Eduardo “Wado” De Pedro habla, gesticula, mueve las manos, y, cada tanto, sonríe. Lo escuchan, en semicírculo, seis uniformados, entre ellos Guillermo Pereda, el jefe del Ejército. Es una charla cordial luego de un acto que el ministro del Interior le pidió a Jorge Taiana, su par de Defensa, para agradecer en persona por el desempeño de la fuerza en el traslado de material histórico al nuevo Archivo General de la Nación.
La historia corta cuenta que esa tarea tenía un costo altísimo, que De Pedro rastreó un organismo público que pueda hacerlo y un hilo rojo, entre cuyos tejedores estuvo Agustín Rossi, lo llevó hasta el Ejército. Dos años después, personal de Granadores, del regimiento de Patricios y del Tomás Iriarte, habían mudado 22 kilómetros lineales de archivos.
Un doble click sobre el episodio revela otra matriz: De Pedro se entregó, apenas asumió –y formó parte de sus conversaciones germinales con Alberto Fernández– a la tarea de bosquejar un plan estratégico nacional. Ese plan, suele explicar, debe ser un puntapié, un principio de debate, suele explicar, en el estudio de la historia de la planificación nacional en donde comprobó que desde las Fuerzas Armadas (FFAA) se pensó el país “a largo plazo” en los últimos dos siglos. No es, claro, un hallazgo lo de De Pedro sobre cómo se combinan la historia militar y la historia criolla, pero es una forma de revisitar a un actor político que intervino en YPF o en el desarrollo de la industria pesada, como el militar e ingeniero Manuel Savio en la siderurgia. El mismo actor que ejecutó, en paralelo, múltiples golpes de Estado y protagonizó páginas terribles.
“Hasta que fueron colonizadas, fueron primera línea: Brasil creó Embraer cuando vio la experiencia argentina. ahora ellos fabrican aviones comerciales y acá se fabrican algunos repuestos”, traducen en Interior. “Perón potenció capacidades e impulsó otras”, agregan. “El modelo del peronismo era, en su planificación y conducción, de tipo militar”.
Historias
La foto de Wado con la cúpula del Ejército se difundió como si fuese lo que no es: una actividad más de De Pedro, ministro nacional, dirigente de La Cámpora, pero, además y/o sobre todo, militante de DDHH, hijo de desaparecidos, activo integrante de HIJOS. En 1977, Lucila Révora, su madre, fue secuestrada y asesinada por un grupo de tareas del Ejército.
Pasaron 45 años de aquel hecho. Pereda, el jefe del Ejército, tenía 13 años cuando ocurrió. Al igual que su antecesor, Agustín Cejas, y como toda la cúpula de las FFAA, Pereda egresó ya en democracia, cuando gobernaba Raúl Alfonsín. De Pedro suele remitir, cuando habla con su equipo, a las cuatro décadasque pasaron desde la recuperación democrática y habla, además, de los “juicios” contra crímenes de lesa humanidad.
Todo, en ese capítulo, aparece sobre leído y sobre interpretado. ¿Es, Wado, por su historia personal, por su condición de víctima, quien puede ensayar un nuevo vínculo con el mundo militar? “Para pensar un proyecto a largo plazo, con objetivos que duren más allá de quien gobierne en un momento o en otro, hay que trabajar con todos los actores”, explican elDiarioAR cerca del ministro.
De Pedro repite, casi como una mantra, una frase: “Hay que trabajar para tener una Argentina que funcione”. A punto de cumplirse 40 años desde la restauración democrática, sin que signifique el olvide, el ministro incursionó en un laberinto difícil. “Wado está revisando el desarrollo de la Nación, el rol del Ejército. Es un proceso muy interesante, en el que algunos veteranos lo estamos acompañando”, repasa Taiana, que estuvo en el acto.
Hubo otros episodios. De Pedro vio, en primera persona, el despliegue del Ejército durante la inundación del 2 de abril de 2013 en La Plata. La otra memoria es más reciente: el desempeño de las FFAA durante la pandemia, con su expansión territorial, el orden y la capacidad operativa. “Vamos a seguir convocando al Ejército a recuperar esa lógica de planificación y coordinación junto con la sociedad civil para pensar en una Argentina que funcione, con trabajo, industria, empleo y libertad”, dijo el ministro frente a la plana mayor.
Lo escucharon , además de Pereda, el coronel Carlos Berra del Regimiento de Granadereos a Caballo, el coronel Pablo Depalo Jefe del Regimiento de Infantería de Patricios y Díaz López Best del regimiento de Caballería Tomás Iriarte, además de efectivos de otros agrupamientos y unidades que participaron de la tarea de traslado del material del Archivo General.
Interlocutor
De Pedro construyó, porque quizá esa es su ADN, un oficio puntual: interactuar, establecer diálogo, con actores que estuvieron en otro tiempo desconectados, o directamente enfrentados, con el kirchnerismo. Lo hace -o eso parece- con naturalidad. Eso sugiere que es más que un mandato político u un rol que le corresponde dentro del sistema que orbita en torno a Cristina Kirchner.
De actividades con el Grupo Clarín a actos con Luis Barrionuevo, almuerzos con Juan Manuel Urtubey o línea directa con Horacio Rodríguez Larreta. “Por ahora, el límite es Macri”, es una regla que invocan en el primer anillo del ministro. El diálogo abierto con el Ejército, que por default abarca a todas las Fuerzas Armadas, parece ir más allá de eso: De Pedro suena auténtico, coinciden quienes lo escuchan cuando habla de definir un proyecto a mediano y largo plazo, un “proyecto común que una a los argentinos”.
Y aplica, en una diferenciación ostensible con Rodríguez Larreta que patentó aquello de reunir al “70%”-, una matemática totalizadores: deben participar todos, no una mayoría, sinotodos. “Trabajar sobre la identidad que los une, ahí está el proyecto de país, una épica”, apunta. En esa ecuación está el vínculo con el ejército.
PI