La República Oriental del Uruguay celebra el domingo 27 de octubre la elección de los candidatos postulados a la presidencia, vicepresidencia, 30 bancas del Senado y 99 de la Cámara baja, para el próximo período 2025-2030. En simultáneo, el electorado votará por dos plebiscitos: uno sobre el sistema previsional; otro, sobre la ley de allanamientos. Cerca de 2.767.903 de ciudadanas y ciudadanos decidirán quienes regirán el destino del llamado “país de las cercanías”, modelo de estabilidad política y económica en América Latina. El sostenido, aplaudido civismo y la práctica política que rehúye los ataques personales confiere a estos comicios uruguayos una marcada diferencia con la de otros países. En particular, y no de ja de ser flagrante la constatación de que así sea, con el que fue el complacido modelo democrático regional, EEUU, que celebra sus propias elecciones presidenciales, sin balotajes, el primer martes de noviembre.
Regresar al camino rosa o proseguir por el sendero blanco
Según todas las encuestas de intención de voto finales, dos candidatos son los favoritos. Yamandú Orsi por el Frente Amplio (FA) y Álvaro Delgado por el Partido Nacional (PN). Respectivamente, la victoria de uno de ellos significará el retorno de la izquierda que gobernó el país durante 15 años bajo las presidencias de Tabaré Vázquez y de José 'Pepe' Mujica o la continuidad del oficialismo de centro derecha presidido hoy por Luis Lacalle Pou, hijo del histórico líder blanco (o 'nacional') Luis Lacalle Herrera, presidente en el período 1990-1995 y uno de los fundadores del Mercosur. En tercer lugar, se encuentra Andrés Ojeda como candidato del renaciente Partido Colorado, bicentenario opositor al Partido Blanco en el tradicional bipartidismo que se repartió el poder uruguayo en los siglos XIX y XX (con asimetría en la ocupación del gobierno: amplia desventaja blanca).
Será la primera vez que el Frente Amplio, la formación de centro izquierda más importante del país, fundado en 1971, se enfrente a una elección presidencial con una candidatura opositora después de haber gobernado Uruguay durante los 15 años transcurridos entre 2005 y 2020. Durante ese período, en el país hispanohablante más pequeño del subcontinente americano se lograron significativos avances en la gestión económica, se impulsó la producción de energía verde, se legalizó la marihuana y se mejoraron los indicadores sociales y de empleo.
También el Partido Nacional se encuentra frente a la primera elección donde es el partido de gobierno y que enfrenta un panorama político complejo tras cinco años de gestión en el poder. El comienzo de su gestión coincidió con la emergencia de la pandemia del Covid-19. Bajo el discurso de “libertad responsable”, Lacalle Pou estableció restricciones menores a la circulación y desarrollo de actividades; sin embargo, los programas sociales implementados solo atenuaron el impacto económico, especialmente a los sectores más vulnerables. Lacalle Pou logró la aprobación de la llamada Ley de Urgente Consideración que incluye medidas de reforma del Estado y fortalecimiento del punitivismo en seguridad pública. Si bien en marzo de 2022, el gobierno logró una mínima ventaja en referéndum a esa ley impulsado por el Frente Amplio, el movimiento sindical y otras organizaciones sociales para derogarla perdió el monopolio discursivo y la izquierda comenzó a recuperar terreno político y social.
El oficialismo ha logrado mantener unida la coalición de cinco fuerzas políticas que le permitió acceder al poder: el Partido Nacional, el Partido Colorado, Cabildo Abierto, Partido de la Gente y Partido Independiente, que se reconoce como Coalición Multicolor, donde conviven espacios de bien diferente linaje político. El Partido Colorado, de 190 años de historia, protagonista central de la construcción de la democracia republicana y original impulsor del más temprano Estado de Bienestar en América latina, si bien en las últimas décadas ha girado a un perfil conservador difiere del Partido Cabildo Abierto creado en 2019 por el excomandante de las FFAA Guido Manini Ríos con un programa de derecha radical.
Cuarto oscuro del último domingo de octubre
Las fórmulas presidenciales y las listas para la nueva conformación del Congreso, que estarán a vista de la ciudadanía en el cuarto oscuro este último domingo de octubre, resultaron de las elecciones abiertas, simultáneas y obligatorias que los respectivos partidos políticos celebran desde la reforma constitucional de 1996. Sin embargo, la participación de los votantes habilitados que se registró el 30 de junio pasado fue 40% más baja que en 2019. Si ninguna de las once fórmulas presentadas logra el 50% de los votos, el 24 de noviembre habrá balotaje y triunfará quien obtenga mayoría simple
Por el izquierdista Frente Amplio, el candidato Yamandú Orsi, de 57 años, es profesor de Historia y ex intendente de Canelones, el segundo departamento más poblado después de Montevideo e importante motor de la producción agrícola e industrial uruguaya. Lo acompaña en la fórmula Carolina Cosse, intendenta de la ciudad capital de Montevideo. Por el oficialista Partido Nacional de centro derecha, el candidato Álvaro Delgado, veterinario de 55 años, ex secretario de la Presidencia, se ve flanqueado en su binomio partidario por la aspirante a la vicepresidencia Shirley Valeria Ripoll, histórica dirigente de la Asociación de Empleados y Obreros Municipales y panelista televisiva bien conocida y reconocida por el público.
