Claudio Lozano es una rareza dentro del Frente de Todos. En una coalición de gobierno cuyo primer mandamiento es la unidad y en la que las diferencias existen, pero se disimulan y se sobreinterpretan, Lozano expone sus críticas públicamente. Y lo hace con contundencia, como cuando cuestionaba al kirchnerismo desde la CTA. El economista y dirigente del espacio Unidad Popular ahora es director del Banco Nación. Y desde su condición de funcionario, reclama la continuación del IFE, lamenta que el presupuesto actual sea de ajuste y pide más democratización en el debate del frente de gobierno.
¿Qué lectura hace del aumento de la pobreza al 42%?
Ya es de por sí preocupante que 20 millones de argentinos estén en esa situación y que casi el 60% de los pibes menores de 15 años sean pobres. Pero lo más grave es que eso suceda, pese a que a partir de mayo comenzó a darse un proceso de recuperación económica. A partir de mayo y junio fueron aflojando las restricciones de la cuarentena, que había tenido su pico en marzo y abril. Pero pese a que la recuperación se sostuvo hasta fin del año pasado, el impacto en el empleo y la mejora situación social es prácticamente nulo.
¿Cómo debería actuar el gobierno entonces?
Eso marca la necesidad de modificar la orientación y las características que viene asumiendo el proceso de recuperación económica.
¿Qué otra conclusión saca al desglosar ese 42% de pobreza en el segundo semestre del 2020?
Los datos del Indec se desdoblan en dos trimestres: el tercero dio 38% de pobreza; el cuarto, 45,3%. Es decir, casi los mismos niveles que el segundo trimestre del 2020, momento de mayor cuarentena. Con niveles de actividad económica en diciembre que fueron cercanos a los de la prepandemia, la pobreza quedó ubicada en niveles de la cuarentena más estricta.
El gobierno, sin embargo, sigue aferrado a los datos de recuperación económica
Es un llamado de atención al gobierno en varias cuestiones. Cuestiona un supuesto con el que se enfocó el 2021: el de suponer que la actividad económica volvió al escenario previo a la pandemia y no era necesario seguir con IFE. Lo que pasa es que la recuperación económica tiene un impacto limitado en el empleo. Hay mucho cuentapropismo de bajo nivel de ingresos y empleo clandestino. El impacto de la recuperación sobre los niveles de ingresos es prácticamente nulo. Ahí hay un punto nodal.
¿En qué sectores sí impacta la recuperación de la economía?
La recuperación impacta sobre una franja del mercado interno y de la exportación, pero no sobre la demanda popular y sobre la mayor parte de población.
¿Usted mantendría el IFE, que ya fue dado de baja?
-Yo mantendría el IFE, y habría que perfeccionarlo. Hay que avanzar en la discusión que se tuvo en la pandemia y que después se abandonó. Porque se eligió la estrategia de hacer gestos a los factores poder y al Fondo. Se discutió y se abandonó el ingreso básico de caracter universal para la población en desempleo o en negro. Sin incorporar a esos sectores, los ingresos, salarios y jubilaciones no se recomponen.
¿Qué piensa del presupuesto del 2021?
El presupuesto 2021 ajustó el gasto porque la recuperación iba a resolver el problema. Debería rectificarse, porque la recuperación económica no mejoró el empleo ni generó una reducción de la pobreza. La discusión de la universalidad de los ingresos es clave. Hasta finalizado el 2020, los precios fueron una barrera infranqueable para el objetivo de redistribuir ingresos. El 2020 terminó sin que los sueldos le ganaran a la inflación. Hay que quebrar esa tendencia.
¿El diseño del presupuesto encerró un gesto hacia el establishment?
Sí, es un presupuesto que ajusta sobre el gasto y el gasto corriente, vinculada a la política social. Es un presupuesto potable para el Fondo Monetario, es indudable. Tiene una confianza excesiva en que la recuperación por vía de la iniciativa privada iba a tener un impacto mayor. De hecho en la tasa de crecimiento de mayo, junio y julio se hizo cada vez menor la recuperación. La ausencia de demanda plantea un límite. La recuperación es lenta, muy desigual y diversa. Lo más lógico hubiera sido no bajar el nivel del gasto, activar funcionamiento de la demanda y la capacidad ociosa. Y tener una estrategia más firme sobre sectores con mayor capacidad adquisitiva.
¿Cómo evalúa la marcha de la ley de aporte a las grandes fortunas?
Tuvo un pobre desempeño de su cobro hasta ahora. Y fue un aporte de una sola vez. Necesitamos una reforma impositiva integral. Se necesita mayor gasto para impactar en la actividad y los ingresos. Una reforma integral alentaría una lógica de equilibrio en las cuentas públicas, sin afectar la recaudación. Lo que pasa con los alimentos e incrementos en los combustibles afecta en materia distributiva.
¿El ministro Martín Guzmán está habilitando subas en tarifas y nafta?
