Son las cuatro de la tarde del 11 de octubre de 1978. En el departamento 2 de un edificio ubicado en Belén 335, en Floresta, Lucila Révora mete a su hijo en la bañera y se tira encima suyo. El chico tiene casi dos años y su nombre es Eduardo Enrique De Pedro, pero lo llaman Wado o Pichu. Un helicóptero sobrevuela el barrio. Los vecinos se atrincheran en sus departamentos.
Ha llegado un comando: miembros del Ejército, policías, Gendarmería y agentes del Servicio Penitenciario. El dato es que en el departamento hay dólares en cantidad para financiar la estructura que Montoneros necesita para resistir la dictadura militar.
Adentro, dos adultos: Lucila, psicoanalista, oficial montonero del Servicio de Informaciones en Buenos Aires, que lleva un embarazo de ocho meses; y su pareja, Carlos Fassano, presidente del Centro de Estudiantes de Derecho en la Universidad de Buenos Aires y Capitán del Ejército Montonero. Afuera, la maroma violenta.
Con el bebé a resguardo, Fassano responde con disparos desde el departamento. El enfrentamiento, desparejo, se extiende una hora. Los gritos, los tiros y las “bajas”. Fassano muere. Un policía también. El grupo de tareas secuestra a Lucila, que está herida, y deja a Enrique en el departamento de unos vecinos. El padre del pequeño, de quien lleva su nombre y al que apodaban Quique, ha sido asesinado el año anterior. Lucila muere camino al centro clandestino de detención Olimpo.
La noche del ataque, unos hombres llegan en un Falcon verde. Dicen a los vecinos que lo acogen que son “los tíos” del bebé y se lo llevan. Tres o cuatro meses después, el cuñado de Lucila recuperará a Eduardo. La gestión será a través de un comerciante de Mercedes, de donde es oriunda la madre del chiquito, que hará contacto con el entonces comandante del primer Cuerpo del Ejército, Carlos Guillermo Suárez Mason.
El niño se cría en Mercedes, en casa de sus tíos. El ataque, la balacera, los golpes, el secuestro, la muerte dejan dos huellas en Wado De Pedro: la orfandad y el tartamudeo, una disfunción en el habla a consecuencia del trauma. Es un sobreviviente.
Fundador de dos agrupaciones emblema
El orden podría ser este: H.I.J.O.S, Facultad de Derecho de la UBA, el diciembre fatal de 2001 en la Argentina y La Cámpora. Es 1995, Wado De Pedro tiene 17 años y junto a otros jóvenes funda H.I.J.O.S, cuya sigla desglosada es Hijos por la Identidad y la Justicia, contra el Olvido y el Silencio. Es la agrupación que nuclea a hijos e hijas de personas desaparecidas en la última dictadura cívico militar.
“Conozca a su vecino”. Así encabezan los afiches. Son acciones en barrios, la idea es que los vecinos se enteren de que en esa calle a esa altura vive alguien que ha participado de la represión militar. Los “escraches” se convierten en un método de protesta y de sentencia pública, una práctica de denuncia que será adoptada por muchos países.
Estamos en los albores de los 2000 y surgen movimientos juveniles de contrapoder. Muchos se gestan en pasillos universitarios, desde la izquierda independiente o las organizaciones sociales. Para entonces, Wado se ha inscripto en la Universidad de Buenos Aires para cursar Derecho. Al mismo tiempo se vincula con ex montoneros, amigos de su padre. Y milita en la agrupación NBI, Necesidades Básicas Insatisfechas, que había sido fundada en 1991 por Mariano Recalde que, todavía no lo sabe, será un par en su carrera política.
Ahora es el jueves 20 de diciembre de 2001 y De Pedro, 25 años y abogado, es empleado en La Unión de Empleados Judiciales de la Nación. La Argentina está sumida en una crisis económica total: la calle arde entre saqueos y cacerolazos. Wado tiene que llevar unos volantes a la Cámara Nacional Electoral y encara Diagonal Norte. Las Madres, mientras, intentan hacer su ronda habitual alrededor de la Pirámide, pero la policía les impide el ingreso en la Plaza de Mayo. De Pedro los enfrenta, la policía reacciona. Un picanazo en la pierna izquierda, otro a la altura del riñón, un culatazo. La descarga eléctrica y el golpe le quitan reflejos. Lo meten en un patrullero. Alcanza a decir que es parte de H.I.J.O.S: la policía, entonces, suma palazos a la tortura.
El patrullero, que había arrancado, choca contra un taxi. Wado termina en el hospital Argerich, esposado. Un médico lo revisa y recupera la libertad, pero nunca figura en el Libro de Entradas de la Comisaría que ha intervenido: otra vez el fantasma. Hay 39 muertos por la represión: él, otra vez, sobrevive.
El estallido de 2001 destruye un sistema y forma otros: emergen líderes, muchos salen de las organizaciones juveniles. Por eso años después, en 2008 y en Olivos, Wado De Pedro comparte una sobremesa que concentra tres hitos o lugares o experiencias: H.I.J.O.S, la facultad de Derecho, diciembre de 2001. Es un año álgido por el conflicto con el campo y por la Ley de Medios de Servicio de Comunicación Audiovisual, ambos temas toman la agenda.
El ex presidente Néstor Kirchner, en el quincho de la Quinta, conversa con su hijo Máximo y sus amigos: Mariano Recalde, fundador de NBI; Andrés Cuervo Larroque, referente juvenil, ex presidente del centro de estudiantes del Colegio Nacional de Buenos Aires; Juan Cabandié, nieto recuperado; y Wado De Pedro, ya encolumnado en el kirchnerismo.
Kirchner esa noche tiene enfrente a los interlocutores del recambio generacional en la política. Porque sentados a la mesa está la futura conducción de La Cámpora, la mayor y más trascendente organización de jóvenes desde la vuelta de la democracia en la Argentina. Tres años después, en 2011, terminará de conformarse la cúpula con José Ottavis y su pareja de entonces, Mayra Mendoza.
Después de La Cámpora todo fue muy rápido
Tiene experiencia en política. En 2004, durante el gobierno de Aníbal Ibarra en la Ciudad, fue designado jefe de Gabinete de la Subsecretaría de Turismo porteña. Pero desde 2006, cuando La Cámpora era semilla, todo fue muy rápido para Wado De Pedro. En 2009, cuando Recalde preside la re-estatizada Aerolíneas Argentinas, se suma al directorio y luego, a la presidencia de la compañía. La banca como diputado nacional llega dos años después, en 2011. En representación del bloque oficialista en la Cámara Baja, integra el Consejo de la Magistratura y asume la vicepresidencia del Consejo Nacional Justicialista, todo eso en 2014.
Apenas diez meses, entre febrero y diciembre de 2015, bajo el mando de Cristina Fernández, es secretario General de la Presidencia. Encabeza la lista de candidatos a diputados nacionales en representación de la Provincia por el Frente para la Victoria: gana la banca y la ocupa entre 2015 y 2019. En diciembre de ese año jura como ministro del Interior frente a Alberto Fernández, que ha ganado las elecciones. Wado De Pedro, el sobreviviente, ocupa, sigue ocupando, ese cargo hasta que el Presidente acepte su renuncia.
VDM