La Cámpora toma distancia del acuerdo con el FMI y se redefine su lugar en el Frente de Todos

Un mes pasó desde que Máximo Kirchner renunció a la presidencia del bloque de diputados del Frente de Todos con una carta durísima sobre la negociación que su gobierno llevó adelante con el Fondo Monetario Internacional. Desde entonces, el interrogante sobre la estrategia de La Cámpora y sobre el lugar que pasa a ocupar dentro de la alianza oficialista no hizo más que agigantarse. El hijo de Cristina Fernández y Néstor Kirchner decidió no asistir al Congreso el día en que Alberto Fernández inauguró las sesiones ordinarias y, según coinciden a uno y otro lado, no volvió a hablar con el Presidente desde que todos los puentes se quemaron. Su faltazo no parece haber sido apenas una decisión personal. Coincidió con la ausencia del ministro del Interior, Eduardo De Pedro, que viajó a España para participar de la feria de telefonía Mobile World Congress en Barcelona, y con la no participación de La Cámpora en la movilización de respaldo a Fernández que organizaron los sectores identificados con el albertismo. 

Aunque con la difusión de un video en el que se lo veía escuchando el discurso del Presidente, Wado pareció diferenciarse a su manera de Máximo y quedar más cerca de la Cristina que escoltó a Alberto ante la Asamblea Legislativa, el mensaje de los altos mandos de La Cámpora es de disconformidad por los resultados del acuerdo y de preocupación por el proceso que se abre. Crítico del Fondo como “promotor y vehículo” de políticas que fracasaron y generaron pobreza, el mensaje de Kirchner padre que la agrupación difundió el mismo día en que el proyecto entraba al Congreso lo confirma. 

Tras la renuncia de Máximo a la jefatura del bloque y la firma de un acuerdo que genera interrogantes de todo tipo en su sector, ¿qué rumbo piensa tomar La Cámpora a partir de ahora? ¿se asume como una minoría crítica dentro del espacio hacia 2023 o busca todavía torcer la política de Martín Guzmán y cambiar la orientación en las decisiones del Gobierno?

Pese al hermetismo que caracteriza a la organización, hay dos definiciones que surgen en estas horas de sus filas. La primera tiene que ver con el acuerdo y con la postura del espacio que lidera Máximo Kirchner. Desde la organización, afirman que hay que leer bien el entendimiento al que llegó el ministro de Economía con los funcionarios del Fondo. “Cuando veamos el proyecto con detalle, será más claro todo. Ahí vamos a saber qué se negoció y qué implica el acuerdo. No solo para nosotros: también para los senadores y diputados de los gobernadores importa la letra chica”, le dijo a elDiarioAR un miembro de La Cámpora. 

Desde el camporismo dejan trascender una idea que parece restarles protagonismo y evitarles costos adicionales en relación a la votación: dicen que la oposición debería dejar su postura irresponsable de lado y respaldar el acuerdo con el Fondo. Cerca de Máximo Kirchner tomaron la retirada del PRO del Congreso como una prueba irrefutable de que una facción de Juntos está siempre a punto de actuar para la platea cautiva de su núcleo duro y protagonizar un acting para los medios. Si durante la votación del Presupuesto, dicen, usaron como excusa el discurso del entonces jefe de bancada del FDT, ahora esperaron un fragmento del discurso presidencial para volver a quemar las naves.

Componente ineludible de la escena política, la polarización es el motivo principal que retiene al kirchnerismo puro dentro de los márgenes de la alianza oficialista. Eso explica que las diferencias sean tan profundas y que, sin embargo, la unidad -al menos en el discurso- siga siendo una bandera irrenunciable para los laderos de Máximo. “No se puede volver atrás, la alternativa tiene que surgir del Frente de Todos”, afirman incluso quienes tienen un mirada hipercrítica del rumbo del gobierno. 

Incumplible

Tal como lo muestra la carta del ex jefe del bloque de Diputados del FDT, el entendimiento con el Fondo aparece como el parteaguas en el tiempo y el espacio. En el tiempo, es una bisagra que puede abrir a la estabilidad como espera el Presidente o puede terminar en un espiral de complicaciones mayores, como afirman sus detractores. En el espacio, demarca por ahora a La Cámpora del resto del peronismo que lo apoya como vía para salir del default. Puertas adentro del camporismo, más allá del debate público y del apoyo que el entendimiento tenga en el Congreso, existe una sensación generalizada, que se transmite a grabador apagado: el acuerdo es incumplible. En la agrupación que conduce Máximo Kirchner, se mencionan sólo dos antecedentes de acuerdos exitosos con el organismo de crédito que ahora preside Kristalina Georgieva: el que firmó Kirchner durante su gestión y el que suscribió Arturo Frondizi en 1958. El resto terminaron en incumplimientos y crisis cada vez más profundas. 

