Consejo de la Magistratura

El caso Molea y esa zona atípica en la que cristinistas y macristas suelen votar lo mismo

Diego Molea fue electo presidente del Consejo de la Magistratura. Con una variopinta saga de identidad políticas en su CV, llego a esa butaca con el impulso del Frente de Todos (FdT) pero tuvo -corrección: necesitó- del respaldo de los consejeros opositores, una sintonía inédita en medio de las ferocidad de las tensiones políticas criollas.

Molea, con base territorial en Lomas de Zamora, fue hace dos décadas un “joven brillante” al que Eduardo Duhalde pedía asesoramiento, con los años se fascinó con la versión anti K de Sergio Massa y tuvo, en el cuatrienio de Mauricio Macri, flirteos con el mundo PRO. Nunca sacó los pies del metie donde se siente más cómodo y poderoso: la Justicia.

José Torello, ex jefe de asesores de Macri, fue años atrás patrocinante de Molea, bendición que le valió peleas en el corazón del PRO, donde le imputaban flojera de lealtades. En 2019, el ahora presidente se alineó con le oficialismo peronista y logró, por esa vía, llegar a la presidencia.

Negociador hábil y de diálogo fluido con todo el abanico político y judicial, según los funcionarios que lo frecuentan, Molea logró escalar hasta el cargo mayor del Consejo de la Magistratura. Consiguió juntar, en su voto de respaldo, a macristas y kirchneristas, dos estirpes que rara vez votan en conjunto, pero que en la atmósfera inusual de ese organismo logran convivir y hasta levantar la mano al mismo tiempo.

Hay una razón general y una particular. La particular es que Molea, con tantos ismos sobre sus espaldas es de todos y es de ninguno, es sinuoso pero ecuménico. Y es más digerible para el macrismo que otras figuras del oficialismo más referenciadas con Cristina de Kirchner, lo que los haría menos votables para opositores como Ricardo Recondo o Juan Manuel Culota, consejeros por los jueces, o para el diputado Pablo Tonelli. En JxC entienden que, al final, la ventanilla para conversar o pelear con el oficialismo es Gerónimo Ustarroz, el delegado de la Casa Rosada en el Consejo y de diálogo directo con Cristina Kirchner

La general es de lógica operativa: para funcionar, el Consejo requiere de mayorías especiales que obligan a que se ensayen acuerdos, efímeros o permanentes, entre los dos bloque más grandes y donde suele terciar Graciela Camaño, la número trece. “Si no hay acuerdo, el Consejo no funciona, lo cerrás y si el Consejo no funciona, todos pierden”, sintetiza un operador judicial.

Para remover o proponer ternas, se necesitan dos tercios de los votos de los consejeros, número que el oficialismo no tiene y que la oposición podría no dar pero, en ese movimiento, tendría un efecto: obturar sus propios planes. “Los jueces representan a los jueces que quieren ir de camarista o a secretarios que quieren ir de jueces, sino hay acuerdo para funcionar no sale ningún concurso y no se designa a nadie”, completa la fuente.

Esa dinámica permitió que se eleven ternas al PEN que luego Alberto Fernández envió al Senado para su aprobación, como el caso de Roberto Boico, para integrar la Cámara Federal porteña. Antes, “la necesidad de los jueces” por mover pliegos fue lo que detonó una crisis en el macrismo que cuestionó el respaldo de Recondo y Culotta a un puñado de ternas promovidas por el oficialismo.

“Molea encarna la lógica del diálogo y el consenso”, lo elogian en Casa Rosada y apuntan que tiene feedback con los referentes judiciales ligados a Alberto Fernández, como Marcela Losardo, ministra de Justicia, y Juan Manuel Olmos, y al mismo tiempo con Juan Martín Mena, vice de Justicia, el ministro del Interior Eduardo “Wado” De Pedro y con Ustarroz.

“Va a hacer lo que le diga Ustarroz”, retruca un operador del PRO que advierte que, en la cadena de nulidades y opciones que impedían a Alberto Lugones reelegir como presidente, y otras figuras del bloque oficial era más difícil votar, Molea encontró el estrecho desfiladero para llegar a la presidencia.

En medio pasaron otras cosas, relevantes y necesarias: la oposición logró que Diego Sebastián Marías quede al frente de la Comisión de Administración y Recondo, a pesar del rechazo inicial del FdT a ceder ese sillón, encabece la Comisión de Disciplina, que antes ocupó Molea.

En poco tiempo, el Consejo deberá discutir el concurso para cubrir las vacantes de Leopoldo Bruglia y Pablo Bertuzzi en la Sala I de la Cámara Federal, estratégico tribunal que revisa las causas de corrupción de Comodoro Py, donde perduran magistrados que habían sido trasladados por Macri en una decisión que el Consejo de la Magistratura revisó por considerar que se hicieron con un procedimiento irregular.

Ese expediente, emblemático de la pelea en torno a la Justicia, será el primer ensayo de Molea que prometió “un diálogo honesto, con nuestras diferencias, porque representamos a distintos estamentos y pensamos distinto” y advirtió que “no vamos a permitir que se diriman cuestiones políticas en el ámbito judicial. Los jueces que obren con buena conducta van a ser cuidados por este Consejo”. 

PI