La Cancillería designó este viernes a Úrsula Basset, abogada especialista en derecho de familia cercana a Karina Milei y a Santiago Caputo, como directora de Derechos Humanos en la Subsecretaría de Política Exterior. Basset es conocida por sus posturas ultraconservadoras de larga data: por ejemplo, se opuso a la aprobación del matrimonio igualitario y a la legalización del aborto.
Basset se graduó en la UBA y se doctoró en Ciencias Jurídicas en la Universidad Católica Argentina. En 2010 publicó un artículo en el que llama a la Ley de Matrimonio Igualitario “apresurada”, “disolvente” e “irrazonable”. En 2018 y 2020, expuso en el Congreso contra la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo.
Aunque designada el viernes (y por un período de 180 días desde el 1 de febrero, según la resolución 71/2025 del Ministerio de Relaciones Exteriores), ya fungía como interventora sin cargo en la Cancillería desde junio, bajo el mando de la hermana presidencial y antes de que la entonces canciller Diana Mondino terminara expulsada en favor del actual ministro Gerardo Werthein. Según una investigación de la revista Crisis, el personal diplomático de carrera la recibió con indiferencia en el Palacio San Martín. Allí, Basset tenía la orden de combatir la “agenda woke” en los organismos multilaterales: una especie de “guardiana de los valores” conservadores que abrazó el gobierno libertario.
Basset tuvo su bautismo cuando, durante la Asamblea de la Organización de Estados Americanos (OEA), vigiló cada coma del documento presentado por la embajadora ante ese organismo, Sonia Cavallo, para evitar cualquier posible desviamiento diplomático hacia alguna postura vinculada a la Agenda 2030. En su informe, Cavallo objetó todos los proyectos de Resolución referidos a los derechos humanos, el fortalecimiento de la democracia y la promoción de la igualdad de género en la diplomacia global. En aquel momento, diputados radicales y parlamentarios del Mercosur de Unión por la Patria pidieron información sobre el rol de Basset ante foros internacionales, pero la Cancillería lo negó. “No obra registro referido a Úrsula Basset” ni “se halla en proceso de contratación de personal”, respondió el ministerio.
Al contrario de Basset, Cavallo y Mondino terminaron expulsadas de la gestión libertaria.
Pero Basset demostró en noviembre tener ciertos indicios de pragmatismo. En una reunión de alto nivel en Nueva York por el 25° aniversario del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, Basset dejó atrás las posturas que había defendido meses atrás y presentó un encendido alegato en favor de los derechos de las mujeres, según consignó el diario La Nación.
“La violencia contra las mujeres y las niñas constituye una violación intolerable a los derechos humanos y un obstáculo para el desarrollo y el bienestar de nuestras sociedades. Este flagelo no conoce fronteras ni contextos”, afirmó con énfasis frente a distintas figuras del ámbito internacional, como el presidente de la Asamblea General de la ONU, Philemon Yang. En ese encuentro, Basset también subrayó que “sólo la cooperación internacional permitirá avanzar en estrategias de prevención basadas en evidencia” y prometió: “Argentina reafirma su compromiso inquebrantable con este desafío global”.
Días antes, sin embargo, había expuesto en la presentación de un libro contra el aborto conducida por el entonces candidato a juez de la Corte Suprema, Manuel García-Mansilla.
FI