Diego Santilli se mudó de Capital a Provincia. O al menos así quedó registrado días atrás en la página de la Cámara Nacional Electoral. Se trata del paso formal previo para ser candidato a diputado nacional por la provincia de Buenos Aires. Tenía tiempo hasta el mes pasado para realizar el trámite. Y así lo concretó.
Hasta hace pocas semanas, el vicejefe de gobierno porteño aparecía como votante en Capital, por contar con domicilio en la calle Cerviño, en el barrio de Palermo. Ahí es donde suele hacer base. Pero se vio obligado a modificar su estatus para cumplir con la ley de partidos políticos. Según esa norma, los candidatos deben figurar en el padrón de la provincia por la que se postulan. Ahora Santilli declaró una casa en el country Nordelta, ubicado en Tigre, como su domicilio.
Pero además del acto jurídico de la inscripción en la provincia por la que un candidato se postula (y se supone que se vota a sí mismo), la Constitución exige otro requisito. Para ser elegido diputado o senador nacional, una persona debe haber nacido en la provincia por la que se presenta o tener al menos dos años de residencia en ella.
Ahí aparece la sutil diferencia entre residencia y domicilio. La Constitución demanda la residencia efectiva y no sólo el dato de lo que figura en el DNI. La residencia es el lugar en el que el candidato vive realmente.
¿Cómo pueden probarse esos dos años de residencia, en caso de no que no conste así en el DNI del candidato (tal como le sucede a Santilli)? Por vía de cualquier medio de prueba, “menos por testigos”. Así lo dispone la ley de partidos políticos. “Con documentación respaldatoria y algunas pruebas alcanza”, revela un funcionario judicial. Tal ambigüedad es la que habilitó que un pelotón de candidatos haya cruzado la General Paz en las últimas décadas. Santilli no será el primero ni el último en hacerlo. Y ni siquiera tendrá dificultades en demostrar su condición de bonaerense part-time en Tigre, donde comparte casa con su pareja Analía Maiorana. Incluso existe una suerte de pacto no escrito para que no se presenten objeciones judiciales ante los enroques distritales.
En el caso de Santilli, sin embargo, existe un dato que le funciona como agravante: estar en funciones en la Capital como segundo de Horacio Rodríguez Larreta. Porque la Constitución porteña expresa que el Jefe de Gobierno y el Vicejefe “mientras se desempeñan no pueden ocupar otro cargo público ni ejercer profesión alguna, excepto la docencia” y “residen en la Ciudad de Buenos Aires”. Así lo detalla el artículo 98. Tampoco parece que esa contradicción vaya a impedir que sea candidato en la Provincia. Para justificar su salto bonaerense, el vice de Larreta prefiere no opinar ni dar detalles. Se aferra a la flexibilidad de facto que gobierna el sistema político. Los últimos gobernadores de la Provincia tampoco eran bonaerenses: Axel Kicillof, María Eugenia Vidal y Daniel Scioli eran porteñísimos, hasta poco antes de ser electos.
Si bien los intendentes bonaerenses del PRO repudian la postulación del porteño Santilli, no la trabarán en la justicia electoral. Los aspirantes radicales también rechazan la mudanza del vicejefe de gobierno de la Capital. El PRO-peronista Emilio Monzó se declaró indignado. La mesa provincial de Juntos por el Cambio difundió un comunicado en el que llaman a “sostener y fortalecer la unidad bonaerense”.
En su favor, Santilli cuenta con el aval de Rodríguez Larreta, quien hace equilibrio para no enemistarse con los intendentes cambiemitas de la Provincia.
“Si desde la Ciudad nos quieren imponer una candidatura antes de tiempo, nosotros vamos a plantar bandera y competiremos en una PASO”, desafió Jorge Macri a Santilli. Y a la pasada, también a Rodríguez Larreta. El intendente de Vicente López tiene el respaldo de su primo Mauricio.
AF