Mariano Arcioni es un dolor de cabeza desde el minuto cero para el gobierno nacional, pero la visita de Alberto Fernández llevó la tensión a su punto más alto. El ataque a la camioneta que transportaba al Presidente, el mal momento que vivió la comitiva en Chubut y el cruce de acusaciones por la seguridad presidencial nacionalizaron el conflicto provincial entre las distintas alas del Frente de Todos, dejaron en una situación incómoda a Sergio Massa y provocaron la respuesta pública del ministro del Interior, Eduardo De Pedro.
La crisis que atraviesa la provincia tiene varias caras. A la asfixia económica de un distrito sobreendeudado y el rechazo social que provoca la autorización del proyecto minero de la multinacional Pan American Silver en la zona de la meseta, se suman un gobernador que genera divisiones en el peronismo y una ola de incendios que destruyó al menos 500 viviendas en las localidades de Lago Puelo y El Hoyo, ubicadas en la comarca andina patagónica.
La visita de Fernández a la provincia terminó mal y desencadenó críticas contra Arcioni por haber desoído la orden de la Casa Rosada de no permitir que se acercaran a la comitiva presidencial en Lago Puelo. Mientras en Buenos Aires cuestionaban al gobernador por exponer a Fernández a su propio desprestigio, en el Ejecutivo de Chubut se quejaban de que el oficialismo hubiera decidido marginar a su aliado principal en la provincia y en algunos sectores del peronismo reconocían que el desembarco de Fernández fue organizado por La Cámpora en un intento de puentear al mandatario provincial y establecer un vinculo directo entre la Nación y los municipios, una modalidad que reconoce su origen en Néstor Kirchner. Todo era parte de un debate interno en el FDT hasta que la mano derecha de Arcioni, el ministro de Seguridad Federico Massoni, le apuntó a La Cámpora.
Cuestionado por la oposición y parte del PJ provincial, considerado una versión local de Sergio Berni y con algunas encuestas que lo posicionan bien como potencial candidato a senador en las legislativas de este año, Massoni criticó desde el primer momento al ministro Juan Cabandié y a los los referentes locales de la agrupación de Máximo Kirchner por haber cambiado el itinerario y haber llevado al Presidente “a la boca del lobo”. Pero el lunes rompió todos los protocolos. Primero con una conferencia de prensa en la provincia en la que amplificó sus denuncias y después con una incursión nacional que provocó furia en Balcarce 50. Alrededor de las 14, Massoni dio una entrevista en América 24 y apuntó con todo contra el diputado nacional camporista Santiago Igon y contra el intendente de Lago Puelo, Augusto Sánchez. Unos minutos más tarde, De Pedro salió a responder con dardos que iban dirigidos directamente al gobernador Arcioni, el sostén principal de Massoni, a quien le vienen pidiendo la renuncia desde hace tiempo.
Consciente o no, el ministro de seguridad de Chubut había cruzado varios límites al mismo tiempo. Primero, había quebrado el pacto de no agresión que rige las relaciones entre Massa y Máximo a nivel nacional. Más allá de las diferencias que existen en temas puntuales, el presidente de la Cámara de Diputados y el jefe de la bancada oficialista jamás se cuestionan en público ni dejan que la dirigencia que se alinea con ellos ventile en los medios discrepancias que buscan resolverse en privado. Después había elegido para salir a castigar a sus rivales locales una señala que es propiedad de Daniel Vila y José Luis Manzano, de histórica sintonía con Massa y de muy buena relación con La Cámpora.
El caso Chubut obligó al presidente de la Cámara de Diputados a hacer horas extras para defender a su aliado Arcioni. Según admitió a elDiarioAR uno de sus hombres de confianza, Massa habló sobre el tema el domingo y el lunes tanto con De Pedro como con el Presidente. Los dos estaban furiosos. Fernández por el momento que le había tocado pasar, el ministro del Interior por las acusaciones de Massoni.
El fundador del Frente Renovador ya vivió más de una situación incómoda por la crisis financiera que atraviesa la provincia y deriva en cíclicos pedidos de auxilio del gobernador a la Nación, pero esta vez todo fue diferente porque el origen del conflicto interno fueron las diferencias políticas. Mientras al lado de Máximo dicen que el tema quedó atrás después de que De Pedro dijera basta vía twitter, Massa no oculta su fastidio con Massoni, el ministro estrella de Chubut, y busca desactivar la bronca del gobierno nacional contra Arcioni.
Mal visto desde siempre por CFK, Arcioni colaboró con su triunfo provincial para que, en el origen de la constitución del Frente de Todos, Fernández invitara a Massa a tomar el café de la unidad a través de la pantalla de C5N. Todo lo que vino después fueron amarguras. Entre los funcionarios de Chubut, reconocen que el gobernador pende del hilo de Massa para seguir dentro del tejido del Frente de Todos. Los dos se necesitan. Más allá de los trastornos que le causa en forma recurrente, Arcioni es el único mandatario provincial alineado con el presidente de la Cámara de Diputados en todo el país. “Mariano responde a Sergio, lo consulta y se apoya en él, pero Sergio le pide por favor que deje de mandarse cagadas”, le dijo a elDiarioAR un experimentado dirigente del peronismo provincial.
Muerto Mario Das Neves, el gobernador quedó al frente de la provincia pero no pudo nunca reunir la adhesión de todo el arco político que se identificaba con su antecesor y mentor. No tiene garantizado el respaldo irrestricto del vicegobernador Ricardo Sastre, dos veces intendente de Puerto Madryn y uno de los que figura entre los dirigentes que cuestionan el proyecto minero de Pan American Silver. Tampoco cuenta con el aval del jefe formal del PJ en la provincia, el ex intendente de Comodoro Rivadavia, Carlos Linares; ni del actual, Juan Pablo Luque, que gobierna uno de los pocos municipios superavitarios y tiene pretensiones de suceder a Arcioni.
Sin embargo, la pelea del mediático Massoni con La Cámpora resulta casi inexplicable para los que conocen la política de Chubut porque, en el terreno local, no existen equivalencias. La agrupación de Kirchner hijo no tiene resortes de poder en la provincia y no cuenta con el peso territorial que exhibe en otros lugares del país. El diputado Igon suele apuntar contra el ministro de Seguridad, pide su renuncia desde hace tiempo y llegó a denunciar incluso que la policía provincial realiza tareas de espionaje ilegal sobre él y su familia. Igon es oriundo de la localidad bonaerense de Mercedes como el ministro de Pedro, vive en Esquel y tiene un escaso peso en la política local, tanto como organización como en los espacios de poder.
En Casa Rosada, lo que más fastidio genera es que Arcioni solo trae problemas al armado del Frente de Todos. Viene a Buenos Aires para pedir fondos frescos y, después de cobrar, emite signos de rebeldía como si fuera el dueño de una provincia superavitaria, cuando está al frente de un distrito que carga con un endeudamiento récord.
Tanto Massa como Máximo ahora apuestan a que la situación se enfríe. Sin embargo, quienes conocen a Arcioni afirman que el gobernador va a resistir la ofensiva para que renuncie su ministro y no va a entregar a Massoni, que se perfila para ser candidato a senador en octubre. Antes de eso, es probable que el aliado incómodo de Massa vuelva a Buenos Aires a rogar ayuda para pagar sueldos.