Nadie en el camporismo festeja lo que el Presidente presentó como un logro en su discurso ante la Asamblea Legislativa: la ausencia de reformas estructurales en materia laboral y previsional. “Eso nunca estuvo en discusión. Y si estuvo, nos lo ocultaron a nosotros y a toda la sociedad”, dicen. 

Así, de la consulta con funcionarios camporistas que no comparten la estrategia del Gobierno se desprende un escepticismo muy grande, en especial en lo que tiene que ver con la reducción de subsidios vía aumento de tarifas. Las diferencias en ese punto son de lo más profundas y llevaron, hace casi un año, al primer gran choque entre Guzmán y el camporismo, cuando el ministro pretendió echar al subsecretario de Energía Eléctrica Federico Basualdo. Todo indica que esa tensión se eleve en torno a un tema crucial porque, tal como informó elDiarioAR, los aumentos que el Gobierno se comprometió a ejecutar duplicarán el 20% que avalaba el cristinismo. Aún así, con los costos que pueden traer esos incrementos y la presión que van a ejercer sobre la inflación, en La Cámpora sostienen que el diagnóstico de Guzmán es equivocado y que el aumento de tarifas no mueve el amperímetro ante una montaña de subsidios que se eleva por una serie de factores entre los que se destacan los precios internacionales de la energía, potenciados como nunca por la guerra en Ucrania y el declino de la producción en Bolivia.

De lo que no hay duda es de que la suba del gas y la luz impactará sobre el poder adquisitivo. Ese es uno de los aspectos que el Gobierno no pudo resolver en lo que lleva de mandato y que pega de lleno en la base electoral del oficialismo. La caída abrupta del salario real durante los años de Mauricio Macri como presidente apenas se atenuó para los asalariados del sector formal en los meses previos al inicio de la pandemia y sobre el fin de 2021, pero continuó profundizándose para los trabajadores de la economía informal, que volvieron a perder 10 puntos contra la inflación según los datos del INDEC. En el camporismo se quejan del precio de los alimentos y demandan medidas concretas para recuperar el salario real. Cómo financiarlas es parte de un debate no saldado, pero cerca de Máximo Kirchner no descartan modificaciones tributarias que apunten a cumplir el papel que en 2021 tuvo el impuesto a las grandes fortunas.

El otro aspecto donde tampoco hay acuerdo es el ligado a los responsables del endeudamiento. Aunque el Presidente reivindicó en su discurso la querella criminal que lleva adelante el Procurador del Tesoro Carlos Zannini, desde el camporismo demandan otro tipo de medidas para juzgar a los funcionarios de Macri, a las actores que propiciaron la fuga de capitales que el propio Fondo admitió en su Evaluación Ex Post y también a los directivos de organismo que preside Georgieva. “No alcanza con el discurso, necesitamos acciones para que el vínculo se recomponga”, dicen. 

El todo o la parte

Como sea, el rumbo que marca el Presidente y respalda una parte del oficialismo deja al cristinismo en su conjunto pero especialmente a La Cámpora en una posición de lo más incómoda. La renuncia del jefe de la agrupación a la conducción del bloque de diputados responde a las discrepancias y a la necesidad de diferenciarse de una política que no comparte pero tiene connotaciones muy claras. Va a contramano de la pretensión que el propio Kirchner mostró a principios de 2021 cuando se lanzó a conducir el PJ bonaerense y enfrentó la resistencia del intendente de Esteban Echeverría Fernando Gray. Si en ese momento, la agrupación buscaba dejar de ser una parte para representar a todo el peronismo de la provincia de Buenos Aires, ahora Máximo admite que no puede conducir un frente que lo excede y no responde a sus criterios fundamentales. Si lo hace no es solo por una cuestión personal sino porque advierte riesgos crecientes para su espacio, en el camino hacia 2023 y bajo el monitoreo del Fondo. Si bien los funcionarios de la organización no renunciaron a sus cargos ni a sus bancas, en privado algunos ya se desligan de la suerte del Gobierno. El interrogante sigue vigente y depende de las consecuencias del acuerdo. Recién ahí se verá si La Cámpora recupera protagonismo sin profundizar las diferencias con el Presidente o si decide asumirse como un socio menor dentro del Frente de Todos. 

DG