La faceta pendenciera del alcalde fue celebrada de forma unánime por su equipo. En chats, en zooms y en persona, el primer anillo de asesores larretistas festejó que el jefe haya decidido mostrarle los dientes a La Rosada. Fue el domingo cerca de las once de la noche, tras la conferencia de prensa en la que Horacio Rodríguez Larreta golpeó la mesa, se salió de su personaje histórico y prometió que “las escuelas van a estar abiertas”. Pero el exitismo no duró demasiado. El propio alcalde ordenó bajar el volumen triunfal.
Lo hizo el lunes a la noche, en una reunión de gabinete ampliado que él convocó. Ahí, frente a los ministros y secretarios que lo escuchaban del otro lado de la pantalla, bajó línea: “Lo importante es que haya clases presenciales, no es la pelea en sí”. Y aclaró que el cruce con el presidente no iba a habilitar una era de guerra fría con el gobierno nacional.
En los encuentros más restringidos, frente a sus funcionarios de confianza (todos varones, por el momento), se venía discutiendo hasta qué punto resultaba conveniente exhibir el perfil de dialoguismo y moderación permanente. Con más de un ojo puesto en 2023, el círculo larretista concluyó que era necesario un giro: mostrar que el alcalde también era capaz de sostener un conflicto. La pulseada por las clases trajo la oportunidad. Convencido de que las escuelas abiertas no causaron el subidón de contagios en la Capital, Larreta se plantó. Y lo hizo hasta el punto de desoír un fallo posterior de la justicia federal.
“Después de esta pelea, nos conviene corrernos. Algunos medios lo empujan para que se suba a la ola de la grieta. Pero no le sirve. Horacio parte de un consenso más amplio que el que tenía Macri. Y ese capital debe sostenerlo. No a cualquier costo, pero lo tiene que mantener”, analiza un funcionario porteño.
“Con la grieta no se come, no se educa, no se genera trabajo”, afirmó el jueves pasado Larreta, fundador del Grupo Sophia a mediados de los noventa. La charla fue organizada por la Fundación Mediterránea, el think tank que promovió la carrera política de Domingo Felipe Cavallo hace más de tres décadas. El jueves, en un lapso de 10 horas, Larreta dio un discurso de tono presidencial ante la Fundación Mediterránea; recorrió Fuerte Apache; apoyó a un intendente amarillo del conurbano que había sido cuestionado por el gobierno de Axel Kicillof; fue denunciado desde la Nación por no vacunar a los afiliados del PAMI y le hizo un guiño al gobernador cordobés Juan Schiaretti.
En concreto, la hoja de ruta larreteana incluye seguir presentando matices y diferencias respecto a la tribu combativa de Juntos por el Cambio. “Esto nos pone a todos en el mismo lugar”, se ilusionó Patricia Bullrich el martes pasado. Lo dijo en el canal IP, una vez que el gobierno de la Ciudad había confirmado que no iba a acatar un fallo de la justicia federal. Pero la simbiosis no será permanente.
Cerca del alcalde incluso se entusiasman con una maniobra que trabaría los planes electorales de Bullrich. ¿Cuál? Que María Eugenia Vidal se decida a ser candidata a diputada por la ciudad de Buenos Aires. La exgobernadora bonaerense ya descartó encabezar la boleta de la Provincia. Y todavía analiza la posibilidad de postularse por la Capital. La prórroga de las PASO le dará un poco más de handicap para definirlo. Esa mudanza sería prácticamente el único antídoto político para evitar que Bullrich sea la primera de la lista porteña. Tanto la exministra de Seguridad, como Mauricio Macri aceptarían la candidatura de Vidal.
Mientras el larretismo le prende velas a esa alternativa, el alcalde introduce modificaciones en su gabinete. Lo feminiza. Al momento, el scrum más íntimo del alcalde es sólo apto para varones: el vice Diego Santilli; el jefe de gabinete Felipe Miguel; el secretario general Fernando Straface; el secretario de comunicación Federico Di Benedetto; el de medios, Christian Coelho; y el de ambiente, Eduardo Macchiavelli. Dentro de ese círculo, Straface ya fue elegido para empezar con las reuniones de rosca, armado de listas y campaña para las legislativas. Pero la mayor novedad fue la designación de Julia Pomares, doctora en Ciencia Política y directora ejecutiva de CIPPEC, como jefa de asesores. Larreta pretende sumar más mujeres a su sistema de toma de decisión. ¿Candidatas? La voz de la diputada Silvia Lospennato es cada vez más escuchada por Larreta.
Desde el 27 de febrero pasado, otra mujer ocupó un cargo en la Ciudad a pedido del jefe. Se trata de la exministra de Desarrollo Social de Macri, Carolina Stanley. Propuesta por el gobierno porteño y votada en la Legislatura, Stanley es la Asesora General Tutelar. Su misión es asistir y defender los derechos de niños, niñas y adolescentes. Desde ese puesto, Stanley presentó uno de los amparos colectivos para que se garantice la continuidad de las clases presenciales. A diferencia del recurso impuesto por Larreta, la exministra lo hizo en la justicia federal. Y cerca de Stanley aseguran que no fue a pedido del gobierno de la Ciudad.
Tras la derrota de Macri en 2019, Stanley mantuvo un perfil bajísimo. La exministra de Macri se lamentó en privado por no haber hecho oír su palabra en un gabinete parcelado, en el que no hubo lugar para opiniones críticas sobre el rumbo de la economía desde principios de 2018. Desde su salida del gobierno, colaboró con ONGs, como Seamos uno y la Fundación del Banco Itaú. Ahora Stanley forma parte de la rama larretista-vidalista del PRO.
Rodríguez Larreta le agregó otro ingrediente a la construcción de sí mismo como figura presidenciable: la lectura de libros de historia económica argentina. Por ejemplo, El ciclo de la ilusión y el desencanto. El alcalde lo citó en algunas reuniones de gabinete. El libro repasa las políticas económicas argentinas de 1880 a la actualidad. Fue escrito por el historiador Pablo Gerchunoff y el economista Lucas Llach. Gerchunoff incluso se convirtió en una especie de profesor particular de Larreta, como consignó el periodista Ezequiel Burgo en Clarin. Hijo de un desarrollista aristocrático, que integró el Ministerio de Relaciones Exteriores de Arturo Frondizi, el alcalde le suma otros capítulos a su educación exprés. Lo hace de la mano de otro economista: el exministro de Vidal Hernán Lacunza.
AF