregunta a tener en cuenta por los encargados de diseñar un plan.
2- La coyuntura doméstica, obviamente, también juega. El punto de partida al momento del lanzamiento de un plan de estabilización define cuál es su diseño óptimo. Los equipos que trabajen en una plan de estabilización con varios meses de anticipación deberán tener un plan A, B y tal vez, C, dado la volatilidad de la coyuntura actual.
Para dar solo dos ejemplos: -Estabilizar una economía eligiendo como instrumento principal al tipo de cambio nominal es prácticamente imposible si se parte de un tipo de cambio apreciado, brecha cambiaria, déficit de cuenta corriente y pocas reservas internacionales. En este caso, el ancla que comprometa el gobierno no podría ser el tipo de cambio, salvo que se realicen antes del lanzamiento del plan los ajustes necesarios (con los riesgos y costos que esto implica). -Desinflar de un plumazo (shock) una economía en donde todavía se convive con paritarias semestrales y ajuste de alquiler anuales es, también, muy difícil. Veamos. Si te prometen que la inflación será a partir de mañana 0%, pero tu salario lo ajustaron hace 4 meses, ¿hace falta una recomposición salarial para recuperar tu poder de compra? Si la respuesta es sí, y la recomposición se otorga, es muy difícil entonces que la inflación sea efectivamente 0% al mes siguiente, dado el aumento de costos que las empresas querrán traspasar a precios.
3- Por último, y relacionado con lo anterior, cuestiones estructurales, políticas y sociales también tienen un rol primordial que determinan que el plan que fue exitoso en un país, difícilmente pueda ser replicado como una receta de cocina para otro país. Es decir, los planes de estabilización se parecen cuando uno los ve desde la lejanía de los fríos números, pero las políticas concretas que se tomaron en cada caso varían con la situación que enfrentaba el país y sus características institucionales y estructurales. Por ejemplo, Edmar Bacha cuenta que durante el diseño del Plan Real hubo convencimiento de que la sociedad necesitaba un plan “sin shocks, sin congelamientos y sin confiscaciones”, entendiendo que para que la sociedad confíe y no asocie al plan a fracasos pasados era necesario evitar cualquier tipo de sorpresa o parecido con planes previos. En este mismo sentido, los ajustes fiscales que necesita cada país son distintos y dependen de la estructura tributaria y de gasto que enfrentan. Por ejemplo, Uruguay en los años 1990 decide realizar un plan de estabilización gradual, en parte, porque la reforma constitucional previa implicaba una indexación de las jubilaciones que hacía imposible de financiar al sistema ante una reducción brusca de la inflación.
Todo esto indica que el plan de Argentina no está escrito. Sabemos hacia dónde hay que ir, pero es necesario poner toda nuestra creatividad para que la consolidación fiscal y acomodamiento de precios relativos no se haga mediante una crisis y ajuste caótico. El rol de la política es dirimir los conflictos implícitos y explícitos que implica el ordenamiento macroeconómico, fijando prioridades y procurando minimizar los costos.
Para que un plan de estabilización sea exitoso, en mi opinión, no necesitamos de “valientes” que se animen a bajar de un plumazo el gasto público sin importar por donde se corta la mecha. El diseño del plan necesita pensar en qué ajustes se pueden hacer, teniendo en cuenta factores institucionales y estructurales, así como el impacto social del plan y el apoyo de la sociedad que pueda tener. En definitiva, ajustes grotescos de nuestra historia han sido el inicio de fases económicas (y políticas) todavía más inestables. Pero pensar que ningún ajuste es necesario ni es posible, nos ha llevado a la penosa situación actual.
CC