Alberto Fernández analiza en estas horas no solo quien cubrirá el lugar que dejó vacante Martín Guzmán en su gabinete: debate, con un grupo reducido de colaboradores, si hace un movimiento corto que se reduce a designar un nuevo ministro de Economía o avanza con un shock de más impacto que implique mover varias piezas de su gabinete.
Es el dilema, crítico, del presidente. Patear hacia adelante el refresh de su equipo, eso que Sergio Massa llama oxigenación y relanzamiento, o acelerar, contrarreloj, un cambio más grueso, y en varias áreas, de su equipo de gobierno. Todo sobre un trasfondo: debe resolverlo en el peor momento de la relación con Cristina Kirchner, no solo sin diálogo, sino con un espadeo público, brutal y con ribetes personales, nunca visto.
El modo Alberto invita a pensar, y así se replica en varias terminales del FdT que esta mañana consultó elDiarioAR, que el presidente apuntará a cubrir la vacante imprescindible de Guzmán en Economía y dejaría para más adelante otros cambios en el staff. En ese caso, la clave es el nombre para el Palacio de Hacienda, donde la figura que más suena es la de Massa, que está reunido en Olivos con el presidente y otros funcionarios del entorno presidencial.
Con las horas apareció otra teoría: que no sea el diputado sino alguien sugerido por él, con el consentimiento de Cristina, o una figura del dispositivo Alberto que no haya sido, antes, cuestionada por la vice. En ese último caso, el nombre más sonado -quizá por dedault- es el de Cecilia Todesca Bocco aunque, se sabe, la economista fue varias veces tentada por Fernández para ser ministra y ella nunca aceptó. “Se siente más cómoda, sin alta exposición”, apuntan.
Todesca tiene un privilegio puntual. Es de las pocas figuras del ecosistema albertista que alguna vez mereció el elogio de la vice. Pequeñeces en medio del infierno, pero detalles al fin: Todesca aparece en un posteo que Cristina hizo sobre la entonces vicejefa de Gabinete, que había hecho declaraciones al programa Hagan Algo en el canal C5N. “Claro como el agua”, escribe la vice sobre lo que apunta Todesca Bocco.
Aparecen en un menú otras hipótesis como Mercedes Marcó del Pont, actual titular de la AFIP, exfuncionaria de Cristina que en el último tiempo nunca quedó claro por qué, apareció en la metralla de la vice junto a otros integrantes del equipo económico del gobierno. Una forma de decir, quizá: cuestionarla para decir “no es mía” porque, hasta entonces, a Marcó del Ponto se la consideraba una funcionaria cerca a la vice que, de hecho, convivió con Virginia García, excuñada de Máximo Kirchner, que está al frente de la DGI. Debajo de Marcó del Pont está otro kirchnerista puro y duro: Carlos Castagnetto. Con ambos, Marcó del Pont supo, o pudo, convivir. En ese caso, la duda es porqué despegar un casillero que parece ordenado. También aparece como candidata a reemplazar a Guzmán, la exministra bonaerense Silvina Batakis, hoy secretaria de Provincias y bajo el ala de Wado de Pedro en el Ministerio del Interior.
Si la variable es solo cubrir Economía, y que en eso haya una intervención de Massa, se dibuja otra tesis en medio de las versiones mútiples. Que no sea, finalmente, Massa el que reemplace a Guzmán sino que sugiera un hombre de su espacio, en este caso Marco Lavagna, ahora al frente del INDEC.
Una remake del 2002, cuando Roberto Lavagna, su padre, reemplazó a Jorge Remes Lenicov durante el interinato de Eduardo Duhalde, tomó el control de la economía luego de que el bonaerense tomó las medidas más drásticas -por caso una devaluación del 300% de peso- y siguió en su cargo, incluso cuando asumió Néstor Kirchner en el 2003. Luego, en 2007, Lavagna fue candidato a presidente contra Cristina Kirchner.
Vía Massa, con un guiño -o al menos sin un veto de Cristina-, aparece la opción de Martín Redrado. Un economista peronista, con terminales en el Instituto Patria, da una definción: “Redrado sería lo que fue Cavallo para De la Rúa. le permite ganar tiempo. Con Cavallo, la alianza tuvo seis meses más. Con Redrado se puede lograr calma de los mercados por 15 o 30 días. No más”, dictamina. Es una frase que esconde varios mensajes.
El otro nombre, que ronda desde mediados de la semana pasada, es Emanuel Alvarez Agis, exfuncionario de Cristina hasta el 2015, con una relación rota con Axel Kicillof, y que suele moverse como un heterodoxo con buena relación y terminales en el mundo de los empresarios. Hablaba seguido con Alberto. Ya no lo hace. Era impiadoso con Guzmán. Eso se leía como una señal de que quería reemplazarlo. En entrevistas por TV Alvarez Agis bosqueja, a mano alzada, un plan de contingencia. Y lee política: le reprocha a los Fernández priorizar la unidad política sin ordenar la variable económica.
“La solución de esta crisis es política”, apunta una fuente oficial que orbita el equipo económico y apunta a lo que suena en otros rincones: el sucesor, o sucesora de Guzmán, debe venir con un margen de respaldo político que le permita enfocarse en los problemas reales de la economía sin tener que estar esquivando las bombas sucias de los propios.
De ahí que se repite en el mundo FdT un concepto: en la asunción de quien reemplace a Guzmán deben estar presentes, como señal de respaldo político, todos los clanes del oficialismo, el cristinismo, los gobernadores, la CGT, los intendentes. El mundo empresario debería, además, sentir que tiene un interlocutor. ¿Es una magia posible?
Pero falta algo más: quien venga, ¿qué va a hacer? El viernes, en la CGT, Guzmán charló con algunos dirigentes unas palabras, y dejó una frase que ahora adquiere otro sentido. “Hasta el 29 de julio estamos tranquilos”. ¿Qué ocurre en esa fecha? Otro mega vencimiento de letras en pesos, segundo capítulo de lo que ocurrió a fines de junio y que, sumado al affaire Enarsa/Fondo Pellegrini, se convirtió en un problema monumental.
“Guzmán decidió renunciar cuando siento que se agotó la única ancla que le quedaba: el financiamiento en pesos”, apuntó a elDiarioAR un economista con rodaje en la gestión pública.
La variable de un cambio brusco parece, en estas horas, más difícil. Las tesis de correr a Juan Manzur, más que una solución, podrían implicar terminar de tensar la relación con los gobernadores. Resuena, si, lo que se mencionó como el “gabinete bis”, esa idea que tuvo Fernández y que pensaba lanzar en Semana Santa pero no lanzó: producir un cambio de funcionarios y achicar, en ese movimiento, el gabinete para tratar de evitar la balcanización de la gestión, sobre todo en la gestión económico.
PI