La verdad que en este contexto no es algo que ayude. Las petroleras tienen margen suficiente para aguantar. No me parece razonable recomponer tarifas, cuando venimos de aumentos que cambiaron la ecuación doméstica durante la gestión macrista. Lo lógico es apuntalar el proceso de recuperación. El precio de los combustibles se traslada al conjunto de las actividades y después cuesta doblegar esa inflación.
¿No comparte el rumbo general de la gestión de Guzmán?
Puedo estar de acuerdo con algunas cosas. Pero el presupuesto 2021 encierra un ajuste del gasto en línea con la negociación con el FMI. Segundo, tampoco comparto el supuesto de que la pandemia está controlada y que la recuperación económica nos vuelve a la situación anterior. Ni lo uno ni lo otro. El gobierno se propuso mejorar el poder adquisitivo y no lo logró. Esos supuestos no caminan y hay que rectificarlos. Hay que ser firme con el Fondo para evitar condicionamientos.
¿Es realmente judicializable el préstamo de Macri al FMI?
Está claro para todo el mundo que este acuerdo con el Fondo es nulo, porque violentó procedimientos administrativos de la Argentina y porque violó estatutos del Fondo. Obligó a la Argentina a compromisos inentendibles más allá de la situación de sometimiento geopolítico. Trump lo forzó para sostener a un aliado como Macri. Hay elementos contundentes como para que Argentina exija un trato diferente. No fue un stand by tradicional. El Fondo no puede decir que no es posible extender plazos, ni limitar capital adeudado. Las tres cosas que caracterizaron la proyección del 2021 están en cuestión: el acuerdo con el FMI no puede ser el de siempre, la pandemia no está controlada y la recuperación de la situación social no viene.
¿Coincide con Cristina Kirchner en exigir un acuerdo a 20 años con el FMI?
Es una opción que da cierto nivel de racionalidad en la relación. Sería mejor lograr una reducción del capital adeudado y es indispensable, en el contexto mundial, que las tasas sean menores a las que cobra el Fondo.
¿Es viable lograrlo?
El Fondo debe asumir su corresponsabilidad. Argentina debería llevar el tema al seno de las Naciones Unidas, para galvanizar su posición. En las Naciones Unidas están todos los Estados que son mandates del Fondo. Sería una definición importante de política exterior que mejoraría nuestra capacidad. Argentina ya lo hizo con el caso del juez Griesa. Incluso en ese contexto adverso le dio resultado. Se consiguió un apoyo importante que Macri dilapidó pagando lo que los buitres querían. Fue exitoso ese planteo y ahora sería igual.
Por sus planteos, no parece que usted forme parte del gobierno
El Frente de Todos es un espacio donde participamos 14 o 15 fuerzas políticas, en donde hay discusiones y matices. Quienes tienen mayor capacidad y mayor definición conducen y tienen derecho a hacerlo. Pero nosotros tenemos derecho a plantear lo nuestro. Hay una necesidad de preservar la unidad para construir una Argentina más justa. Las observaciones se dan en el marco de un debate frentista.
¿Qué otras observaciones hace sobre las políticas del gobierno?
Por ejemplo, qué hacer con la hidrovía del Canal Magdalena. Es muy importante no dejar la posibilidad de recuperar la concesiones de la hidrovía. Tenemos un fuerte compromiso con unidad. También en el contexto del 42% de pobreza, queda claro que la recuperación económica no resuelve el problema. Al proponer poner plata en el bolsillo de la gente no hago más que repetir el latiguillo de Alberto Fernández durante la campaña. Se necesita otro modo de control de precios.
¿Qué propone para reducir la inflación de los alimentos?
Hay cosas que ya se plantearon: mesas sectoriales, que las grandes empresas den información sobre precios, costos y stock. Se necesitan mesas por cadenas de producción, con todos productores, incluso los más postergados. Esas cadenas, con los productores, trabajadores y Estado, permitirían armar acuerdos que limiten abusos de posición dominante de los actores. Hay problemas con los insumos que se cotizan a precio internacional. Los alimentos y precios de las commodities mejoraron, por eso hay que desacoplarlos del mercado interno, además de ver nuevos actores de producción. Hay que revisar los chantajes, porque los precios de los alimentos empujan todos los precios hacia arriba.
Respecto a la la gestión de la seguridad, el ministro Sergio Berni por momentos se parece a Patricia Bullrich. ¿Cómo le cae eso?
Tiene argumentaciones complicadas. Porque si hay algo en las antípodas de lo que expresa el Frente de Todos, en términos de su base social, de su vinculación con las organizaciones sociales, es Patricia Bullrich, quien hizo bandera de la estigmatización permanente de esos sectores.
¿Qué le falta al Frente de Todos?
En el frente falta democratización del debate. El frente tuvo la gran capacidad de desalojar al neoliberalismo. Hay que transformar al frente en un actor político que transforme la realidad. Y para eso falta una profundización y democratización del debate.
AF