Después de ocupar la última presidencia uruguaya del siglo XX con el reelecto Julio María Sanguinetti (presidente 1985-1990 y1995-2000) y la primera del siglo XXI con Jorge Battle Berres (presidente 2000-2005, y cuarto político de la familia Battle en presidir la República Oriental), como resultado del avance blanco y del triunfo final del Frente Amplio en las elecciones de 2004 que ganó Tabaré Vázquez, el Partido Colorado quedó relegado al lugar de tercera fuerza del país. El 27 de octubre de 2024 el candidato presidencial colorado es el abogado mediático de 40 años Andrés Ojeda, con Robert Silva como vice. Outsider de la política, Ojeda llevó adelante una fuerte campaña de propaganda en medios masivos y redes sociales, con videos en tono humorístico dirigidos a captar el voto más joven, que causaron un fuerte impacto que en el Partido Colorado ansían ver transmutado en rédito electoral y promoción al rango de rival en el balotaje de noviembre.
Aun con la persistencia de las preocupaciones de larga data sobre el alto costo de la vida – Uruguay es uno de los países más caros del mundo- y la delincuencia -el crecimiento de la tasa de homicidios en la República Oriental es uno de los más altos en Latinoamérica, el subcontinente más violento del mundo- , hay pocos indicios de que el electorado uruguayo esté clamando por un cambio político significativo.
Las otras fuerzas políticas, más a la derecha, por Cabildo Abierto, Guido Manini Ríos, acompañado por Lorena Quintana. Y, por el Partido Independiente, Pablo Mieres - Mónica Bottero. El Partido Nacional (PN), el Partido Colorado, Cabildo Abierto y el Independiente que conforman la Coalición Multicolor de gobierno actual, que en un eventual balotaje cuenta con votos que se sumarían al candidato oficialista.
Los restantes partidos con sus respectivas fórmulas, Identidad Soberana (Gustavo Salle-María Canoniero; Asamblea Popular (Gonzalo Martínez y Andrea Revuelta); el Partido Constitucional Ambientalista (Eduardo Lust, acompañado de Luján Criado), Partido Ecologista Radical Intransigente (César Vega- Sergio Billiris); Partido por Los Cambios Necesarios (Guillermo Franchi - Virginia Vaz); y Avanzar Republicano (Martín Pérez Banchero - Daniel Isi).
Clamores y temblores: menor pobreza, mucha más seguridad, un poco menos de corrupción
La seguridad, según las encuestas, es el tema que más preocupa a los uruguayos, junto con la economía. Uruguay enfrenta una ola de homicidios, vinculados en gran medida al narcotráfico, con un promedio oficial de 10,7 asesinatos por cada 100.000 habitantes, y en las encuestas la inseguridad aparece siempre entre los primeros lugares de la preocupación ciudadana.
A la vez, durante estos últimos años el gobierno de Luis Lacalle Pou ha enfrentado una sucesión de escándalos y una parte importante de la opinión pública se ha interesado y preocupado por estos temas. El jefe de la custodia presidencial fue encarcelado por tráfico de influencias. Dos de los principales ministros debieron renunciar por entregarle un pasaporte al jefe narco Sebastián Marset, el desafuero de Gustavo Penades, senador clave del oficialismo por explotación y abuso sexual de menores, la renuncia del presidente del PN, Pablo Itaurralde luego de hacerse pública su jactancia de influir en ciertos fiscales, y recientemente un alcalde y diputada del partido oficialista por irregularidades y abuso de funciones. Tampoco los socios del gobierno están exentos de ‘culpas’. De ahí, el slogan principal del Frente Amplio es precisamente “Que gobierne la honestidad”.
A diferencia de otras y no pocas elecciones recientes en América Latina que se han caracterizado por la compartida pasión generalizada de rechazo y aun repudio a los presidentes en ejercicio, con presidentes salientes impopulares y una sensación general de malestar económico, Uruguay va en contra de esta tendencia. La ciudadanía acudirán a las urnas con un presidente en funciones que es popular; el ánimo de los consumidores es positivo (es decir, dispuesto a consumir): el empleo y los salarios reales están en aumento.
La pobreza está disminuyendo. Sigue, sin embargo, por encima de los niveles previos a la pandemia. Pero llegar a la conclusión de cuál es exactamente “el nivel de pobreza del país depende de qué definamos por pobreza”. Lo importante es que la pobreza se está viendo por parte de los uruguayos como algo de magnitud importante. Independientemente de cómo sean los indicadores y de cómo se defina la pobreza, la percepción ciudadana, compulsada en la encuestas de opinión, es constante en una respuesta: la ciudadanía sondeada estima que más de la tercera parte de la población uruguaya es pobre.
Un sistema que se renueva recomponiéndose
Aun con la persistencia de las preocupaciones de larga data sobre un costo de la vida en alza -Uruguay es uno de los países más caros del mundo- y sobre las amenazas de la delincuencia -nunca en baja visible en la República-, hay pocos indicios de que el electorado oriental esté clamando por un cambio político significativo. En las vísperas de las elecciones, no parece haber certeza alguna de que no haya una segunda vuelta presuntamente entre Orsi y Delgado. Con todo, hay consenso entre los analistas políticos en que el Partido Colorado ha hecho una de las mejores campañas de los últimos 20 años, personalizada y desprogramatizada.
La aparición de Andrés Ojeda -es decir, la reaparición colorada- es valorada como la de un cuadro y un integrante valioso para un sistema político uruguayo que se recompone. A expensas del Frente Amplio, podría inferirse. Ven en Ojeda a un nuevo jefe de partido. Ni Yamandú Orsi ni Álvaro Delgado son jefes de sus partidos o de sus espacios políticos. El candidato presidencial del Frente Amplio goza de una superioridad de la que es por entero inocente. Una ventaja cronológica, biológica, ajena: la avanzada edad y el estado de salud de Pepe Mujica.
AGB